Rebecca Montgomery tiene 16 años de edad y quiere que su novio Jesse esté con ella cuando nazca su hija en diciembre. También le gustaría mucho que su madre esté presente durante el trabajo de parto y el parto mismo. Sin embargo, según las pautas actuales del hospital para combatir la propagación del coronavirus, solo le permiten tener una visita.
“Mi mamá es mi mejor amiga. Siempre he querido que esté ahí para conocer a su nieta y apoyarme”, Montgomery dijo. “Es difícil [saber] que quizás no pueda”.
Aunque la pandemia del coronavirus ha creado estrés y tensiones adicionales para todas las personas embarazadas, las adolescentes enfrentan desafíos adicionales para su bienestar mental y físico, y para el bienestar de sus bebés. Ya que todavía son menores, los adolescentes necesitan ciertas cosas diferentes en comparación con los padres mayores, y la pandemia ha causado que sus embarazos sean aún más desafiantes.
“Una de las cosas que me han dicho todas nuestras mamás, de cualquier edad, es que sienten miedo sobre cómo será el parto en el hospital en los tiempos de COVID”, dijo Amanda Jensen, supervisora de programas para Nurse-Family Partnership (NFP) en el Condado de Mesa. NFP es una organización no lucrativa que ofrece apoyo a madres primerizas.
“Con frecuencia, su madre es su apoyo principal”, Jensen agregó hablando sobre las adolescentes embarazadas. “Es más difícil que para otras generaciones. Usualmente quieren a más personas a su alrededor, participando en el parto. Las restricciones por COVID-19 son muy decepcionantes para ellas; cambian cómo será [esa experiencia]”.
Montgomery es cliente de NFP; no maneja y vive con su madre en Clifton, Colorado, una comunidad no incorporada cerca de Grand Junction. Para mantenerse a sí misma y a su bebé sanos y salvos durante la pandemia, pasa la mayor parte del tiempo sola en su casa, mientras su madre trabaja. Jesse, de 19 años de edad, vive en la casa de sus padres y tiene dos trabajos, uno de los cuales es en un restaurante.
La joven pareja espera irse a vivir juntos, pero “necesitamos encontrar un apartamento barato sin que yo tenga que trabajar”, Montgomery dijo. “Quizás [Jesse] venga a quedarse temporalmente conmigo y mi mama después de que [la bebé] nazca”.
La adolescente pasa sus días tratando de mantenerse ocupada limpiando, cocinando y viendo televisión. En una habitación aparte, Montgomery ha reunido ropa para bebé, una cuna, una sillita para el auto, una mecedora, pañales, toallitas húmedas y una colchoneta para jugar, artículos que compró en oferta o usados.
“Me siento sola porque mi novio trabaja mucho, y mi mamá no está”, dijo. “Puede ser deprimente. Estoy pasando más tiempo frente a la pantalla”.
Montgomery tenía un trabajo en la cocina de un asilo de ancianos en Grand Junction cuando descubrió que estaba embarazada. Después de decirle a su jefe que estaba en cinta, la trató “horriblemente”, así que renunció, dijo.
Conoció a Jesse a través de su hermana, una amiga de Montgomery. Se embarazaron a pesar de usar métodos anticonceptivos, dijo.
“Ambos quedamos boquiabiertos, no emocionados; de luto, casi”, recordó. “Fue un mal, mal momento. Yo no quería ser joven, estar embarazada y enfrentar dificultades”.
Después de la conmoción inicial, “decidimos entonces estar juntos”, dijo. “Con lo único que nos sentimos cómodos fue quedándonos [con el bebé]. Mi mamá respondió bien cuando le dije, No estaba contenta, pero me apoyó desde el principio”.
Montgomery fue a su primera ecografía sola, cuando las restricciones relacionadas con la pandemia no permitían que las parejas estuvieran ahí. Desde que esas normas cambiaron, Jesse la acompaña a las citas. Montgomery dice que se siente “afortunada” porque tiene amigas embarazadas a quienes no les dejaron llevar a su pareja a sus citas de atención prenatal.
Jesse la visita todos los días; caminan con sus perros por el río Colorado, no muy lejos de la casa de Montgomery. Ve a sus amigas muy poco, quienes usualmente no se ponen tapabocas ni parecen tomar en serio la pandemia, dijo.
“Tengo miedo de ir a la tienda”, Montgomery dijo. “Es abrumante. Tengo amistades con parientes que se murieron a causa del virus. Una colega de mi mamá estuvo en el hospital con COVID durante ocho semanas. Me aterroriza pensar que yo o la bebé nos contagiemos. Especialmente cuando nazca; tendré miedo de sacarla.
