Una publicación de The Colorado Trust
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La pobreza, los ingresos bajos y la marginación se asocian con frecuencia con una mala salud, la cual, cuando hemos escrito sobre ella aquí en el pasado, produce una reacción en las redes sociales a veces parecida a “pero, por supuesto”.

Pero no es necesariamente verdad que las personas más pobres o menos poderosas son menos sanas o viven vidas más cortas.

Examinemos a las mujeres.

Las mujeres demuestran estar peor que los hombres en una variedad de factores socioeconómicos con frecuencia asociados con la mala salud. Las mujeres ganan menos que los hombres, aunque trabajen haciendo lo mismo. Tienen mayor probabilidad de vivir en la pobreza, con todos los riesgos de salud que la acompañan. Tienen mayor probabilidad de que personas conocidas las golpeen, violen o asalten sexualmente. Representan la mayoría de las personas en el nivel más bajo de la jerarquía de salarios y la minoría en puestos de poder y liderazgo.

A pesar de todo esto, las mujeres en Estados Unidos (EE.UU.) generalmente viven más y con mejor salud que los hombres. Se espera que una niña nacida el año pasado viva hasta los 81.2 años de edad; un niño vivirá hasta los 76.3 años, según el Centro Nacional de Estadísticas de Salud.

¿Cuánto de esa diferencia determina la biología? No tanto como te podrías imaginar. Las mujeres podrían beneficiarse de ciertas cualidades protectoras del estrógeno y de un sistema inmunológico más fuerte. Las mujeres en todo el mundo viven más que los hombres, pero la diferencia entre la expectativa de vida del hombre y de la mujer varía mucho de país en país. Las mujeres viven 11 años más que los hombres en Bielorrusia, y menos de un año más en Bangladesh.

En EE.UU., existía una diferencia mínima entre la mortalidad del hombre y de la mujer antes de alrededor de 1880, según un estudio que en 2015 analizó datos históricos entre 1800 y 1935. La diferencia aumentó para mejor durante parte del Siglo XX; los investigadores dicen que las mujeres se beneficiaron de una mejora en los cuidados de salud reproductiva y de la reducción de muertes durante el parto, al igual que avances generales en la lucha contra las enfermedades contagiosas. Los hombres, a su vez, empezaron a fumar en mayores cantidades. Una dieta alta en grasas, con mucha carne, también podría haber afectado más a los hombres.

Sin embargo, desde los años 70, la brecha entre la mortalidad femenina y masculina se ha ido acortando. En parte, la igualdad del gusto por fumar también ha resultado en tasas de mortalidad más igualitarias.

¿Entonces esto significa que la desigualdad de género no es un problema de equidad en salud? Después de todo, a las mujeres parece irles bien, si nos fijamos en su expectativa de vida.

No tan rápido, por favor.

Primero que nada, la expectativa de vida no es la única forma de juzgar la salud de una persona. Por ejemplo, las mujeres en EE.UU. tienen mayor probabilidad que los hombres de sufrir ansiedad y depresión.

Otra manera de examinar esto es que las mujeres en EE.UU. vivirían aún más si no se vieran desproporcionadamente afectadas por la pobreza, limitadas por el prejuicio y constantemente presionadas a abandonar su trabajo debido a sus responsabilidades por cuidar de seres queridos.

Después de todo, las mujeres no son inmunes a los efectos de la pobreza. Las mujeres que pertenecen al 10 por ciento más bajo de las personas que ganan un salario viven 13 años menos que las mujeres en el 10 por ciento más alto.

Por otro lado, la “mortalidad excesiva” de los hombres, como la denominan los investigadores, continúa siendo afectada por riesgos del comportamiento, en comparación con las mujeres. Gran parte de lo que la sociedad estadounidense considera un comportamiento tradicionalmente masculino resulta no ser muy sano. Los hombres beben más alcohol y tienen mayor probabilidad de morir de enfermedades crónicas del hígado. Tienen mucha mayor probabilidad de morir por homicidiosuicidio y lesiones accidentales. Siguen fumando más que las mujeres (por ahora).

Presentado de otra manera, la masculinidad estadounidense es tóxica…para los hombres. Quizás les iría mejor si se encargaran de preparar el almuerzo de sus hijos y llevaran a la abuela al doctor.

Mientras tanto, las mujeres suelen tener más amigos y parientes cercanos de quienes reciben apoyo y consejos. Y estas conexiones sociales son cruciales para la buena salud y una vida larga.

