Laura Gallardo es ingeniera química con experiencia, capaz de llevar a cabo iniciativas de control de calidad en productos para compañías multinacionales en sus laboratorios de alimentos. Pero no quiso incluir su licenciatura universitaria en su currículum hace 20 años, después de salir huyendo a Estados Unidos desde Chihuahua, México, debido a la violencia. En Estados Unidos, los únicos trabajos que pudo encontrar sin hablar inglés fueron como encargada de la parrilla en McDonald’s y Burger King.
“Sentí mucha vergüenza intentando solicitar un trabajo que no era parte de mi carrera profesional”, Gallardo dijo, ahora hablando inglés casi perfectamente.
No estaba contenta, comiendo comida rápida tres veces al día, sin cuidar de su salud y sintiendo que había perdido su tiempo y asistido a la universidad sin razón.
“Estaba muy, muy frustrada”, Gallardo agregó.
Gallardo vivió lo que se conoce como el “desperdicio de cerebros”—es decir, profesionales capacitados haciendo trabajos poco cualificados. En Colorado, el 27 por ciento de las personas nacidas en el extranjero cuentan con una licenciatura o estudios de posgrado, según aproximaciones de la Encuesta Comunitaria Americana de 2015, en comparación con el 39 por ciento de las personas en todo el estado. Pero los inmigrantes tienen menos probabilidad que las personas con licenciaturas nacidas en Estados Unidos de tener una profesión relevante a sus estudios universitarios.
Los obstáculos que enfrentan incluyen su habilidad de hablar inglés, comprobar que su experiencia y estudios en el extranjero cumplen con los estándares de Estados Unidos, pasar exámenes de licencias profesionales y certificaciones, la falta de conexiones sociales y la discriminación.
En Colorado, cerca del 23 por ciento de las personas nacidas en el extranjero que cuentan con estudios universitarios están desempleadas o hacen trabajos poco cualificados, en comparación con el 19.5 por ciento de los trabajadores nacidos en Estados Unidos, según un análisis de datos del censo que llevó a cabo el Instituto de Políticas Migratorias. La diferencia en Colorado es menor que en los estados vecinos de Utah y Wyoming, en donde más del 27 por ciento de los inmigrantes con estudios universitarios están subempleados, según las investigaciones del Instituto.
El nivel socioeconómico, las conexiones sociales y la calidad y las condiciones de trabajo son determinantes sociales de la salud—es decir, los factores estructurales y sociales que afectan la salud de una persona y de una comunidad.
Los investigadores han analizado la pregunta de cómo el trabajo afecta de muchas formas la salud y el bienestar de una persona. Los trabajadores con un nivel socioeconómico más alto generalmente son más sanos que los trabajadores que ganan menos u ocupan un nivel socioeconómico más bajo. Un estudio canadiense encontró que era más probable que los participantes con estudios universitarios que estaban sobrecualificados para su trabajo reportaran que su salud había empeorado durante un periodo de cuatro años en comparación con sus colegas. Mientras tanto, los investigadores siguen analizando qué pasa con la salud de los inmigrantes en particular cuando bajan de nivel en sus profesiones.
Algunas organizaciones en Colorado están trabajando para ayudar a los profesionales capacitados en el extranjero a superar el desperdicio de cerebros y regresar a su campo de estudios. Estos servicios incluyen consejería laboral con el objetivo de explicar las diferencias culturales a veces confusas y ayuda para cumplir con los requisitos burocráticos, incluyendo cómo pasar los exámenes de licencia y certificación, conectarse con otros profesionales y entrevistarse para un trabajo, mejorar las habilidades para comunicarse en inglés u obtener recomendaciones profesionales buenas.
Gallardo buscó ayuda a través de la agencia Colorado Professional Latino Advancement Network (CPLAN), la cual ayuda a profesionales usualmente latinoamericanos capacitados en educación e ingeniería a hacer la transición nuevamente a sus áreas de experiencia.
Muchos de los clientes que hablan español solo encuentran trabajo en ambientes donde se habla ese idioma y rara vez tienen la oportunidad de adquirir o aumentar sus habilidades para hablar inglés en el trabajo, dijo Maria Young, fundadora de CPLAN. Los profesionales varones pueden encontrar trabajo en construcción y “ganar bastante bien”, explicó, pero muchos siguen queriendo cambiarse a una carrera de trabajo no manual, aunque signifique ganar menos al principio.
Para algunos, ese cambio podría disminuir la vergüenza que sienten al tener un trabajo que no encaja con su nivel de estudios y habilidades, Young agregó: “Lo que más observo es que quieren sentirse orgullosos otra vez”.