“Me siento más sola. No puedo invitar a mis amigas a la casa o salir a cenar. Me estoy quedando sola, adentro todo el tiempo. Es duro”.
NFP del Condado de Mesa es una división de la versión estatal del programa nacional respaldado por evidencia que asigna a una enfermera certificada (conocida como enfermera personal) a una madre primeriza para que la visite en persona cada semana durante el embarazo y hasta que su hijo cumpla 2 años de edad.
“Es una relación, no solo clínica”, Jensen dijo. “Nos enfocamos en las relaciones entre la enfermera y la cliente, y lo que la cliente realmente quiere. Estamos fortaleciendo a la cliente, identificando sus metas y los pasos para alcanzarlas.
“COVID cambió todo esto. Desde mediados de marzo, ha sido exclusivamente telesalud. Ahora nos reunimos con los clientes por video, con la plataforma Zoom, en lugar de en persona”.
Aproximadamente el 30 por ciento de las clientes de NFP tienen 19 años de edad o menos. Muchas están tratando de completar sus estudios de high school, y todavía se están desarrollando ellas mismas, Jense dijo.
Ayudar a que tanto las clientes como las enfermeras superen los desafíos de la tecnología ha sido difícil, Jensen dijo. El programa proporciona teléfonos inteligentes a las clientes que todavía no tienen uno, y las ayuda a obtener servicio Wi-Fi, acceso a internet y un plan de datos.
Antes de la pandemia, las enfermeras usualmente visitaban los hogares de sus clientes, en donde hablaban sobre diferentes temas e inquietudes que las clientes tuvieran, como el amamantamiento o cómo prepararse para el trabajo de parto. La enfermera también podía evaluar al infante y observar a la madre realizando diferentes tareas para ofrecerle consejos según fuera necesario.
NFP ahora está tratando de recrear la visita a través de una llamada de una hora, lo cual presenta limitaciones, Jensen dijo.
“Muchas de las enfermeras están empleando métodos creativos para seguir cubriendo las necesidades de las clientes en esta nueva modalidad”, dijo. “No sabemos cuánto tiempo seguiremos así. Estamos tratando de sentirnos lo más cómodos posible con este modelo de telesalud”.
La falta de visitas en persona, además de la cancelación de algunas clases presenciales, ha sido más desafiante para las madres adolescentes que tienen muchas preguntas y están acostumbradas a estar más rodeadas de adultos, Jensen dijo. Ha reducido la cantidad de personas en las que pueden apoyarse en sus vidas para responder preguntas, resolver problemas que se presenten, o poder evaluar el bienestar de la madre adolescente.
Zowie Meador, de 18 años de edad y habitante de Parachute, Colorado, tiene fecha para dar a luz el 12 de febrero, y actualmente pasa mucho tiempo sola. Dijo que ha descubierto que usar un tapabocas estando embarazada causa dificultades para respirar, igual que el humo de los incendios constantes.
“Uso [una mascarilla] cuando tengo que hacerlo”, dijo. “Me quedo en casa más”.
Meador vive con sus padres y ve a su novio, también de 18 años, por lo menos una vez por semana. Él vive con sus padres mientras estudia para obtener su diploma de GED y busca un trabajo. Les gustaría quedarse a vivir en Parachute, o en Rifle que queda cerca, si él logra encontrar trabajo. Con la pandemia de COVID-19, “no hay muchas oportunidades laborales en este momento”, Meador dijo.
En la actualidad, los dos hospitales de cuidados intensivos en Grand Junction permiten solo una visita durante el trabajo de parto y nacimiento, y la persona debe usar mascarilla todo el tiempo, dijo Karen Martsolf, portavoz del Hospital Comunitario. Los hospitales del área se coordinaron para establecer las mismas pautas de restricción de visitas, reducir la confusión y asegurar su cumplimiento, según dijo Terri Cavanaugh, portavoz del Centro Médico St. Mary’s, el otro hospital de cuidados intensivos en Grand Junction. Valley View Hospital en Glenwood Springs también ofrece atención durante el parto y permite dos visitas presentes durante el trabajo de parto, y luego una visita después del nacimiento del bebé. (Meador planea dar a luz en Valley View.)
El novio de Maedor o su madre la llevan en automóvil a sus citas prenatales en Silt o Glenwood Springs. A algunas de sus citas fue sola debido a las restricciones por COVID-19 vigentes en ese momento. Como Montgomery, Meador espera que tanto su madre como su novio puedan acompañarla durante el parto.
“Eso me haría un ser humano muy feliz”, dijo. “Pero debido a COVID, no sé”.
