Líderes dedicados a la salud y la educación en Denver saben qué escuelas públicas tienen las peores tasas de estudiantes con asma. La mayoría se concentran a lo largo de la autopista I-70 y en vecindarios con menos ingresos, más residentes sin seguro médico y otros indicadores problemáticos de salud.
Sin embargo, no existe una coordinación de las políticas para proteger a los estudiantes, como mantenerlos dentro del salón durante el recreo, en todas las Escuelas Públicas de Denver (DPS, por sus siglas en inglés) durante días con mala calidad del aire. Se deja que las decisiones las tomen los administradores de cada escuela.
Funcionarios especializados en la calidad del aire calculan que cuesta $3,100 al año darle tratamiento a un estudiante de DPS con asma, sumando un total de $30 millones en costos para los 9.700 estudiantes diagnosticados con una enfermedad respiratoria.
Conforme aumentan las amenazas contra la calidad del aire en el área metropolitana de Denver debido al tráfico de automóviles, mayores concentraciones de ozono durante días calurosos y nuevos proyectos petroleros, gasíferos y de construcción que pueden empeorar la contaminación de partículas en suspensión, un equipo interinstitucional está atacando el dilema de las escuelas con una nueva red de sensores y el análisis de datos sobre la salud.
El departamento de salud medioambiental de la Ciudad de Denver se está asociando con National Jewish Health, líder en la medicina pulmonar, y otros socios para empezar a instalar sensores de partículas en 40 escuelas con las tasas más altas de asma. Esperan completar la instalación a finales de 2021. El personal de salud de DPS implementará una iniciativa paralela para relacionar las ausencias por enfermedad de los estudiantes y el uso de inhaladores para tratar el asma, el cual requiere que se visite la oficina de salud en la escuela y archivar información sobre el evento, con datos diarios sobre la calidad del aire.
Los resultados podrían informar a los legisladores sobre cómo el aumento en la contaminación afecta directamente a los niños, al igual que a las familias o líderes escolares que buscan instrucciones para usar a diario. (Estudios preliminares de National Jewish Health encontraron un aumento en el uso de inhaladores entre los niños de dos a tres días después de que la contaminación del aire aumenta.)
Los estudios a nivel local contribuirán con conocimientos a estudios continuos nacionales e internacionales que demuestran que la contaminación del aire suele afectar a algunas comunidades mucho más que a otras.
“En promedio, las personas blancas no hispanas tienen una ‘ventaja de contaminación’: Están expuestas alrededor de un 17% menos a la contaminación del aire que la contaminación que su consumo causa”, escribió un grupo de científicos de la Academia Nacional de Ciencias en un estudio realizado en marzo de 2019. Por lo contrario, “las personas blancas e hispanas, en promedio, sobrellevan una ‘carga de contaminación’ del 56% y están expuestas 63% más, respectivamente, en relación con la exposición que su consumo causa”.
“La carga de la contaminación del aire no se comparte uniformemente. Las personas más pobres y algunos grupos raciales y étnicos se encuentran entre aquellos que con frecuencia están más expuestos a partículas contaminantes y que podrían tener respuestas más graves a esa contaminación”, según dice la Asociación Americana del Pulmón. “Un nivel socioeconómico bajo aumentó sistemáticamente el riesgo de muerte prematura por la contaminación de partículas finas entre 13.2 millones de beneficiarios de Medicare que se estudiaron en la examinación más amplia de muertes relacionadas con la contaminación de partículas a nivel nacional”.
La asociación dijo que los científicos atribuyen estas desigualdades a posibles factores como la discriminación en la vivienda que ubican a personas de color más cerca de fuentes contaminantes; la exposición a lugares de trabajo más sucios o a un mayor volumen de tráfico vehicular; y, factores de salud como la diabetes, la cual afecta desproporcionadamente a algunas comunidades y aumenta el riesgo del impacto de las partículas contaminantes.
Las escuelas de Denver que están recibiendo la primera fase de evaluaciones de la calidad del aire incluyen Bruce Randolph, Fairview, Garden Place, Gust, High Tech Early Learning College, Sabin, South, Swansea y University Prep-Steele.
