Una publicación de The Colorado Trust
English Menu

Julissa Soto es una de varias defensoras comunitarias que están trabajando sin descanso para aumentar las tasas de vacunación contra COVID-19 entre los coloradenses hispanos. Fotografía de Caleb Alvarado / enviado especial de The Colorado Trust

COVID-19

Más de un año después del lanzamiento de la vacuna contra COVID-19, todavía existen disparidades raciales

Read in English

Mauro Ortiz había planeado ponerse la vacuna contra COVID-19, pero el trabajo siempre se interponía con sus planes. Además, el residente de Denver de 45 años, quien trabaja manejando una grúa, había tenido una prueba positiva con el virus dos veces durante la pandemia, sin sentirse enfermo. Por eso, ponerse la vacuna no le parecía que valía la pena.

Pero durante una reciente visita a la Iglesia del Arcángel San Miguel en Aurora, Ortiz cambió de parecer. Casi al final de la misa dominical, Julissa Soto, una consultora independiente de equidad en salud que trabaja para mejorar las tasas de vacunación entre los hispanos de Colorado, se paró frente al micrófono.

“COVID no va a desaparecer; COVID es como ese exmarido o exmujer”, Soto bromeó con la congregación. Razón por la cual, continuó usando un tono más serio, tenemos que protegernos. Y ponerse la vacuna contra COVID-19 es una forma de hacerlo.

Sus palabras fueron suficientes para convencer a Ortiz, un padre con cuatro hijos, de ponerse finalmente la vacuna. Después de la misa, Ortiz se subió la manga de su camisa en el evento de vacunación móvil que Soto había organizado en el estacionamiento de la iglesia y recibió su primera dosis de la vacuna de Pfizer. A través de una persona que interpretó del español al inglés, Ortiz dijo que escuchar a Soto decir que COVID-19 no iba a desaparecer lo convenció de ponerse la vacuna para protegerse.

Ortiz es uno de más de 15,000 coloradenses—98 por ciento de ellos latinos, según Soto, que se han puesto la vacuna contra COVID-19 desde el septiembre pasado gracias a los esfuerzos de Soto y otros para aumentar la vacunación entre las personas latinas e inmigrantes. Sin embargo, sigue existiendo una brecha racial: alrededor del 48 por ciento de los coloradenses latinos han recibido por lo menos una dosis de la vacuna, en comparación con el 82 por ciento de los coloradenses blancos no hispanos, según un modelado de datos que realizó el Departamento de Salud Pública y Medioambiente de Colorado (CDPHE, por sus siglas en inglés). Datos de la Kaiser Family Foundation muestran una diferencia aún mayor: solo el 42 por ciento de los coloradenses hispanos han recibido por lo menos una dosis de la vacuna, en comparación con el 78 por ciento de los coloradenses blancos no hispanos, según estudios de Kaiser.

La diferencia en las tasas de vacunación entre las personas hispanas y no hispanas en Colorado “es preocupante”, dijo la doctora Irene Aguilar, presidenta de Immunize Colorado, integrante de Equipo Operativo para la Equidad de la Vacuna y exsenadora estatal. Le preocupan en particular los hogares donde viven varias generaciones—los “hogares con mayor probabilidad de tener mucha gente que existen” entre los coloradenses hispanos, dijo. Esto significa que hay más potencial de que se propague el virus si un integrante de la familia se infecta.

Casi 18 meses después de que las vacunas contra COVID-19 empezaran a ponerse, y alrededor de un año después de que todas las personas en Colorado de 16 años o más pudieran recibirlas: ¿qué puede explicar la diferencia entre las tasas de vacunación?

La indecisión para vacunarse desempeña un gran papel, dijo el doctor Ricardo González-Fisher, gerente del programa Ventanilla de Salud en el Consulado de México en Denver, el cual proporciona recursos de salud, incluidas vacunas contra COVID-19, a inmigrantes mexicanos. González-Fisher es profesor en la Facultad de Salud y Ciencias Aplicadas de la Universidad Estatal Metropolitana de Denver y cree que parte de la indecisión para vacunarse entre los coloradenses hispanos es debido a la desconfianza y desinformación.

