Sandra Sherwood se estaba sintiendo un poco mal cuando se presentó a su trabajo el miércoles, 25 de marzo.
Y con razón. Había estado trabajando tres semanas seguidas sin un día libre como proveedora de cuidados personales en los hogares de ancianos y personas con discapacidades y en asilos. Sherwood trabaja entre 40 y 68 horas por semana para dos agencias de cuidados a domicilio; es lo que necesita hacer para mantener un salario mínimo.
En el asilo Center at Park West en Pueblo, el personal le tomó la temperatura antes de dejarla entrar: 99.8 grados Fahrenheit. Sherwood estaba a punto de darse vuelta y regresar a casa, explicó, cuando le dijeron que se quedara; técnicamente, no tenía fiebre.
Sherwood, de 58 años, pasó ese día cuidando a una anciana con problemas de memoria y balance, ayudándola a ir al baño y con otras actividades. Sherwood no estaba usando una mascarilla, solo guantes.
Y luego el jueves, Sherwood se despertó con fiebre alta, dolor de cuerpo, un dolor de garganta fuerte y tos. Su médico le recomendó que se hiciera la prueba de COVID-19.
Las personas que ofrecen cuidados de salud a domicilio son trabajadores esenciales, incapaces de no realizar su trabajo mientras la pandemia global acelera su ritmo en Colorado. Pero muchas de ellas reciben salarios extremadamente bajos, trabajan sin equipo de protección personal (o compran el suyo, si es que lo pueden encontrar) y raramente tienen acceso a ausencias pagadas por enfermedad.
Como trabajan en centros vulnerables a brotes de COVID-19 en Colorado y el resto del país, la falta de acceso a protecciones básicas podría ser mortal. En otros estados, los asilos se han convertido en incubadoras del virus. En Seattle, los empleados sin acceso a equipo protector o gel desinfectante transmiten el virus entre un lugar y otro, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
“Durante este brote de COVID-19, nuestros trabajadores siguen estando al frente de la batalla cuidando a sus clientes”, dijo Melissa Benjamin, organizadora líder para la organización Trabajadores de Cuidados Unidos en Colorado (Colorado Care Workers Unite o CCWU, en inglés), la cual aboga a favor de mejores salarios y condiciones de trabajo para las personas que ofrecen cuidados de salud a domicilio. “Sabemos [que los trabajadores en hospitales] no tienen el equipo necesario. Tampoco lo tienen nuestros trabajadores que proporcionan cuidados a domicilio. Entran en hogares donde viven personas con sistemas inmunológicos débiles, una población muy vulnerable, para cuidarlas”.
No existe una política nacional o estatal que dé a las agencias de salud en el hogar ni a las personas que contratan para ofrecer servicios en el hogar acceso prioritario a equipo de protección. Las agencias dicen que están haciendo todo lo que pueden.
Brian Arant es dueño de Visiting Angels en el sur de Colorado, la agencia que empleó a Sherwood para que trabajara en el asilo de Pueblo. Dijo que ha estado buscando fuentes potenciales para obtener gel desinfectante y equipo de protección. Encontró una caja de gel desinfectante en Home Depot. Y a través de la central nacional corporativa de Visiting Angels, Arant espera tener mascarillas para ofrecerles a sus empleados en dos semanas más o menos. De cualquier forma, dijo, los CDC no han recomendado el uso de mascarillas en las personas que no estén enfermas. (Los CDC modificaron su recomendación poco tiempo después de que Arant y yo habláramos.)
Muchas agencias, entre ellas Visiting Angels, se rehúsan a enviar a sus empleados a hogares de personas con problemas respiratorios y están diciéndoles a sus empleados que regresen a casa si están enfermos. Al mismo tiempo, muchos asilos restringieron el acceso a visitantes, incluidas las personas que cuidan a los residentes, para controlar la propagación del virus.
Pero la naturaleza insidiosa del coronavirus, el cual se puede transmitir aunque la persona no tenga síntomas todavía, dificulta controlar si los empleados se están infectando en el trabajo o contagiando a otros.
En el caso de Sherwood, todos parecían estar cumpliendo con las reglas. Visiting Angels les dice a sus empleados que llamen si tienen una temperatura de 99.9 o más. Arant dijo que eligió ese número por seguridad a pesar de que es varios décimos de grados más bajo que los que los CDC consideran como fiebre: 100.4.
“Tengo que guiarme por lo que los expertos médicos están diciendo”, Arant dijo. “Si me están diciendo que la fiebre es la señal principal, por eso me voy a guiar”.
