Una publicación de The Colorado Trust
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Miembros jóvenes en North High School en Denver se pronuncian en contra de la trayectoria de la escuela a la prisión durante la Semana de Acción – Dignidad en las Escuelas 2015. Fotografía proporcionada por Padres & Jóvenes Unidos

Poder comunitario

Las uniones de maestros reconsideran la disciplina

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Durante los últimos dos años, las uniones locales, estatales y nacionales de maestros han pasado por un proceso que uno de los líderes locales en Colorado describe como un “mar de cambios” en sus actitudes hacia los problemas disciplinarios de los estudiantes y la manera en que deben abordarlos los maestros.

En el pasado, las uniones abogaban por los derechos de los maestros de expulsar a los estudiantes con mala conducta de sus salones, y se enfocaban menos en el impacto que esto podría tener en los estudiantes.

El enfoque de la Asociación Nacional de Educación (NEA, por sus siglas en inglés) era asegurarse de que las escuelas fueran “lugares seguros, felices, productivos”, dijo Kerrie Dallman, presidenta de la Asociación de Educación en Colorado (CEA, por sus siglas en inglés), la agencia estatal afiliada a NEA.

Sin embargo, ahora, Dallman dijo, hay un nuevo enfoque: las realidades del racismo institucionalizado en las prácticas disciplinarias y el efecto que estas tienen en los estudiantes de color.

Trabajando con el grupo Padres & Jóvenes Unidos, un beneficiario de The Colorado Trust, CEA ha apoyado un programa piloto de prácticas restaurativas en las escuelas de Denver. (Hay escuelas en otras partes de Colorado que también están utilizando un método similar.) El objetivo, Dallman explicó, es reducir la trayectoria de la escuela a la prisión que se desarrolló debido a políticas disciplinarias de cero tolerancia populares durante la mayor parte de los últimos 20 años.

Las políticas de cero tolerancia pueden criminalizar el mal comportamiento de un estudiante, especialmente en las escuelas que cuentan con una presencia policiaca de tiempo completo. Bajo este tipo de políticas, los estudiantes han sufrido suspensiones y hasta sido arrestados por infracciones relativamente menores. Esto puede resultar en una serie de crisis en cascada, dejando a los estudiantes fuera de la escuela y encaminándolos hacia las puertas de la prisión. Estudios de investigación que Padres & Jóvenes Unidos llevó a cabo encontraron que dichas prácticas en Colorado afectan de manera desigual a los estudiantes de color.

Daniel Kim, director de organización juvenil en Padres & Jóvenes Unidos, dijo que el apoyo de las uniones por las políticas disciplinarias menos severas tiene el potencial de cambiar drásticamente la situación.

“En el pasado, la postura tradicional de las uniones ha sido proteger la decisión de los maestros con respecto a problemas disciplinarios, lo cual se entiende hasta cierto punto”, Kim dijo. “Pero… cuando las prácticas dañan a los niños, eso no está bien”.

El mes de mayo pasado, NEA publicó una declaración política sobre “la disciplina y la trayectoria de la escuela a la prisión”. Este documento prometió lanzar una campaña educativa sobre “los problemas y desigualdades en la disciplina escolar” y crear políticas disciplinarias modelo que enfaticen métodos como las prácticas restaurativas.

Alrededor de esa misma época, Randi Weingarten, presidente de la Federación Americana de Maestros (AFT, por sus siglas en inglés), la otra unión nacional más importante, ofreció una mea culpa en una carta publicada en la revista para los miembros de la AFT.

“Muchas personas han pedido que reevaluemos las políticas conocidas como de cero tolerancia”, Weingarten escribió. “Estas políticas fueron promovidas por personas, incluyéndome a mí, que tenían la esperanza de que estandarizaran los métodos disciplinarios y liberaran a los estudiantes de las interrupciones de sus compañeros con mala conducta; es análogo a la teoría de la vigilancia de ventanas rotas. Estábamos equivocados”.

Dallman recordó un par de incidentes cuando enseñaba en una escuela preparatoria en el condado de Jefferson, en los tiempos en que cero tolerancia era la norma. Se suspendía a los estudiantes por portarse mal cuando, en retrospectiva, ciertas medidas más moderadas hubieran funcionado mejor para todos.

“No tenía las habilidades para lidiar con estos problemas complejos de comportamiento”, Dallman dijo. En la actualidad, a muchos maestros les siguen faltando este tipo de habilidades, agregó. “Mis experiencias han reforzado mi deseo de ayudar a los maestros a enfocarse en adquirir más habilidades para lidiar con estos problemas, y de ayudar a los estudiantes a adquirir las habilidades que necesitan para lidiar con sus emociones de manera productiva”.

Los problemas disciplinarios en las escuelas usualmente surgen a raíz de problemas de salud, Dallman dijo. “Muchos de los niños que se portan mal lo están haciendo debido a algo más que está pasando en sus vidas”.

Si las escuelas contaran con los recursos para tratar mejor la salud social y emocional de sus estudiantes, “veríamos una disminución en el número de suspensiones y expulsiones”, Dallman agregó.

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