Algunas familias de clientes de NFP perdieron su trabajo durante la pandemia, incluidos los padres de adolescentes embarazadas que con frecuencia dependen de su familia para recibir apoyo financiero, dijo Melanie Duyvejonck, una enfermera personal que trabaja en NFP.
“Definitivamente tengo a mamás que renunciaron a su trabajo en restaurantes de comida rápida porque estaban asustadas”, Duyvejonck dijo. “Están en modo de crisis y lidiando con el enojo por la situación. Ya todo era difícil en la vida. Ahora, es más difícil”.
Los beneficios por desempleo ayudan, al igual que la exención de requisitos para renovar en persona los cupones de alimentos y el Programa Nutricional Suplementario para Mujeres, Infantes y Niños. Los clientes ahora pueden renovar esos beneficios por teléfono, lo que ha disminuido una de las tantas responsabilidades que tienen, especialmente para muchas de las adolescentes que reciben servicios de NFP y que no tienen automóvil, Duyvejonck dijo.
La pandemia ha intensificado los sentimientos de aislamiento para las adolescentes embarazadas, y ahora es más difícil tratar los problemas de depresión y con la pareja íntima, Duyvejonck señaló. Usualmente, las enfermeras realizan “evaluaciones sobre la pareja íntima” con las clientes de NFP durante los primeros meses de embarazo. Pero es difícil hacerlo por teléfono porque no hay garantía de que la cliente esté hablando en privado, sin su pareja o uno de sus padres escuchando la conversación. Esto sucede particularmente con las adolescentes embarazadas que viven con sus padres.
“Definitivamente he observado más síntomas de depresión”, Duyvejonck dijo. “Algunas [clientes] han dejado de participar en el programa. Eso es muy duro. Nuestro objetivo es comunicarnos con las mamás más necesitadas, y ellas son las más difíciles de contactar.
“Algunas personas no progresan con visitas por teléfono o internet. Algunas se sienten incómodas al verse en la pantalla. Nosotras estamos sintiéndonos [incómodas] también; imagínate cómo estarán sintiéndose nuestras adolescentes”.
Hilltop’s B4 Babies & Beyond es un programa de Grand Junction que ayuda a las familias para que obtengan acceso a seguro médico económico. Meador dijo que B4 Babies & Beyond la ayudó a encontrar un dentista y solicitar Medicaid.
Mellisa Sedillo, la especialista en clientes e intermediaria bilingüe, maneja una camioneta para ir a recoger a clientes embarazadas que solo hablan español y las lleva a sus citas prenatales. Usualmente se queda con ellas en las citas e interpreta la conversación entre la cliente y el proveedor médico. Este año, sus clientes incluyeron a dos adolescentes de 16 y 17 años de edad.
El programa de Sedillo dejó de funcionar durante tres meses después de que la pandemia empezó, y sus clientes perdieron a su intérprete con quien tenían una relación establecida. En lugar de esos servicios, la interpretación se hizo de forma virtual con un intérprete diferente que se aparecía por computadora cada vez.
“Fue difícil porque al principio empecé con ellas”, Sedillo dijo. “Luego, tuvieron que compartir sus sentimientos e inquietudes con alguien en un iPad”. Además, es culturalmente difícil para las mujeres hispanas en particular cuando el intérprete es varón y un desconocido, agregó.
Después de acompañar a la mujer por nueve meses, a Sedillo con frecuencia la invitaban al parto. Aunque los servicios de transporte e interpretación están disponibles nuevamente, Sedillo ya no asiste a los partos debido a las normas actuales de permitir solo una visita en los hospitales de Grand Junction.
Montgomery dijo que está nerviosa de su próximo parto porque COVID-19 está “dando vueltas” y por la probabilidad de que su mamá no pueda estar en la habitación con ella. Dijo que espera que no aumenten los casos y que se vea obligada a usar una mascarilla durante el trabajo de parto. Y aunque está haciendo todo lo posible por quedarse en casa y mantenerse sana y salva, su mamá y su novio tienen que trabajar, así que existen riesgos, dijo.
“Solo tengo 16 años y será un gran cambio tener un bebé”, dijo. “Mi mamá y Jesse ambos trabajan mucho. Recaerá sobre mí.”
Meador no se suscribió al programa de NFP porque está muy ocupada trabajando de tiempo completo en el McDonald’s de Rifle y haciendo tarea en línea antes de trabajar. Además, a veces también tiene que hacer tarea después del trabajo, y su turno termina a las 10 p.m. Hubiera sido difícil agregar más cosas a su calendario, dijo.
Con respecto al futuro dice: “Espero ser una madre exitosa y que el bebé sea feliz, más que nada”.