“La gente no confía en las fuentes de información que están recibiendo”, dijo. “Dicen: ‘bueno, nos gustaría que venga alguien que nos entienda y que sea como nosotros y que nos diga qué está pasando’”. Los funcionarios de gobierno y las autoridades de salud, muchos de los cuales no son hispanos como el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Contagiosas, no se consideran fiables, González-Fisher dijo.

Además, el hecho de que, al principio, la vacuna no estuvo disponible fácilmente para las comunidades de color en Colorado creó un “problema de confianza”, dijo Charlene Barrientos, gerenta de participación comunitaria en la Facultad de Salud Pública de Colorado. “Creo que la gente pensó: ‘bueno, ¿y nosotros qué?’”

González-Fisher también señala los diversos métodos culturales en la práctica de la medicina como otra causa potencial de la diferencia. En Estados Unidos y partes de Europa, muchos médicos siguen los principios bioéticos de la autonomía y decisión compartida, lo cual significa que el paciente desempeña un papel central para tomar decisiones sobre su atención médica. Pero en otras culturas, como en México y otros países latinoamericanos, al igual que en partes de Asia, África y Europa, sigue existiendo un enfoque paternalista hacia la medicina, lo cual significa que se asume que el médico sabe qué es lo mejor, González-Fisher explicó. La gente proveniente de una cultura con un método más paternalista en la medicina quizás responda mejor a un proveedor que le diga: ‘necesitas vacunarte ahora mismo, solo súbete la manga”, en comparación con un proveedor que le explique de dónde proviene la vacuna y ofrezca opciones de cuándo vacunarse, agregó.

González-Fisher también menciona estudios publicados en febrero que encontraron que el trauma durante la infancia está relacionado con la indecisión para vacunarse. Esta conexión, dijo, está muy presente en lo que observa en su trabajo. A nivel nacional, 51 por ciento de los niños hispanos han sufrido por lo menos una experiencia adversa en la infancia (definida como un evento potencialmente traumático, como abuso, negligencia o vivir con un adulto que tiene una enfermedad mental), en comparación con el 40 por ciento de los niños blancos no hispanos y solo el 23 por ciento de los niños asiáticos no hispanos.

Otro posible factor que contribuye a la diferencia en tasas de vacunación: en Colorado, la mayoría de los hispanos son de descendencia centro- o sudamericana, donde es común buscar atención médica solo cuando estás muy enfermo, Aguilar dijo. Eso significa que los coloradenses hispanos quizás no sean tan propensos a ir a vacunarse al consultorio de un médico como los coloradenses no hispanos. Más aún, como The Colorado Sun reportó recientemente, es más probable que los residentes hispanos digan que recibieron mala atención en el sistema de salud, en comparación con los residentes blancos.

Soto, por su parte, atribuye la baja tasa de vacunación entre los coloradenses hispanos al hecho de que no hay suficientes “mensajeros o facilitadores culturales” educando a las personas sobre las vacunas. Aunque Soto es integrante de la Comisión de Equidad en Salud del estado y ha colaborado con CDPHE para organizar eventos de vacunación, también critica honestamente los esfuerzos estatales para vacunar a las comunidades hispanas y latinas.

El estado “dice que está tratando, pero tratar no es suficiente en este momento para mi comunidad”, dijo Soto, quien expresa frustración por el ritmo de la respuesta estatal y cree que ha faltado conciencia cultural y respeto en la planeación e implementación de eventos de vacunación.

“No se han tomado el tiempo de establecer esa confianza”, dijo. “Están yendo a lugares donde piensan que estamos, en lugar de preguntar, buscar, ver dónde está la comunidad”. Por ejemplo, en lugar de organizar eventos de vacunación en bibliotecas y centros recreativos, el estado debería ir a lugares como carnicerías, restaurantes y comunidades de casas prefabricadas, Soto dijo.