El consorcio también está organizando grupos de enfoque en los vecindarios y usando otros métodos de investigación para encontrar maneras más eficaces de presentar datos sobre la calidad del aire para que los líderes escolares y las familias puedan tomar decisiones más informadas.
“El asma en Denver es un tema importante”, dijo Michael Ogletree, gerente del programa enfocado en el aire con el Departamento de Salud Pública y Medioambiente de Denver. El departamento está supervisando las instalaciones de los nuevos sensores bajo un subsidio de un millón de dólares de la iniciativa Bloomberg Mayors Challenge. “Los costos economicos y de salud a lo largo de la vida que el asma ocasiona son importantes, y afectaran la calidad de tu vida, durante toda tu vida; realmente queremos abordar eso en nuestra población”.
Empleados en la administración central de DPS dijeron que no tienen una política uniforme para cancelar el recreo al aire libre u otros cambios para proteger la respiración en días con alta contaminación del aire.
“No tengo una respuesta perfecta para esta pregunta. Creo que en años anteriores no se había sacado a relucir que esto fuera un problema tan grande”, dijo Kathrine Hale, gerenta de servicios de enfermería y para la salud del estudiante en DPS.
Con el nuevo sistema de monitoreo financiado por Bloomberg, DPS espera obtener más información sobre qué tan grave es el problema; dice que las escuelas reciben una serie de opciones para lidiar con la calidad del aire.
Kirsten Frassanito, directora de la escuela Sabin World Elementary en el sudoeste de Denver, en donde se instalará en el otoño un monitor que producirá información, dijo que los directores de las escuelas están interesados pero no tienen los recursos necesarios para implementar grandes cambios.
“Realmente no tenemos muchas alternativas a que los niños salgan a jugar”, dijo Frassanito, cuya escuela tiene un gimnasio que se llena cuando 25 estudiantes tiran pelotas por todos lados. “No contamos con la infraestructura en el edificio para que los niños hagan otra cosa más que ver algo en el auditorio”.
Algunos estudiantes en Denver están haciéndose cargo ellos mismos del asunto de la calidad del aire. Gina Ridgeway es una estudiante de 5o grado en la escuela Sabin y presidenta del consejo estudiantil. Decidió lanzar una campaña para que más estudiantes anden en bicicleta o caminen, o para que sus padres no dejen sus automóviles parados y encendidos por largo tiempo a la entrada de la escuela.
“¡Estás lastimando la respiración de tu hijo!” dijo Ridgeway, a cuyo hermano lo diagnosticaron con asma y quien tiene compañeros de salón con problemas respiratorios.
“No sé si hoy es un día con mala contaminación del aire, ni dónde puedo encontrar esa información”.
Ridgeway piensa que los padres pondrán atención a los carteles hecho por sus hijos, aunque ignoren los carteles más burocráticos que dicen “no dejen el automóvil parado y encendido” que ya cuelgan en la escuela. También está ejerciendo presión para aumentar el número de “grupos de bicicletas” y “grupos para caminar” en donde los niños y padres se sienten más seguros andando juntos.
Ridgeway resaltó que hasta un nuevo monitor del aire con una pantalla atractiva no es suficiente. Los estudiantes, los padres y las escuelas necesitan realmente hacer algo sobre la contaminación, dijo. “No es solo pasarles el problema a otros”.
Los vecindarios que Denver y National Jewish Health intentan ayudar primero han sido por largo tiempo el centro de las desigualdades en salud. En 2014, Denver publicó una Evaluación del impacto en la salud para Globeville y Elyria-Swansea que decía que los niños en esos vecindarios iban a la sala de emergencias en porcentajes mayores que en otras comunidades de Denver. La evaluación también encontró que más de la mitad de los adultos en el área sufren de sobrepeso u obesidad, un número mayor que en el resto de Denver; que los adultos solo hacen actividades físicas la mitad del tiempo que el resto de Denver; y, que los niños en las escuelas locales hicieron menos ejercicio del recomendado.
Los problemas de salud en Globeville y Elyria-Swansea y en otros vecindarios con menos recursos empeoran por la falta de veredas y carriles u orillas en las calles para bicicletas; bajos porcentajes de espacios verdes; y, tráfico pesado industrial y de construcción.
