Denver está ampliando su programa para monitorear e informar sobre la calidad del aire y así combatir las altas tasas de asma en vecindarios con bajos ingresos y comunidades de color, con un enfoque en los niños en edad escolar.
El Departamento de Salud Pública y Medioambiente de la ciudad sigue en curso de cumplir con las fechas límites de un subsidio multianual para instalar monitores del aire en 40 escuelas públicas y conectarlos con un “tablero informativo” fácil de usar que las familias puedan usar para evaluar el peligro y modificar sus actividades. Denver usará ese mismo método del tablero y su programa informativo sobre el aire limpio para el Departamento de Salud de los Tres Condados, el cual se encarga de atender a los condados de Adams, Arapahoe y Douglas, después de que ese departamento recibiera un subsidio estatal.
La urgencia de combatir los porcentajes desiguales de asma aumentó durante el verano y otoño debido a los incendios forestales, y a una pandemia viral que resaltó las amenazas contra la salud del sistema respiratorio, los representantes del departamento de salud de Denver dijeron. El área metropolitana de la ciudad registró este año el número más alto de días de advertencia por partículas en el aire, es decir, la forma de contaminación que empeora con el humo de los incendios, en por lo menos 10 años. Los médicos especializados en la salud respiratoria reportaron un aumento en casos de asma y otras condiciones entre sus pacientes regulares.
“Desde luego, más personas están pensando sobre el aire que respiran y cómo afecta su salud”, dijo Michael Ogletree, gerente del programa sobre la calidad del aire con el departamento de salud de la ciudad.
Sus esfuerzos se ven respaldados por una opinión general de que la mala calidad del aire afecta a los vecindarios con menos ingresos y a las personas de color más profundamente que a otros grupos en el área metropolitana. Estudios previos en Denver han demostrado que los niños que viven en vecindarios adyacentes a zonas industriales, como Globeville y Elyria-Swansea, sufren asma en porcentajes mucho más altos que vecindarios más acaudalados sin autopistas ni chimeneas de fábricas. Una colaboración entre la ciudad, las Escuelas Públicas de Denver y el hospital National Jewish Health ha demostrado una clara correlación entre los días con una mala calidad del aire y aumentos en el uso de inhaladores para el asma en clínicas escolares.
El plan para reducir la contaminación de gases de efecto invernadero, una guía oficial para establecer nuevas normas que el estado publicó este otoño, abordó las desigualdades directamente: “En comunidades que enfrentan los impactos desiguales de la contaminación, con frecuencia ubicadas en la confluencia de establecimientos industriales, autopistas y otras fuentes de contaminación del aire, hay una mayor frecuencia de estar expuestos más intensamente a la contaminación, y una correlación a enfrentar con mayor frecuencia peligros para la salud respiratoria y otros efectos dañinos”, el informe señala.
“Los estudios demuestran que la salud de personas con ingresos más bajos y personas de color se ve más afectada y [estas personas] sufren muerte prematura por estar expuestas a partículas en el aire. Las personas y familias que ya sufren enfermedades crónicas, reciben atención o tienen cobertura médica inadecuada, o enfrentan falta de acceso a información confiable quizás también sean más vulnerables a los impactos de la contaminación del aire y el cambio climático”.
Denver ahora tiene tableros que informan en tiempo real sobre la calidad del aire disponibles por internet para 19 escuelas, y va en camino a tener 40. Los esfuerzos para instalar monitores y resolver problemas con la tecnología en el resto de las escuelas en la lista se pausaron debido a la pandemia.
El departamento de salud de Denver desarrolló un plan educativo científico y de salud para suplementar los tableros informativos. Su objetivo es que los maestros locales ayuden a diseminar entre las familias información disponible sobre la calidad del aire al mencionarla en sus clases. Con muchos estudiantes de primaria ausentes por meses de su salón debido a la pandemia, el departamento de salud modificó su estrategia para crear videos educativos y hojas de trabajo disponibles para hacer en casa, Ogletree dijo.
Otros departamentos de salud y distritos escolares pueden instalar sus propios monitores económicos para evaluar el aire, y copiar el tablero informativo y el plan educativo, agregó. El departamento de salud de los tres condados es el primero en trabajar con Denver. Denver registró los derechos del nombre del programa “Love My Air” (traducido no oficialmente como “amo mi aire”) y ofrece acuerdos gratis de concesión para su uso, junto con una serie de herramientas adicionales.
