Después de que Hassan Latif y Sean Taylor deslizan sus brazos en los chalecos de seguridad color neón y acomodan cascos en sus cabezas, entran por el umbral en construcción de su proyecto residencial anhelado y empiezan a catalogar los datos que dieron como resultado este terreno lodoso en Aurora:
Si de desafíos encontrando vivienda al salir de la cárcel se trata, Latif concluye, él y Taylor tienen experiencia. Después de todo, Latif dijo, “fuimos compañeros de celda”.
Latif es director ejecutivo y Taylor es subdirector del Centro para la Segunda Oportunidad (Second Chance Center, en inglés) para personas que han estado en la cárcel. El centro tiene planeado inaugurar en enero de 2020 este proyecto residencial de 50 unidades con apoyo permanente en Aurora. Bautizado como Providence at the Heights (PATH), el proyecto de construcción está usando $10 millones en créditos fiscales federales para un complejo que albergará a personas previamente encarceladas, personas que están tratando de superar la falta de hogar y aquellas con problemas de salud en el comportamiento y que necesitan apoyo en donde viven.
El edificio PATH está en camino a completarse dentro del presupuesto y de la fecha de término originales. Tendrá en alquiler 40 apartamentos de una recámara y 10 unidades con dos recámaras. El Centro para la Salud Mental de Aurora proporcionará ahí mismo servicios para la salud mental y de recuperación de adicciones, con salas para reuniones en grupo e individuales. Un taller para reparar bicicletas ayudará a los residentes con lo que el centro dice es el método de transporte más común entre sus clientes. Se planea tener una peluquería para ayudar con el cuidado personal en preparación para entrevistas de trabajo y como un lugar casual para reunirse. Los residentes podrán pedir una laptop prestada o usar el equipo de computación que estará disponible en el edificio.
Todos los elementos se diseñaron con base en los ocho años de éxito que el Centro para la Segunda Oportunidad ha tenido ayudando a las personas en libertad condicional navegando sus nuevas vidas y en las experiencias personales de personas como Latif y Taylor. Después de pasar 18 años en prisión por robo a mano armada, en 2006 Latif estuvo gran parte de su primera vez en libertad durmiendo y trabajando en un automóvil.
“Cuando existe un elemento de inestabilidad con la vivienda, afecta todo lo demás que intentas hacer”, dijo. “Si no sabes dónde dormirás por la noche, es difícil levantarse al día siguiente e ir a una entrevista de trabajo, etcétera”.
Mejorar las transiciones de los prisioneros y evitar la reincidencia son cruciales en los esfuerzos actuales para reformar el sistema penal y de justicia. Muchos de estos esfuerzos reconocen las marcadas inequidades en las políticas relacionadas con las condenas y el encarcelamiento. Existe una sobrerrepresentación de personas de color y de comunidades con menores ingresos en las prisiones de Estados Unidos; Colorado no es la excepción.
Según se señaló durante recientes esfuerzos para “prohibir la casilla” en solicitudes laborales, un informe de la ACLU remarcó que mientras que las personas afroamericanas constituyeron el 4 por ciento de la población en Colorado en 2017, representaron el 18 por ciento de las personas encarceladas. Existe una sobrerrepresentación similar entre las personas latinas, ya que constituyeron el 19 por ciento de la población en el estado pero el 32 por ciento de aquellos detrás de las rejas.
De acuerdo con el mismo informe de la ACLU, en 2014 Colorado tuvo la novena tasa más alta de personas afroamericanas encarceladas en el país y la cuarta más alta de personas latinas, por cada 100,000 adultos.
Mientras tanto, las tasas de reincidencia siguen siendo altas en Colorado. La tasa de reincidencia más reciente (personas a quienes las arrestan otra vez dentro del primer año después de salir de la cárcel) que publica el Departamento de Correccionales de Colorado fue del 48.1 por ciento, bastante más arriba del promedio nacional.
“De los cerca de 54,000 crímenes graves archivados en el estado en 2018, [el 50 por ciento] fueron en contra de personas que ya figuraban en el sistema de justicia penal o tenían antecedentes penales”, según un artículo de Colorado Public Radio. Un fiscal citado en la historia describió este porcentaje como “letal”.