Si nuestras políticas y prácticas apoyaran una verdadera igualdad de género en los espacios laborales y en el hogar—si las mujeres ganaran el mismo salario que los hombres, y se esperara que los hombres hicieran más para cuidar de los hijos y ancianos, y alimentaran las amistades cercanas—quizás todos viviríamos más tiempo.

Estos son los números que reflejan los costos de ser una mujer en EE.UU.:

La brecha de salarios según el género

  • Las mujeres en EE.UU. ganaron 80 centavos por cada dólar que ganaron los hombres en 2015, de acuerdo con los datos del Censo.
  • Para las mujeres marginadas aún más por su grupo racial o discapacidad, las cifras son aún peores, según un análisis del Centro Nacional de Leyes de la Mujer. Las mujeres negras ganaron 64 centavos, las indoamericanas ganaron 58 centavos y las latinas ganaron 56 centavos por cada dólar ganado por los hombres blancos, no hispanos. Las mujeres con discapacidades ganaron 72 centavos por cada dólar que ganaron los hombres sin discapacidades y 75 centavos en comparación con los hombres con discapacidades.
  • Las mujeres en parejas del mismo sexo tienen un ingreso promedio personal de $38,000, en comparación con los $47,000 que tienen los hombres en parejas del mismo sexo y los $48,000 que tienen los hombres en parejas de diferente sexo.
  • Los hombres transgénero ganan lo mismo o ligeramente más después de su transición, mientras que el salario de las mujeres transgénero disminuye casi un tercio, según un estudio.
  • El castigo por tener hijos recae totalmente en las madres. Las madres que trabajan tiempo completo ganaron 71 centavos por cada dólar ganado por los padres que trabajan de tiempo completo. Algunos estudios estiman que las madres pueden esperar recibir un castigo del 4 por ciento de su salario por cada hijo; los padres reciben un aumento del 6 por ciento.
  • Hemos avanzado para cerrar la brecha de salarios con base en el género. Pero el camino es lento. De hecho, si seguimos progresando al mismo ritmo de ahora, según un reciente análisis de datos del Censo que llevó a cabo la Asociación Americana de Mujeres Universitarias, alcanzaremos una igualdad de salarios en 135 años—demasiado tarde para tu hija, nieta o bisnieta.

¿Qué causa la brecha de salarios? Hay una combinación de factores diversos. Algunos estudios han demostrado que es menos probable que se contrate para trabajos de altos ingresos a una mujer con la misma experiencia y estudios que un hombre, o es más probable que a la mujer se le ofrezca un salario más bajo. Las mujeres ocupan dos tercios de los puestos con salarios bajos; las mujeres usualmente ocupan los puestos en industrias dedicadas a ofrecer servicios de salud en el hogar, de comida rápida y cuidados infantiles. Las responsabilidades de cuidar a un ser querido también recaen desproporcionadamente en las mujeres. Con frecuencia, estas responsabilidades reciben poco apoyo institucional, como las ausencias pagadas por paternidad o el acceso a cuidados infantiles de calidad y asequibles.

La discriminación ciertamente desempeña un papel en todo esto. Uno de los resultados desalentadores más recientes que encontraron los investigadores que estudian este fenómeno es que el trabajo que realiza la mujer se valora de manera diferente porque lo realiza la mujer. Un estudio integral de datos del Censo abarcando décadas demostró que cuando las mujeres ingresan a un campo laboral en mayor número, el salario disminuye.

Algunos estudios indican que la brecha de salarios contribuye a la ansiedad y depresión  entre las mujeres. Las mujeres podrían internalizar las diferencias de salarios y culparse a sí mismas. La brecha de salarios tampoco toma en cuenta el trabajo no remunerado que con frecuencia recae en la mujer, y que puede contribuir al estrés.

Pobreza
La pobreza está relacionada con la brecha de salarios, pero no es igual, y también afecta a las mujeres en un porcentaje bastante mayor que a los hombres.

  • En 2015, era más probable que el 35 por ciento de las mujeres vivieran en la pobreza, según el Centro Nacional de Leyes de la Mujer. Una de cada ocho mujeres vivía en la pobreza, en comparación con uno de cada 10 hombres. Las mujeres también tenían mayor probabilidad de vivir en la pobreza extrema, definida como tener un ingreso del o por debajo del 50 por ciento del nivel federal de la pobreza.
  • Como con la brecha de salarios, las mujeres de color viven en la pobreza en un porcentaje mucho mayor. Casi una de cada cuatro mujeres negras vivía en la pobreza en 2015, y casi una de cada cuatro mujeres hispanas e indoamericanas.
  • Las mujeres transgénero se enfrentan a una de las tasas más altas de pobreza; casi una de cada tres personas transgénero en EE.UU. estaba viviendo en la pobreza en 2015, según la Encuesta Transgénero de EE.UU.
  • Una de cada tres mujeres con discapacidades vivía en la pobreza, en comparación con uno de cada cuatro hombres con discapacidades.