Agregó que no sabía que Sherwood no se estaba sintiendo bien cuando fue a trabajar el 26 de marzo. Center at Park West no respondió a llamadas solicitando sus comentarios sobre esta historia.
En otros casos, proveedores de cuidados no saben que estuvieron expuestos a alguien con el coronavirus hasta después. Ken Jenson, dueño de Amada Senior Care of Colorado, el otro empleador de Sherwood, dijo que mandó a dos empleados para que se aislaran después de que un hombre al que ayudaron fuera a dar al hospital con COVID-19.
Cuando hablé con ellos, Visiting Angels y Amada dijeron que sus empleados tienen acceso a ausencias pagadas por enfermedad durante la pandemia del coronavirus. Pero Sherwood dijo que no sabía que le pagarían por ninguna ausencia.
Con una serie de reglas en constante cambio que afectan a quién y quién no reúne requisitos para recibir ausencias pagadas por enfermedad y según qué circunstancias durante la pandemia, quizás sea difícil para los empleados saber qué esperar. La mayoría trabajan por hora y no están acostumbrados a que les paguen las ausencias por enfermedad.
Nuevas leyes estatales y federales que tienen como objetivo ofrecer ausencias pagadas por enfermedad durante la crisis del coronavirus incluyen tecnicismos legales que excluyen a muchas personas que cuidan a otros. La Ley de Familias Primero como Respuesta al Coronavirus, la ley federal cuyo objetivo es dar ausencias pagadas por enfermedad a empleados afectados por COVID-19, no corresponde a personas que trabajan en asilos o proveedores de cuidados de salud en el hogar. Muchos empleadores piensan que esto significa que la gente que ofrece cuidados no médicos a domicilio también están exentas de las ausencias pagadas por enfermedad. Home Health Care News reportó que están siguiendo las pautas de la Asociación Nacional de Cuidados y Cuidados Terminales en el Hogar, una asociación comercial con sede en Washington, D.C.
La ley de Colorado que se puso en vigor durante el estado de emergencia que empezó en marzo obliga que se paguen las ausencias por enfermedad de aquellas personas que proporcionan cuidados en el hogar o en asilos. Pero este requisito solo incluye cuatro días pagados en presuntos casos de COVID-19.
La gente que contrata directamente a los trabajadores sigue prohibiciones que han existido por años que no les permiten pagar ausencias por enfermedad, según las reglas que rigen los fondos de Medicaid que financian este trabajo, dice Julie Reiskin, directora ejecutiva de la Coalición de Interdiscapacidades en Colorado (Colorado Cross Disability Coalition, en inglés), beneficiaria de The Colorado Trust. Por largo tiempo, la coalición ha estado abogando a favor de los derechos de quienes ofrecen cuidados y que trabajan estrechamente con las personas con discapacidades, ya que saben que su bienestar está profundamente conectado.
El altamente contagioso coronavirus que está arrasando con el país conlleva riesgos particulares para las personas con discapacidades. Es más probable que se enfermen gravemente, que las internen en un hospital y que mueran. Nunca antes habíamos visto un mejor ejemplo de por qué las protecciones del trabajador también protegen al resto de la comunidad, Reiskin dijo.
“Si esto no causa que nuestro país pague las ausencias por enfermedad de todos, no sé qué lo hará”, Reiskin dijo. Dijo que a las leyes federales que excluyen a quienes cuidan a e otros en sus hogares de los requisitos de pagar las ausencias por enfermedad les falta visión.
“Quienes cuidan de la salud de otros en sus hogares no pueden distanciarse socialmente”, Reiskin dijo. “Si alguien te levanta, te baña, te pone físicamente en una cama… No puede hacer eso a seis pies de distancia”.
Las personas que trabajan así con frecuencia van de un hogar a otro y de un centro a otro, lo cual aumenta el riesgo del contagio. Sherwood, por ejemplo, cubre un área de cientos de millas, de Monument a Walsenburg y de Salida a Rocky Ford, sin que le reembolsen ninguna milla. Visita de uno a 10 clientes por semana, personas entre 65 y 102 de edad.
Reiskin dijo que la falta de equipo de protección personal para personas que ofrecen cuidados de salud a domicilio las pone a ellas y a sus clientes en peligro.
“Claro que los hospitales y servicios de emergencia recibirán primero [el equipo de protección personal]. No tengo problema con eso”, Reiskin dijo. “Pero aquellos de nosotros que empleamos a trabajadores necesitamos obtener ese equipo y en estos momentos no es posible”.
