El 4 de junio, la Corte Suprema de EE. UU. falló a favor de un pastelero en Lakewood, Colorado, que se rehusó a crear un pastel de bodas para una pareja del mismo sexo. La tienda Masterpiece Cakeshop se rehusó a atender a Dave Mullins y Charlie Craig porque son gais; el dueño, Jack Phillips, dijo que hacer el pastel iría en contra de sus creencias religiosas.
La Corte no estuvo de acuerdo con la manera como la Comisión de Derechos Civiles de Colorado manejó el caso cuando decidió que la pastelería había violado la ley estatal antidiscriminación.
Pero la decisión de la Corte no significa que los negocios puedan negarles el servicio a clientes gais, lesbianas, bisexuales o transgénero. La decisión dejó en claro que los negocios que discriminan contra clientes gais pueden estar en conflicto con la ley antidiscriminación en Colorado. El juez Anthony Kennedy, quien escribió el fallo de la mayoría, especificó:
“Nuestra sociedad ha reconocido que a las personas gais y a las parejas gais no se las puede tratar como marginadas de la sociedad o como inferiores en dignidad y valor. Por dicha razón, las leyes y la Constitución pueden, y en algunos casos deben, protegerlas en el uso de sus derechos civiles. El uso de su libertad en términos iguales que las de otras [personas] deben recibir el mismo apoyo y respeto de las cortes”.
La calidad y longevidad de una vida depende en gran parte de si se trata a una persona con dignidad y respeto, y de si recibe las oportunidades sociales y económicas que fomentan la buena salud.
Lxs activistas que promueven los derechos civiles de las personas LGBTQ han luchado mucho para que tengan acceso a los mismos derechos constitucionales que todxs lxs estadounidenses. Esos derechos, como el derecho a casarse, a conseguir y mantener un trabajo y de entrar en una escuela o negocio sin que las discriminen, no son privilegios. Son esenciales para la salud de nuestra comunidades. Y están aquí para quedarse.