Mujeres viviendo en la pobreza puede significar que familias enteras viven en la pobreza. La tasa de pobreza entre los niños que viven en EE.UU. sigue siendo inaceptablemente alta. Casi uno de cada cinco niños vive en la pobreza, según los datos de 2015. Más de la mitad de ellos viven en familias encabezadas por mujeres.

El estrés tóxico de la pobreza puede causar grandes daños, especialmente en niños y adultos jóvenes. La pobreza también está conectada con otros importantes determinantes sociales de la salud; las personas que viven en la pobreza tienen mayor probabilidad de vivir en viviendas inadecuadas, no tener acceso a oportunidades educativas de alta calidad y ver y sufrir más violencia, entre otras cosas.

Violencia y trauma
Por décadas, los hombres en EE.UU. tenían más probabilidad de ser víctimas de crímenes violentos que las mujeres. Pero las tasas de victimización recientemente coincidieron: La violencia contra el hombre disminuyó más rápidamente en los años 90 y a principios de los 2000 que la violencia contra la mujer.

En 2015, las mujeres fueron víctimas de crímenes violentos en un porcentaje ligeramente más alto que los hombres, según el Buró de Estadísticas Judiciales. Mientras que los hombres tienen más probabilidad de ser víctimas del homicidio, las mujeres tienen más probabilidad de ser víctimas de la violencia sexual y a manos de su pareja.

  • Cerca de una de cada cinco mujeres ha sido violada en su vida, según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, utilizando datos de la Encuesta Nacional de Parejas y Violencia Sexual que se llevó a cabo en 2011. Alrededor del 40 por ciento de estas mujeres fueron violadas antes de cumplir 18 años.
  • Una de cada tres mujeres indoamericanas ha sido violada en su vida.
  • Casi la mitad de las mujeres ha sufrido otro tipo de violencia sexual en su vida, incluyendo el contacto sexual indeseado y la coerción sexual, según esa misma encuesta.
  • Las mujeres transgénero particularmente corren riesgo de ser asaltadas sexualmente; algunos estudios estiman que casi dos tercios de las personas transgénero en EE.UU. son asaltadas sexualmente en su vida.
  • Alrededor del 22 por ciento de las mujeres han sufrido violencia física severa a manos de su pareja durante su vida, incluyendo golpes, patadas o quemaduras.

La violencia sexual es un crimen de amplia impunidad en comparación con otros tipos de violencia. Menos de un tercio de las violaciones sexuales se reportan a la policía. Solo cerca de seis de cada 1,000 violaciones resultan en que el violador dé a parar a la cárcel o la prisión.

Las personas que sobreviven el abuso sexual corren un riesgo mucho mayor de sufrir depresión, trastornos de la ansiedad, trastornos de la alimentación y trastorno del estrés postraumático.

Representación política
No todas las mujeres son buenas promotoras de otras mujeres, pero existen ciertos estudios que respaldan la idea de que una mayor representación política a cargo de mujeres mejora la salud tanto de los hombres como de las mujeres. Desafortunadamente:

  • Las mujeres ocupan solamente el 19 por ciento de los puestos en el Congreso de 2017. Las mujeres de color representan el 6.4 por ciento del Congreso. Estos porcentajes ubican a EE.UU. en el lugar número 100 entre 193 países por el porcentaje de mujeres en su cuerpo legislativo nacional; Kirguistán ocupa la misma posición.
  • Solo seis de los 50 gobernadores estatales son mujeres.
  • Cerca de un cuarto de los legisladores estatales en todo el país son mujeres, y solo el 5.4 por ciento son mujeres de color. El porcentaje de mujeres en el cuerpo legislativo estatal de Colorado es del 39 por ciento, uno de los cuerpos más igualitarios en cuestión de género en el país.
  • Cerca del 19 por ciento de los alcaldes en ciudades de EE.UU. con una población de más de 30,000 son mujeres.

La representación política es importante no solo para las políticas que las mujeres promueven, sino también como uno de los indicadores de su estatus social en general. Y el estatus social mismo puede ser un determinante de la salud.

Por Kristin Jones y Tracey Rosen, PhD – Kristin Jones es la subdirectora de comunicaciones de The Trust. Tracey Rosen es una antropóloga y becaria postdoctoral en la Universidad de Princeton.

Kristin Jones

Escritora y editora independiente
Denver, Colo.

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