Una publicación de The Colorado Trust
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Allie Martin, quien tiene 17 años y vive en Greeley, Colorado, ha estado recibiendo tratamiento para la depresión por años, lo que con frecuencia representa un gasto importante para su mamá. (Los nombres en esta historia se cambiaron por razones de privacidad.) Fotografías de Eli Imadali / enviado especial de The Colorado Trust

Cuidados de salud

La larga y costosa trayectoria de una familia en Colorado para obtener atención vital para la salud mental de su adolescente

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Durante gran parte de su infancia, Allie Martin fue una niña feliz: positiva, extrovertida, siempre con ganas de ayudar a las personas. Pero alrededor de 2019, cuando Allie estaba en el octavo grado en una escuela de Greeley, Colorado, eso cambió.

“Su personalidad se volvió un poco oscura”, recuerda la mamá de Allie, Melissa. (Ambos nombres se cambiaron para proteger la privacidad de Allie.) Allie empezó a aislarse. No quería que la abrazaran, y dejó de bañarse con regularidad, según Melissa.

“Aún antes de COVID, empecé a tener desafíos”, dijo Allie, quien ahora tiene 17 años. Para lidiar con su ansiedad y depresión, Allie empezó a reunirse semanalmente con la consejera de su escuela. Allie recuerda que el apoyo la ayudó, pero la consejera terminó diciéndole a Melissa que sería beneficioso para Allie recibir tratamiento adicional para su salud mental.

Así que Melissa encontró una terapeuta externa con quien Allie empezó a reunirse cada dos semanas. La atención no fue muy buena.

“Ella como que trató de ser más una amiga que una consejera”, Allie dijo, y explicó que la mujer no le dio a Allie las herramientas ni la orientación para ayudarse a sí misma. En lugar de eso, la consejera le decía frases triviales como, “Vas a estar bien” o “solo tienes que seguir avanzando”.

A pesar del apoyo poco útil, “no teníamos muchas opciones”, Melissa dijo. Eso es debido a que, después de llamar a muchos psicólogos, esa consejera terminó siendo una de las pocas que el seguro de Melissa cubría. Hasta con seguro privado, cada sesión le costaba a Melissa $50 de su propio bolsillo, un costo considerable para esta madre soltera.

“Siempre he tenido un buen trabajo”, dijo Melissa, una asistente administrativa. Los ingresos de Melissa son lo suficientemente altos como para que no reúna requisitos para solicitar Medicaid ni otros programas de asistencia gubernamental. Sin embargo, son lo suficientemente bajos como para que gastar $50 adicionales por cada sesión de terapia “mate el presupuesto”.

Sus fondos son tan limitados que al final de cada mes, con frecuencia Melissa busca por su casa para ver qué puede vender en Facebook Marketplace para hacer las compras del supermercado. Pagar por las sesiones de terapia de Allie era un desafío, pero Melissa estaba dispuesta a hacer todo lo posible para que recibiera ayuda.

La crisis de salud mental entre los adolescentes de Colorado está empeorando. Debido a los obstáculos como el costo y el acceso, un sinnúmero de familias como la familia Martin enfrentan desafíos para obtener la ayuda que sus hijos necesitan.

“La depresión y ansiedad se están multiplicando”, dijo Michele Lueck, directora ejecutiva de Partners for Children’s Mental Health e instructora principal clínica en el Departamento de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado. En 2021, el 39.6 por ciento de los estudiantes de escuelas medias y high school tuvieron síntomas de depresión, un aumento en comparación con el 31.4 por ciento en 2017, según la encuesta Healthy Kids Colorado.

Además, “vemos departamentos de emergencia abrumados, no solo en Children’s Hospital, pero en otros hospitales por todo el estado”, Lueck dijo. En mayo de 2021, Children’s Hospital Colorado declaró un estado de emergencia debido a la salud mental en los adolescentes ya que las salas de emergencia y hospitalización pediátrica se vieron “abrumadas con jóvenes tratando de suicidarse y sufriendo con otras formas significativas de enfermedades de salud mental”, Jena Hausmann, directora ejecutiva de Children’s Hospital Colorado, dijo en un comunicado de prensa. En mayo de 2022, el sistema hospitalario reportó que la situación estaba empeorando.