“Realmente hemos sido muy intencionados para ir a las comunidades y hacerles la pregunta: ¿dónde necesitamos estar?” dijo Brandy Emily, directora de la oficina de equidad en salud en la División de Respuesta para el Control de Enfermedades y Salud Pública. Emily mencionó un evento de vacunación que el estado organizó en abril durante un concierto de música mexicana en Pueblo, al igual que eventos durante el Día de los Niños en Aurora y Pueblo. En un mensaje electrónico posterior, Gabi Johnston, portavoz de CDPHE, señaló que el estado, junto con el Departamento de Salud de los Tres Condados, había apoyado a Soto con vacunas, vacunadores y pruebas para su distribución en todos los eventos organizados por Soto.

Ampliar el acceso a la vacuna entre los hispanos y latinos en Colorado es un elemento central del método de Soto: ha organizado cincuenta y tantos eventos de vacunación, muchos de ellos en lugares no tradicionales, como restaurantes de comida mexicana, discotecas, peluquerías, salones de belleza, spas, llanterías e iglesias. Antes que Soto realice un evento, va de puerta en puerta en el vecindario circundante para presentarse a las personas y compartirles por qué cree firmemente en la vacuna.

“Tenemos que invertir mucho trabajo tras bastidores”, dijo. “Requiere horas y más horas establecer esa confianza, para hablar individualmente con la gente”.

Parte de esos esfuerzos para establecer la confianza incluyen compartir su propia experiencia como inmigrante. “Tengo una maestría en salud pública y hablo dos idiomas, pero nunca he olvidado de dónde vengo”, dijo Soto, quien llegó a Estados Unidos hace 23 años como inmigrante indocumentada, cruzando la frontera entre México y Estados Unidos en la cajuela de un automóvil. Ahora que es ciudadana estadounidense, Soto con frecuencia comparte su historia durante eventos de vacunación como una forma de conectar y aumentar la confianza con otras personas.

“Sigo siendo Julissa de la cuadra para ellos”, dijo. “Y eso ayuda un montón”.

Emily dijo que el estado está tratando de establecer nuevas normas y trabajar con comunidades de color al depender de “socios y voces confiables”. Describe a Soto como uno de esos socios, con una voz, confianza y conexiones inigualables en la comunidad hispana. Pero cerrar la brecha en las tasas de vacunación “tomará tiempo”, Emily dijo, “y sabemos que queda mucho trabajo por hacer”.

Emily también dijo que, aunque el estado está avanzando hacia una fase endémica en su respuesta frente a COVID-19, la cual incluye mover muchos servicios de pruebas y vacunación de vuelta al sistema tradicional de atención médica, CDPHE está contratando a un equipo interno que seguirá vacunando y haciendo pruebas a nivel comunitario. El departamento estatal de salud también seguirá operando sus unidades de vacunación móvil.

“No tenemos la intención de retirarnos ni de bajar el ritmo”, Emily dijo. “De hecho, nuestra intención es redoblar [los esfuerzos] dentro de lo posible”. Una portavoz de CDPHE agregó por correo electrónico que además de su continuo programa de Vaccine Champions for Equity y su colaboración con 9Health:365, el estado pronto anunciará múltiples subsidios financiados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) disponibles para que organizaciones comunitarias realicen eventos de vacunación y otros esfuerzos de salud pública.

Soto, por su parte, planea continuar sus esfuerzos hasta que la tasa de vacunación de los coloradenses latinos sea la misma que la de los coloradenses blancos.

“Eso se llama equidad”, dijo. “Estoy progresando y estoy haciendo ruido… No voy a parar hasta que vacune al último latino en Colorado”.

Traducido por Alejandra X. Castañeda

Jenny McCoy

Periodista independiente
Boulder, Colo.

Ve todas las historias escritas por Jenny

Quizás también te interese esto

Suscríbete para recibir por correo electrónico nuestras historias originales.

Close