Sin embargo, solo una fracción de sus clientes vuelven a alcanzar el mismo nivel profesional. En realidad, muchos encuentran trabajo como ayudantes profesionales, como asistentes de maestros o asistentes jurídicos, o como ‘navegadores médicos’ ayudando a pacientes inmigrantes en un sistema médico estadounidense desconocido.
Gallardo encontró su segunda pasión como ayudante de cátedra enseñando matemáticas en las Escuelas Públicas de Denver. Siente una conexión con los estudiantes, pero todavía está decidiendo si su futuro será en la enseñanza o en la ingeniería. CPLAN le ayudó a acreditar sus estudios. Gallardo dijo estar feliz otra vez.
“Ay, Dios mío, es como si tu alma regresara a tu cuerpo”, Gallardo agregó.
La organización Colorado Welcome Back Center también ofrece un programa para ayudar a profesionales como Gallardo. El centro se enfoca en los profesionales capacitados en el extranjero principalmente en el área de servicios de salud, y es uno de 11 centros Welcome Back en Estados Unidos. Desde 2013, 712 personas de 95 países que hablan más de 120 idiomas han acudido al centro en busca de ayuda, dijo Ben Jutson, gerente de programas.
La mayoría de los clientes—cerca del 75 por ciento—están sin trabajo cuando acuden al centro, Jutson explicó. Hasta ahora, alrededor del 26 por ciento de los clientes han encontrado un trabajo de tiempo completo en el campo de la salud, ganando un salario promedio $37,000 al año, Jutson agregó. Los profesionales—como enfermeros y los 19 doctores capacitados en el extranjero que Welcome Back colocó en programas de residencia—ganan más.
Conforme más inmigrantes ingresen a la profesión médica, los pacientes podrían también salir ganando. Se ha demostrado que el tratamiento que ofrecen los profesionales médicos con orígenes que reflejan los de sus pacientes promueven la satisfacción del paciente y la comunicación, mientras que los obstáculos de no hablar el mismo idioma dañan a los pacientes.
El proceso de certificación para personas nacidas y educadas en Estados Unidos que quieren ser doctores no es fácil. Este proceso incluye pasar el Examen de Licencia Médica de EE.UU. y competir para obtener un espacio en un programa para residentes médicos. Para las personas extranjeras, es aún más difícil.
El proceso de licenciamiento está lleno de obstáculos para los inmigrantes en particular, Jutson dijo, desde malentendidos culturales hasta los detalles de las reglas y el costo de los exámenes.
Los espacios en programas de residencia médica son mucho más difíciles de obtener si eres un doctor graduado en el extranjero, ya que con frecuencia se prefiere más a los graduados en EE.UU. Una vez que obtienen el trabajo, un estudio encontró que los obstáculos y la discriminación profesional que enfrentan los doctores capacitados en el extranjero son iguales a las experiencias de otros grupos sociales marginados.
“No importa lo bueno que seas como doctor, como médico internacional siempre eres diferente”, dijo la Dra. Martina Mali, ex cliente de Colorado Welcome Back y alpinista. Originaria de Eslovenia, la Dra. Mali ahora es una residente médica en Texas Tech University en el El Paso. Habla inglés con un fuerte acento, el cual dice que causa que otros tengan prejuicios en su contra.
Mali inmigró a Estados Unidos después de conocer a su esposo en un viaje de alpinismo. Su trabajo como entrenadora de alpinismo en un gimnasio en Boulder, Colorado, ayudó a que conociera a otros doctores. Esto resultó en oportunidades para observar a otros hacer su trabajo y, eventualmente, le permitió recibir recomendaciones que le ayudaron a obtener un espacio en un programa para residentes médicos.
“No importa qué tipo de capacitación hayas tenido en tu país de origen—puedes haber sido jefa de cirugía—aquí tienes que empezar desde el principio”, Mali dijo.
La Dra. Vivian Ussi, una gastroenteróloga originaria de Brasil, envió 130 solicitudes laborales, con un costo de $2,200, y viajó a Nueva York, Connecticut y Denver, antes de obtener un espacio en un programa para residentes médicos en Miami.
El esfuerzo probablemente valga la pena al final. Cuando Ussi se gradúe de su residencia y consiga un trabajo, podrá ganar más dinero y mantener mejor a su familia.
“Con eso, mis hijos pueden ir a una buena escuela y puedo empezar a pagar por la universidad”, agregó.