Una combinación de factores, incluidos el aislamiento social por la pandemia de COVID-19, la falta de profesionales dedicados a la salud del comportamiento y la cobertura inadecuada para cuidar de la salud mental, han contribuido a la crisis, Lueck dijo. Tanto la ley federal como la ley del estado de Colorado obligan que haya una paridad en la cobertura de salud mental; esencialmente, los aseguradores de salud deben cubrir la atención para la salud mental y del comportamiento de la misma forma que cubren el tratamiento por otras condiciones, como la diabetes o la hipertensión.

Sin embargo, Lueck dijo, “sabemos que el cumplimiento no ha sido tan fuerte como la ley misma”. Cerca del 9.6 por ciento de los niños en Colorado con seguro médico privado, o alrededor de 22,000 niños, no tienen cobertura para la salud mental, según un informe de Mental Health America publicado en 2021. Además, muchos profesionales que ofrecen servicios privados de salud mental no aceptan Medicaid ni otras formas de seguro, limitando aún más el acceso a la atención.

“Es realmente difícil encontrar a personas que puedan proporcionar atención a un grupo demográfico en particular, en este caso de adolescentes, que también estén aceptando seguro o Medicaid”, dijo Ray Merenstein, director ejecutivo de la oficina en Colorado de la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales.

Ciertos grupos demográficos, incluidas personas de color, aquellas con bajos ingresos, integrantes de la comunidad LGBTQIA+ y quienes viven en áreas rurales de Colorado, enfrentan obstáculos aún mayores para tener acceso a atención, Merenstein dijo.

Se está trabajando para aminorar la crisis. El año pasado, por ejemplo, los legisladores en Colorado aprobaron la propuesta de ley 21-1258 de la Cámara de Representantes, la cual creó un programa llamado “Yo importo” que proporciona a los adolescentes hasta seis sesiones gratis de terapia después de que realizan una evaluación en línea. Además, un grupo de trabajo dedicado a mejorar la Oficina para la Salud del Comportamiento y crear una Administración para la Salud del Comportamiento terminó su trabajo a principios de este año. El grupo de trabajo propuso que aproximadamente $111 a $141 millones de los fondos federales de asistencia por la pandemia se usaran para mejorar los recursos de salud mental adolescente, servicios comunitarios e integraciones de atención para la salud conductual escolar y pediátrica.

Hasta con eso, queda mucho por hacer.

“Los sistemas establecidos ahora no están ofreciendo atención a todos los que la necesitan”, Lueck dijo. Por ejemplo, más de un tercio (39.3 por ciento) de los niños en Colorado con depresión no recibieron ningún tipo de atención para la salud mental en 2021; y más de la mitad (56.9 por ciento) de los niños con depresión grave no recibieron atención constante, según un informe de Mental Health America en 2021.

Y hasta cuando las familias pueden tener acceso a atención, no siempre es lo suficientemente adecuada para abordar el problema de sus hijos.

Tomemos en cuenta a Allie, por ejemplo. Después de reunirse con la consejera externa por seis meses, su estado de ánimo empeoró. Empezó a beber vodka antes de ir a la escuela. Luego, la pandemia de COVID-19 llegó.

“COVID llegó y mi salud mental se fue directamente al sumidero”, Allie dijo. En abril de 2020, aislada en su hogar durante los cierres, Allie trató de matarse: tomó una gran cantidad de Benadryl, pensando que sería suficiente para acabar con su vida.

Melissa se enteró de su intento y llevó a Allie a Mountain Crest Behavioral Health Center en Fort Collins, donde Allie permaneció por cinco días. Su estadía en el hospital, Allie recuerda, fue difícil, principalmente porque no había mucha interacción entre el grupo debido a las restricciones por COVID-19. En lugar de eso, los adolescentes pasaban la mayor parte del tiempo solos en sus habitaciones.