Activistas trabajando en el norte del centro de Denver a lo largo de la autopista I-70 dicen que esos problemas de salud se apoyan sobre décadas de abuso industrial en los vecindarios de bajos ingresos a través de actividades que emiten muchas partículas contaminantes, como la fundición de metales, la refinería y otras. Además, la autopista se está ampliando en un proyecto de reurbanización masivo y multianual que promete aumentar significativamente el tráfico de automóviles en el área.
Los nuevos esfuerzos enfocados en la contaminación de materiales particulados están sucediendo al mismo tiempo que Colorado renueva sus esfuerzos para atacar el ozono en el suelo, otro contaminante evaluado que daña a quienes sufren de asma y a otros grupos vulnerables. Los materiales particulados están constituidos principalmente de emisiones vehiculares, polvo de las carreteras y los proyectos de construcción, quema de madera o incendios forestales, hollín industrial y energético y ceniza.
Mientras otros contaminantes regulados a nivel federal han disminuido en décadas recientes, el ozono continúa siendo un problema persistente en la Cordillera Frontal. Aunque los promedios anuales del ozono siguen disminuyendo, el clima caluroso puede producir un número mayor de máximas diarias que ponen a Denver por encima de los estándares de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA, por sus siglas en inglés). La EPA redujo sus límites aceptables de ozono en 2015, lo que colocó a Denver en estado de infracción más días.
El número de días que las autoridades de Colorado designaron un “día de acción por la calidad del aire”, es decir, cuando se aconseja a los niños y grupos vulnerables que eviten esforzarse físicamente afuera, ha aumentado de 18 en 2014 a 55 el año pasado, según dice el Departamento de Salud Pública y Medioambiente de Colorado (CDPHE, por sus siglas en inglés).
La población y el tráfico vehicular están aumentando, las perforadoras petrolíferas y gasíferas están estableciendo operaciones suburbanas y el humo de los incendios forestales en el verano sopla hacia aquí desde el oeste. La luz solar cocina las emisiones sobre el área metropolitana, mientras que los patrones climáticos atrapan esta mezcla contra las colinas de los condados de Boulder, Jefferson y Larimer.
“No es ahí donde se está produciendo el ozono, pero hacia ahí se dirige”, dijo Pierce, gerente del programa de servicios técnicos para la calidad del aire en CDPHE. El departamento estatal de salud monitorea la calidad del aire y ofrece asesoría técnica y política a la Comisión para el Control de la Calidad del Aire, la cual desarrolla políticas y toma decisiones normativas para reducir los materiales contaminantes.
En mayo, Colorado probablemente suba a la categoría “grave” por infracciones cuando envíe su informe a la EPA con los resultados de un nuevo año.
Tal designación daría lugar a nuevos esfuerzos para restringir industrias y otras fuentes de materiales contaminantes que producen ozono. Esto redoblaría los recientes esfuerzos estatales para reducir las fugas de gas metano producidas por la perforación petrolífera, hacer cambios para generar energía alternativa y promover los vehículos que no producen emisiones. Las nuevas restricciones podrían incluir la restricción de permisos a cientos de industrias contaminadoras.
Cambios políticos en el pasado han recortado parte de la producción de ozono a través del monitoreo estricto de emisiones vehiculares en Colorado, sacando de circulación a los automóviles más antiguos y contaminantes y clausurando plantas de carbón en el área metropolitana de Denver.
“Las cosas aparentan haber empeorado porque el estándar ha disminuido con el tiempo, no porque la calidad del aire esté empeorando”, Pierce dijo. “Pero tenemos que cumplir con esos requisitos”.
Debido a los patrones y las influencias naturales y extraestatales del clima, las opciones de Colorado para tratar el ozono son más limitadas que en lugares como Los Ángeles y otras ciudades que han visto reducciones, Pierce dijo. El estándar más nuevo de la EPA es 70 partículas por billón (ppb), mientras que los monitores de Colorado con frecuencia registran entre 40 y 50 ppb de ozono “de trasfondo” (background, en inglés) causado por fuentes lejanas como los incendios forestales, las enormes plantas energéticas en el sudoeste o hasta contaminación del aire que viaja de la industrialización en China.