Al mismo tiempo, las personas que trabajan para agencias que ofrecen cuidados a domicilio con frecuencia reciben pocos detalles sobre las personas que cuidarán antes de visitarlas. Jamie Gruss, quien trabaja en Colorado Springs, dijo que cuando estuvo trabajando con otras agencias en el pasado, cuidó a personas con VIH o hepatitis y no lo supo hasta después. Gruss dijo que compra sus propias mascarillas y guantes para usar en el trabajo.
Con el coronavirus propagándose en Colorado, esta falta de información combinada con la falta de equipo protector ha dejado muy nerviosos a los trabajadores.
“Los médicos están todos protegidos cuando entran e interactúan con estos pacientes”, dijo Brenda Lozada, quien ofrece cuidados de salud a domicilio en Aurora. Lozada tiene 16 años trabajando en la industria y finalmente terminó obteniendo un trabajo que le paga más como contratista independiente que suplementa con trabajo peor pagado en una agencia. “Si quieren que hagamos esto, ¿por qué no nos visten con una armadura completa?”
A quienes cuidan de otros en sus hogares también les preocupa llevar gérmenes a sus propias familias. Gruss vive con sus tres hijos y un nieto recién nacido que nació prematuro a principios de marzo. El hogar depende de los ingresos del trabajo de Gruss y los de su hijo, quien trabaja en King Soopers. La asistente de enfermera dice que se mete a la ducha, haciendo todo lo posible por no tocar nada, tan pronto llega a su casa; su hijo hace lo mismo.
Cuando Gruss se enfermó con fiebre pensando que se debía a una sinusitis a finales de marzo, su empleador le dijo que se quedara en casa por cuatro días pagados; un médico le dijo que no tendría acceso a una prueba de COVID-19, aunque sospechara que tenía la enfermedad.
CCWU ejerció presión política para que quienes cuidan de otros en sus hogares reciban un pequeño aumento de sueldo, el cual se implementará en julio. Por ahora, muchos reciben el salario mínimo, el cual aumentó a $12 por hora el 1º de enero en Colorado. En estos momentos en los que las escuelas están cerradas y miles de personas en el estado perdieron su trabajo, quienes cuidan de otros en sus hogares se sienten particularmente ansiosos de perder su trabajo.
“Muchas de ellas son madres solteras”, Benjamin dijo. “Esta es su única fuente de ingresos”.
Corletta Hithon-Davis, de quien hablamos en una historia publicada en 2018, trabaja en Denver cuidando a personas en sus hogares. Cuando el Gobernador puso en vigor la orden de quedarse en casa en todo el estado, Hithon-Davis perdió su trabajo. Aunque quienes cuidan a personas en sus hogares se consideran trabajadores esenciales, los clientes con los que estaba trabajando decidieron que era más seguro que no los visitara.
“Estoy tan deprimida que no sé qué hacer”, Hithon-Davis dijo. Con lo atascado que está el sitio web para enviar solicitudes de desempleo al estado, no ha podido tener acceso a esos beneficios.
“No voy a tener suficiente dinero para el alquiler porque tuve que comprar víveres… Casi lloré en el supermercado porque no tenía para pagar los productos de limpieza y más víveres”, dijo. “No sé si voy a [dormir] en el sofá de alguien otra vez. No puedo pasar por eso nuevamente”.
Sin embargo, la posibilidad de salir durante la pandemia del coronavirus y buscar un trabajo nuevo le daba aún más miedo. El 30 de marzo, Hithon-Davis estaba enfrentando la posibilidad de quedarse sin hogar y tenía comida solo para tres días más.
“Estoy quedándome en casa, en donde no estoy en peligro”, dijo. “Rezando para que esto termine”.
Tampoco Sherwood estaba segura de cómo pagaría el alquiler o por los 14 días de aislamiento. También le preocupaba que quejarse pusiera en riesgo su empleo. (Arant, de Visiting Angels, dijo que su empleo no corría peligro.) Pero más que nada, le preocupaba sobrevivir la pandemia. El 2 de abril, seguía enferma en casa esperando los resultados de una prueba de COVID-19.
“Creo en Dios y creo que cuando Dios esté listo, me llevará”, dijo. “Pero tampoco quiero arriesgarme”.
Más tarde ese mismo día, obtuvo respuesta a uno de sus ruegos: Recibió una prueba positiva de gripe.