Además, Allie se acordó de que una consejera de ahí respondió negativamente cuando ella compartió sus traumas anteriores. Allie no recuerda exactamente lo que la mujer dijo, pero “esencialmente, sentí como que me dijo que era una puta”. Más tarde esa noche, Allie se lastimó en el hospital, y cuando la mujer se enteró, “como que no le importó”.  UCHealth, la cual administra Mountain Crest Behavioral Health Center, se rehusó a ofrecer un comentario para este artículo.)

Allie regresó a casa sintiéndose “no muy bien”, recuerda. Como es protocolo después de un intento de suicidio, Melissa guardó todos los cuchillos, medicamentos y alcohol bajo llave en la casa, lo cual hizo que Allie se sintiera peor.

“Como que sentí que ‘oh, realmente estoy loca’, como que todos me ven como una persona loca”, Allie dijo. “Estaba teniendo desafíos, pero no iba a agarrar un cuchillo y acuchillarme, como que parecía una locura”.

Después de eso, Melissa buscó atención más especializada para Allie en North Range Behavioral Health en Greeley. En North Range, Allie empezó a reunirse con una profesional de salud mental cada semana, y le recetaron un medicamento para tratar la ansiedad y depresión.

“Pasamos por como cuatro o cinco medicamentos diferentes”, Allie recuerda. “Y, sabes, fue como ‘este no hace nada. Con este, literalmente, no puedo funcionar. Con este, siento que voy a vomitar todo el tiempo. Realmente es un largo proceso de intentar y errar, lo cual verdaderamente es difícil”.

La adolescente siguió asistiendo a sus sesiones de terapia en North Range, pero el seguro de Melissa dejó de cubrir la atención después de que alcanzó el límite de 12 sesiones en su póliza. Melissa dejó de pagar las facturas porque no podía costearlas, y el departamento de contabilidad del centro no la buscó. Su enfoque, Melissa dijo, era solo asegurarse de que Allie siguiera viva.

Allie continuó teniendo desafíos con su salud mental. Trató de suicidarse dos veces más y regresó a un hospital para la salud del comportamiento tres veces más en menos de 12 meses. Algunas de esas hospitalizaciones fueron más útiles que otras, Allie recordó.

Por seis meses seguidos, cuando Allie estaba en casa entre una hospitalización y otra, Melissa se preparaba mentalmente cada mañana al abrir la puerta de la habitación de Allie.  “Tomaba este respiro y era casi como, ¿puedo oler a muerte?”

Melissa sabía que Allie necesitaba atención más avanzada pero no tenía idea de cómo pagaría por ella. En 2020, entre sesiones de terapia, visitas a salas de emergencias y estadías en hospitales, Melissa gastó alrededor de $12,000 de su propio bolsillo en la atención para la salud mental de su hija, gastos que agotaron todos sus ahorros. Le pedía dinero prestado a toda persona que podía.

“Hubo varias veces en las que pensé, ‘¿dejo mi trabajo y solicito Medicaid para que reciba la atención que necesita?’ Porque así es como podría haberme asegurado de que recibiera ayuda”, Melissa dijo. “Eso me hace sentir como un fracaso, aunque estaba tratando de ayudar a mi hija”.

Melissa y Allie.

Melissa empezó a tener pensamientos mórbidos sobre lo que sucedería si no podía conseguir más ayuda para Allie. ¿Qué canciones tocaría en su velorio? ¿Qué fotos usaría?

“Si no tienes lo que percibes como una crisis de salud mental en tus manos, no lo entiendes”, Melissa dijo. “No entiendes lo difícil que es”.

Luego, una bendición: el personal de North Range le dijo a Melissa que ella y Allie probablemente eran candidatas para recibir apoyo bajo la Ley de Tratamiento para la Salud Mental de Niños y Adolescentes de Colorado (CYMHTA, por sus siglas en inglés). Esta ley de 2018 permite que las familias que no reúnen requisitos para recibir Medicaid tengan acceso a servicios de tratamiento para la salud mental de sus hijos.