Por lo tanto, Pierce dijo: “Solo tenemos una pequeña cantidad que podemos controlar en el área metropolitana […] y nuestros números no han disminuido tanto como los de las ciudades en las costas”.
Sobre los materiales particulados, Pierce dijo que Colorado tiene días en los que la máxima supera los niveles recomendados, pero los estándares de la EPA se basan en promedios a más largo plazo y el estado sigue manteniendo la designación de “alcanzado”.
National Jewish Health está a mitad de camino en un amplio esfuerzo para llevar la lucha sobre la calidad del aire a un nivel más personal.
El hospital y centro de investigaciones dedicado a las enfermedades respiratorias cuenta con un Centro de Salud Ambiental Infantil de Denver, y un consejo asesor comunitario enfocado en las preguntas sobre la contaminación en Globeville y Elyria-Swansea, dijo la doctora Lisa Cicutto, líder del proyecto. Recibieron fondos de la EPA para monitores personales PM2.5 que los voluntarios se cuelgan alrededor del cuello para medir las exposiciones tanto en interiores como al aire libre. (PM2.5 se refiere a la materia aérea particulada con un diámetro de 2.5 micrómetros o menos. Eso es alrededor de 1/40 el ancho de un cabello humano.)
El proyecto también estableció monitores ambientales externos en 12 lugares para que se pudieran relacionar datos “oficiales” del ambiente al aire libre con los resultados de los monitores personales. Veinte residentes del vecindario usaron los monitores durante 72 horas consecutivas en cada una de tres estaciones, empezando el verano pasado. El grupo de invierno se completó en febrero.
“Nuestro objetivo final es que los residentes tengan acceso a y entiendan los datos para tomar decisiones informadas”, Cicutto dijo.
Antes de iniciarse el proceso de monitoreo, los investigadores organizaron grupos de enfoque para reunir datos iniciales sobre lo que entendían las personas acerca de la calidad del aire y las fuentes contaminantes, y qué querían saber sobre la salud de sus familias. Después de la fase de monitoreo, los investigadores trabajarán en la creación de nuevos paneles de control y otros métodos de diseminación que produzcan información sobre la calidad del aire de mayor utilidad para los residentes.
La información y los consejos actuales sobre la calidad del aire son confusos para todos, y más aún para las familias ocupadas y aquellas que hablan inglés como segundo idioma. “Cuando dices ‘PM2.5’, mucha gente piensa que eso significa 2:30 de la tarde”, Cicutto dijo. “Se aprendieron muchas lecciones. A quienes sufren de ciertas condiciones, no les gusta que los llamen ‘vulnerables’ y ‘sensibles’”.
Un objetivo de los monitores personales es mostrarles a las personas las fuentes interiores que pueden controlar. Usualmente esto sorprende mucho a todas las familias, Cicutto dijo. Las personas están expuestas a niveles más altos de PM2.5 cuando cocinan sin ventilación, pasan la aspiradora, usan velas, usan sustancias en aerosol para limpiar la cocina, se ponen maquillaje y fuman o vapean cannabis o tabaco. Un avance alentador, Cicutto dijo, fue el mayor interés que demostraron los voluntarios durante su segunda estación de monitoreo después de recibir asesoría sobre los resultados de su primera estación.
National Jewish Health también está compartiendo los resultados de sus avanzados monitores ambientales externos con los monitores estatales, para evaluar mejor la exactitud del conteo de los materiales contaminantes en la Ladera Frontal. “Sabemos que cuando (la contaminación) llega al nivel rojo, los monitores suelen subestimarla”, Cicutto dijo. (El estado sigue el sistema de evaluación con seis niveles de diferentes colores diseñado por la EPA para medir el índice de la calidad del aire o AQI (por sus siglas en inglés); el rojo se considera un AQI dañino para cualquier grupo.) Los investigadores trabajarán con fabricantes del equipo y con el estado para interpretar los resultados, agregó.