Brian Crenshaw, 56, ha trabajado durante los últimos cinco años evitando formar parte de esa estadística desde que salió de la cárcel donde estuvo dos años y medio por un crimen grave. Encontró el Centro para la Segunda Oportunidad, con sede en Aurora y no lejos del nuevo proyecto residencial, donde le asignaron un gerente de caso.
“Me rodearon con nada más que interés”, Crenshaw dijo. “Ser un exconvicto hace realmente difícil encontrar una vivienda apropiada. Tenía crímenes graves en mis antecedentes que serían muy poco atractivos para la mayoría de los propietarios por aquí”.
Crenshaw dijo que entiende cuando los propietarios, vecinos y empleadores instantáneamente reaccionan de forma negativa frente a la presencia de personas previamente encarceladas. “El problema es, tienes que empezar por algún lado”, agregó. “Denles a las personas la oportunidad de demostrar que han cambiado. [El centro] permite que las personas que demuestran haber cambio reingresen a la sociedad”.
Crenshaw planea estar presente cuando las personas con las que “caminó en el patio” de la cárcel salgan en libertad y estén buscando ayuda. El centro lo contrató como parte del personal de mantenimiento cuando PATH abra sus puertas.
El método del Centro para la Segunda Oportunidad, de hacer de todo por las personas con antecedentes penales dispuestas a trabajar por una vida más sana y mejor, tiene un historial rentable para quienes invierten en él. Quienes reciben servicios de consejería a través del centro tienen un tasa de reincidencia de menos del 10 por ciento. En el periodo más recientemente reportado a las agencias de monitoreo, la tasa de reincidencia fue de menos del 6 por ciento, Latif dijo.
“Estas fuentes de financiamiento [para PATH], nos investigaron más que a sus proyectos normales”, Latif dijo. “Investigaron cada nivel de nuestros empleados”, muchos de los cuales han estado en la cárcel, señaló. “¿Podemos administrar esta fuente de recursos tan grande? [Las personas que financiaron PATH] no lo hicieron por que tienen un corazón bondadoso: son empresarios”.
La mayor parte de los fondos para construir PATH provienen de $10 millones en créditos fiscales de viviendas para personas con bajos ingresos comprados por inversionistas que trabajan con el Fondo de Capital Nacional (National Equity Fund en inglés), una organización no lucrativa que conecta a compañías constructoras con causas sociales. Las normas del programa de créditos fiscales federales obligaron a que se expandiera la disponibilidad de unidades a más grupos con bajos ingresos. Por lo tanto, el Centro para la Salud Mental de Aurora será el agente que monitoreará a los residentes que hayan estado en la cárcel, sin vivienda o ambos.
Entre aquellas personas que no reúnen requisitos para vivir en una unidad de PATH son personas condenadas por delitos sexuales, incendios provocados o producción de metanfetamina. A las personas condenadas por delitos violentos no las excluyen inmediatamente y las evalúan caso por caso. El tiempo que haya pasado desde que se cometió el delito es un factor importante para determinar si pueden vivir en PATH, Latif dijo.
Los candidatos a residentes reunirán los requisitos financieros si ganan hasta el 30 por ciento de los ingresos medios en el área, o cerca de $21,000. De ahí se les pedirá que paguen un alquiler del 30 por ciento de sus ingresos y la diferencia se cubrirá con cupones de la autoridad de vivienda estatal.
Cuando Latif y Taylor visitan el edificio en construcción, ven recordatorios físicos de oportunidades y obstáculos. En el segundo piso, miran hacia el sur a través de una abertura sin ventana, directamente a los patios de sus vecinos en Tollgate Park. Los diseños para el edificio de PATH originalmente incluían un techo ecológico para ahorrar en electricidad y un huerto terapéutico, pero los planificadores se dieron cuenta de que vecinos nerviosos se sentirían incómodos con exprisioneros observándolos desde arriba. Algunos vecinos hasta sugirieron eliminar totalmente las ventanas en las paredes de los departamentos que dan al sur.
Latif, cuya manera común de hablar es calmada y cordial, decidió hacer algo totalmente diferente a lo sugerido.