La legislatura de Colorado aprobó la CYMHTA como una actualización a la ley que primero promulgó en 1999. Tiene como objetivo ser una alternativa a que se involucre a la agencia de protección de menores. Antes de la ley, las familias sin seguro médico o con seguro insuficiente cuyos hijos necesitaban tratamiento intensivo para la salud mental a veces usaban ese método. Para tener acceso a fondos, estas familias se ponían en contacto con los Servicios de Protección Infantil, quienes iniciaban acciones de “dependencia y negligencia”, aunque no hubiera ningún tipo de abuso ni negligencia en el hogar.

Que hubiera una acción abierta por dependencia y negligencia a veces tenía consecuencias inadvertidas, como que los padres perdieran sus derechos parentales o enfrentaran problemas laborales. “CYMHTA se diseñó para cubrir a ese grupo en particular”, dijo Stacey Davis, la gerenta de programas de CYMHTA en la Administración para la Salud del Comportamiento de Colorado.

En el año fiscal 2021 del estado, 246 niños y adolescentes en Colorado recibieron servicios a través de la ley, un aumento del 33 por ciento en comparación con el año anterior y la cantidad más alta en la historia. Sin embargo, decenas de miles de otros niños en Colorado no tienen acceso a recursos de atención para la salud mental.

“Desearía que fuera más fácil para las personas encontrar lo que necesitan”, Melissa dijo.  “Si estás [pasando por] una crisis como nosotros lo estábamos, el día a día importa. Si tardo años en obtener la ayuda que necesito, estoy tomando riesgos con la vida de mi hija”.

Melissa solicitó asistencia bajo el programa de CYMHTA y la aprobaron a principios de 2021. Desde entonces, solo ha tenido que pagar de su bolsillo el 7 por ciento de las facturas relacionadas con la salud mental de Allie. Con ese apoyo, Melissa logró conseguir más atención para Allie y con mayor frecuencia: terapia dos veces por semana, incluidas sesiones con una consejera para el abuso de sustancias; neurorretroalimentación dos veces por semana (un tipo de terapia que afirma ayudar a regular las ondas cerebrales); y, citas con una psiquiatra cada dos meses. Allie finalmente está tomando un medicamento que funciona, y este ha marcado una gran diferencia, Melissa dijo.

Sin el apoyo financiero que el programa de CYMHTA ofrece, “sé en mi corazón y con mis instintos que hubiera podido seguir luchando, pero ella no estaría aquí”, Melissa dijo. “Lo que podía obtener con el seguro no iba a salvarla”.

Ahora, Allie está en su penúltimo año de high school. La vida no es perfecta, y todavía hay desafíos, pero ha progresado en el manejo de su salud mental. Redujo sus sesiones de terapia a una vez por semana y su consejera recientemente le dijo que podían reunirse con menor frecuencia si ella quería.

En su tiempo libre, a Allie le gusta tomar fotografías y crear arte. Muchas de sus obras de arte se relacionan con la salud mental, y su consejera ha colgado algunas de sus obras enmarcadas en su oficina. Además, tiene un trabajo en un restaurante local. Le está yendo bien en la escuela. Y sueña con cursar una carrera en fotoperiodismo.

“Siempre hay drama y desafíos en high school, y ansiedad, pero porque tenemos esta atención constante…eso realmente la ha estabilizado”, Melissa dijo.

Pensando hacia el futuro, Allie no sabe muy bien qué es lo que espera. “Estoy tratando de no planear mucho por adelantado”, dijo, “porque no quiero estar absorta en los detalles”.

Lo que sí es seguro es que ahora está mejor preparada para manejar cualquier obstáculo de salud mental que se interponga en su camino.

“Tengo mi red básica de personas, de habilidades para salir adelante”, dijo.

Traducido por Alejandra X. Castañeda

Jenny McCoy

Periodista independiente
Boulder, Colo.

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