El próximo paso, Ogletree dijio, es trabajar con personas que desarrollen aplicaciones digitales para convertir el programa de “Love My Air” en una herramienta para teléfonos inteligentes que muestre los sensores en tiempo real y que también use la orientación del GPS para detectar y mostrar automáticamente los datos del monitor más cercano. Las escuelas podrán usar la aplicación para implementar campañas para que las familias no dejen sus automóviles encendidos mientras esperan a que sus hijos entren a o salgan, una causa común de contaminación ambiental en muchas escuelas.
Para elegir la ronda inicial de escuelas donde instalar los monitores y tableros informativos, Ogletree dijo, Denver comparó los índices de equidad en salud de los vecindarios, las tasas de asma en las escuelas y los porcentajes de estudiantes que participan en el programa de almuerzos gratis y a precio reducido.
Las Escuelas Públicas de Denver no tienen una política a nivel ciudad sobre qué hacer durante el recreo y las actividades deportivas al aire libre en días cuando la calidad del aire es potencialmente peligrosa, Ogletree dijo. El distrito deja que los directores tomen ese tipo de decisiones. El departamento de salud de Denver ahora recibe con regularidad llamadas de directores preguntando sobre su opinión de las condiciones en su área, y lo que los expertos en la salud pulmonar recomendarían.
“La cosa es, realmente no sabemos qué recomendar”, admitió Lisa Cicutto, PhD, enfermera registrada y directora de estudios comunitarios en el Departamento de Medicina de National Jewish Health. “Y hasta antes de COVID-19, no sabíamos”.
Los investigadores todavía no tienen suficiente información sobre cómo el estar expuestos a partículas durante períodos largos de tiempo afecta la salud pediátrica, Cicutto dijo. Además, la cuestión entre el asma y la inactividad sigue siendo un dilema en el campo de la salud pública. Los estudiantes necesitan hacer ejercicio tanto para su salud física como para aclarar su mente en preparación al trabajo en el salón de clases, los educadores dicen.
“Dejar a los niños adentro todo el día sin que puedan descargar su energía también tiene consecuencias negativas”, Cicutto dijo. “Entonces, ¿cuál es el balance?”
National Jewish Health trabaja con Ogletree y el departamento de salud de Denver para incorporar en los planes de estudios de las escuelas los resultados del proyecto de monitoreo del aire que el hospital implementó en 2018 y 2019. Voluntarios en Globeville, Elyria-Swansea y otros vecindarios usaron monitores de partículas alrededor de su cuello para medir los niveles de contaminación adentro de sus hogares causada por estufas para cocinar a gas, aspiradoras, polvo de autopistas y más.
Dos de las lecciones más eficaces para las familias que usaron los monitores personales, Cicutto dijo, fueron cuando cocinaron o estuvieron manejando en mucho tráfico. Instalar un ventilador encima de la estufa, o solo usar el que ya viene incluido, reduce mucho las partículas que se inhalan, dijo: “Y al estar en tráfico con las ventanas abiertas, aprendieron que cuando suben las ventanas y usan la filtración de aire que viene con el coche, también reducen su exposición”.
La incorporación del coronavirus a la combinación de factores para niños en edad escolar ha complicado la detección y el tratamiento óptimos de problemas respiratorios, Cicutto agregó. Las familias supuestamente se autoevalúan (y las escuelas supuestamente están atentas) para ver si los niños tienen los síntomas que acompañan al virus, como mocos y tos.
Pero el humo pesado de los incendios forestales que ha estado abrumando a la Cadena Frontal desde el verano causa los mismos síntomas, igual que las alergias de temporada. Y cuando a ciertos niños los excluyen porque tienen síntomas, o a todos los niños en una escuela los envían a sus casas por un brote del virus, los niños pierden acceso a las clínicas escolares de las cuales muchas familias dependen.
“Los sistemas de salud escolares están muy sobrecargados atendiendo a los estudiantes en sus clínicas, y aquellos que están estudiando a distancia realmente dependen de sus maestros para saber por qué no se han presentado”, Cicutto dijo. “Eso está sucediendo”.
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