“Nuestra solución fue poner una ventana gigante”, dijo riéndose entre dientes.
La resistencia no era su estrategia hace un año, cuando la propuesta para construir PATH se enfrentó a una respuesta negativa de personas que no querían que se construyera en su vecindario durante una junta del Consejo de la Ciudad de Aurora. PATH necesitaba la aprobación del plan en el pequeño terreno que había adquirido de la iglesia adjunta, Elevation Christian Church, la cual apoya el proyecto residencial.
Antes de la junta y votación del consejo, las partidarios de PATH visitaron cientos de hogares en el vecindario para explicar el proyecto y contestar preguntas. La junta del consejo duró más de cinco horas, con un par de docenas de personas que se oponían al proyecto llamándolo una amenaza contra “la integridad” de las familias cercanas. Dijeron estar preocupadas por la falta de suficientes espacios para estacionarse, por el tamaño del edificio en comparación con las casas unifamiliares y por el comportamiento potencial de los residentes con antecedes penales o que venían de vivir en las calles.
El consejo votó 6 a 5 para que el proyecto de PATH avanzara. Los líderes de PATH dicen que tratan de no tomarse a pecho las objeciones contra los programas de exprisioneros y que estas personas deben continuar haciéndose responsables por sus acciones en el pasado.
“No es un contratiempo. Es una motivación. Depende de nosotros destruir esos sentimientos”, Taylor dijo. “Le decimos a la gente que espere eso; dejamos malas huellas”.
El floreciente movimiento a favor de la justicia penal en el país tendrá que abordar los problemas de vivienda para progresar de verdad, al igual que la reunificación familiar, los servicios para la salud mental y la equidad en el empleo, dijo David Pyrooz, PhD, profesor adjunto de sociología en la Universidad de Colorado. Pyrooz, quien estudia criminología, dijo que en las prisiones de Colorado hay aproximadamente 20,000 personas y miles de ellas salen libres cada año. “Si queremos reintegrarlas [a la sociedad] y no queremos pagar por cadenas perpetuas, necesitan tener un lugar donde ir”, dijo.
Cuando las comunidades no trabajan para darles vivienda a exprisioneros, la reincidencia no termina nunca, Pyrooz dijo. Está participando en un estudio longitudinal de miles de prisioneros en Texas; una serie de preguntas en el estudio reveló que más de un tercio de personas previamente encarceladas cambiaron de vivienda por lo menos una vez en los 10 meses después de salir en libertad. En comparación, datos del Censo de EE. UU. muestran que alrededor del 10 por ciento de la población en general se muda dentro de un año determinado, Pyrooz señaló.
Lógicamente, los vecinos tendrán preguntas, Pyrooz dijo, aunque cree que muchas casas de vivienda transitoria (halfway houses, en inglés) en Colorado, donde los residentes reciben menos apoyo que el que el Centro para la Segunda Oportunidad ofrece, igual funcionan sin problemas con la comunidad.
“Si logran demostrar su éxito, eso podría ser bastante convincente” para recibir apoyo en futuros proyectos, Pyrooz dijo. “¿Qué tipo de reincidencia tienen? ¿Cómo es su vivienda? ¿Están encontrando empleo? ¿Por cuánto tiempo están dependiendo de eso y qué tipo de vida tienen después?”
Un elemento clave del método que utilizan el centro y PATH para el éxito a largo plazo, Latif dijo, es animar a sus clientes a considerarse parte de un objetivo mayor. El éxito cuantificable en la reducción de la reincidencia atrae a inversionistas, subsidios, apoyo de funcionarios del sistema correccional y, finalmente, la aprobación de la comunidad.
“A nuestra gente le decimos: mientras más hagan ustedes, más podremos hacer nosotros”, Latif dijo.
Los creadores de PATH quieren que el edificio de departamentos sea el primero de varios, no el único. “Esto solo está abordando la punta del iceberg. Esperamos que nuestro trabajo aquí sea un modelo para las personas que quieran desarrollar otras viviendas”, Latif dijo.
“Nuestra esperanza más profunda es que las personas que se opusieron a este proyecto, en dos años se pregunten a sí mismas: ¿qué diablos estaba pensando?”