Encontrar mejores formas de involucrar al público en el monitoreo diario de la calidad del aire es crucial para la salud, dijo Joann Strother, directora de promoción comunitaria en la división occidental de la Asociación Americana del Pulmón. “Especialmente para los niños: sus pulmones no han crecido todavía a todo su potencial y pasan mucho tiempo al aire libre”, dijo. “Queremos que los padres sepan que la calidad del aire puede se dañina, y que deben darles seguimiento a esos días [de alta contaminación]”.
Sin embargo, los investigadores también están aprendiendo que las soluciones políticas o de asesoría para la salud no son más sencillas que los datos en sí. Algunos líderes escolares y activistas comunitarios quizás quieran cambios políticos claros y absolutistas: que los niños permanezcan adentro durante los días con mala calidad del aire. Pero eso no es necesariamente lo que las familias quieren cuando participan en grupos de enfoque sobre la contaminación del aire, Cicutto dijo.
“Cuando comparan las consecuencias a favor y en contra, optaron por los niveles más bajos, que salir a hacer ejercicio quizás sea mejor que se queden adentro”, Cicutto dijo. “¿Y si dejas adentro a los niños con asma? Temían estigmatizar a sus hijos. Entonces, vamos a tener que examinar más la manera como implementamos estas recomendaciones dentro de lo que sabemos científicamente, y tendrá que ser sutilmente”.
Las personas que viven en Globeville dicen que sus temores se hacen más aparentes durante los días de invierno cuando el famoso smog de la “nube marrón” reaparece. Es importante repetir que, la geografía y los patrones climáticos de la Cordillera Frontal contribuyen, con un aire tibio de convección en el suelo chocando contra una capa de aire frío que llega cruzando las montañas. Esto crea una inversión meteorológica y deja una mancha visible de ozono, humo, polvo y otras partículas.
“Estuve en 2015 y 2016 en Beijing, con su reconocido problema del smog”, dijo Laura Shunk, quien vive en Globeville. “Ahí, con frecuencia calmaba mis ansiedades con la idea de que, ‘no estaré aquí para siempre. Terminaré regresando a un lugar con aire más limpio’. Y [a principios de marzo] llegamos a 150 en la escala [del AQI] aquí. En Beijing, con 150, dicen que debes usar una mascarilla. Pensé que no quería que esto le sucediera a Denver”. (Según el índice de la calidad del aire de la EPA, 150 es la frontera inferior de la infame zona “roja”.)
El invierno más volátil que tuvimos en Colorado esta temporada creó más de los reconocidos días con nubes marrones, aunque las emisiones mismas no fueron tan volátiles, el doctor Jonathan Samet dijo. Samet es decano de la Facultad de Salud Pública de Colorado y un epidemiólogo especializado en materiales contaminantes inhalados.
Las inquietudes globales relacionadas con la contaminación del aire han aumentado, aun cuando la mayoría de las áreas metropolitanas de EE. UU. han reducido gran parte de las partículas contaminantes detectables, Samet dijo. La Organización Mundial de la Salud se ha referido a la contaminación del aire como “la nueva manera de fumar”, con base en estudios recientes que ampliaron los cálculos de qué cantidad de discapacidades y muertes se deben a la contaminación del aire a lo largo del tiempo.
“No me gustaría sonar alarmas fuertes sobre los niveles en Denver”, Samet dijo. “Pero, si tuviera un hijo con asma grave, me preocuparía los días con niveles altos, y lo correcto sería que se quedara adentro”.
En lo relacionado con el ozono, Samet agregó, los investigadores ahora están aprendiendo que la sensibilidad varía enormemente y se relaciona con factores genéticos. “No estoy seguro de que hayamos entendido totalmente los datos todavía”, explicó.
Shunk, la residente de Globeville, aprecia el renovado énfasis en los datos de la contaminación en su vecindario, pero sabe que, eventualmente, las soluciones generales serán difíciles.
“Darle un sensor a una escuela es bueno, pero sin dar los pasos para lidiar realmente con el problema, eliminar automóviles de las carreteras, no sé si esas tasas van a disminuir”, dijo. “Como ciudad, no hemos pensado en ello por tanto tiempo, creo que existe un elemento educativo: que esto es malo, y que está yendo en la dirección equivocada”.