Una publicación de The Colorado Trust
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Jada Galissini de Denver estudió en tres diferentes colegios comunitarios mientras cuidaba a su hija Gabby, quien ahora tiene 7 años. Fotografía de Joe Mahoney / enviado especial de The Colorado Trust

Educación

Una “población invisible” de padres en la universidad enfrentan obstáculos para completar sus estudios

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La mayoría de los fines de semana, después de que su hija A’nyah de 3 años se duerme, Molly Clark abre sus libros de texto y estudia hasta que sus ojos “se sienten como de papel de lija”.

“Tan pronto como siento que ya no me sirve de nada, retrocedo un par de páginas, pongo mi marcalibros ahí, y me voy a la cama, lo cual usualmente es alrededor de las 12 a 2:30”, dijo Clark, una estudiante de 21 años en Red Rocks Community College que busca obtener su título asociado en servicios de incendios y emergencias.

Clark y A’nyah viven con los padres de Clark, su abuelo y dos hermanos en Thornton. El padre de A’nyah no participa en su crianza. Clark no puede estudiar cuando A’nyah está despierta porque su hija tiene trastorno por déficit de atención con hiperactividad y necesita atención constante. Por eso Clark espera para hacer su tarea en las horas más tranquilas de la noche, cuando finalmente tiene espacio para enfocarse.

“Es necesario planear muy meticulosamente para ir a la escuela y tener un hijo al mismo tiempo”, dijo Clark, quien terminó su diploma de equivalencia general (GED, por sus siglas en inglés) en 2021 después de salirse de high school en 2017, antes de embarazarse.

Los desafíos de Clark como madre soltera y estudiante universitaria no son singulares. En Estados Unidos, más de uno de cada cinco estudiantes universitarios son padres, según datos del Estudio Nacional de Asistencia a Estudiantes Postsecundarios realizado en 2015-16. En la región de las montañas Rocosas específicamente, la cual incluye Colorado, Idaho, Montana, Utah y Wyoming, datos de 2012 demostraron que había 205,214 padres-estudiantes, representando un 27.9 por ciento de la población estudiantil en general. (No hay datos más recientes disponibles; hay más información sobre eso abajo.)

En un momento en el que la cantidad de estudiantes universitarios está disminuyendo en general, la reducción es más marcada entre los padres-estudiantes. Entre 2011-12 y 2015-16, la cantidad de padres-estudiantes inscritos en universidades de EE. UU. disminuyó en un 20 por ciento, mientras que el porcentaje en general disminuyó alrededor de un 6 por ciento.

Esta disminución se debe a “obstáculos importantes que solo han estado aumentando a lo largo de los años, entre costos, accesibilidad y un sentimiento generalizado de que la universidad realmente no es un lugar para ti si eres padre”, dijo Nicole Lynn Lewis, exmadre-estudiante y fundadora de la organización nacional no lucrativa Generation Hope, la cual ayuda a padres adolescentes a que obtengan un título universitario.

Las consecuencias de menos padres-estudiantes inscritos en universidades son reales, ya que los logros educativos se relacionan fuertemente con las tasas de pobreza. Un análisis realizado en 2016 por el Instituto para la Investigación de Políticas sobre Mujeres (IWPR, por sus siglas en inglés) encontró que el 13 por ciento de las madres solteras con un título universitario de 4 años viven en la pobreza, en comparación con el 41 por ciento de las madres solteras que solo tienen un diploma de high school.

Es más probable que los padres-estudiantes sean mujeres y también más probable que sean de color que sus pares que no estudian. En la región de las montañas Rocosas, 50 por ciento de las mujeres negras, 37.7 por ciento de las mujeres hispanas y 30.2 por ciento de las mujeres blancas en la universidad son madres, según los datos de 2012.

Aunque los padres-estudiantes tienen promedios generales más altos que los estudiantes sin hijos, según un análisis realizado por el IWPR del Estudio Nacional de Asistencia a Estudiantes Postsecundario 2015-16, sus probabilidades de graduarse de la universidad son más bajas. Alrededor del 52 por ciento de los padres-estudiantes universitarios dejaron de estudiar sin haber obtenido su título en 6 años, en comparación con el 32 por ciento de los estudiantes sin hijos, según datos de 2009 del gobierno, los datos más recientes disponibles.

Hasta con ese porcentaje importante de estudiantes universitarios en EE. UU. que también son padres, existen muy pocos datos (si es que los hay) de investigaciones sobre esa población. Un documento informativo publicado por el IWPR en 2020 subraya esta falta de información: “A pesar de las grandes cantidades de estudiantes universitarios con hijos y sus necesidades singulares, la mayoría de las universidades, sistemas estatales de datos y conjuntos de datos nacionales sobre la educación superior no cuentan a los estudiantes con hijos ni documentan su progreso hacia la conclusión [de sus estudios]”, los autores del documento escribieron.

Una de las razones por las que la universidad es tan desafiante para los padres-estudiantes es que tienen menos recursos para pagar por su educación que los estudiantes sin hijos, según un informe de la Oficina de Responsabilidades Gubernamentales de EE. UU. de 2019.  Además, tienen casi dos veces más deudas por préstamos estudiantiles en comparación con los estudiantes universitarios en general, según los datos de 2015-16.

“Es mucho más costoso para los padres-estudiantes asistir a la universidad que para los estudiantes que no son padres”, Lewis dijo. Lewis explica que los padres-estudiantes enfrentan costos por cuidados infantiles, más gastos para vivir y gastos por el transporte; ya que muchos no pueden vivir en los dormitorios universitarios con sus hijos, deben trasladarse a y desde la escuela, a veces por largas distancias. Todo esto se suma antes del costo de la colegiatura, los libros y otros cargos.

Clark, por ejemplo, no cumplió con los requisitos para obtener ayuda financiera federal el semestre pasado y estaba enfrentando dificultades para pagar su colegiatura en el período de tiempo establecido por la universidad. Hope House Colorado, una organización religiosa no lucrativa que ofrece apoyo a madres solteras, la ayudó a cubrir los costos de las clases.

“Le debo mucho a Hope House”, dijo Clark, quien anteriormente había trabajado como técnica médica de emergencias, pero tuvo que renunciar a su trabajo el semestre pasado para cuidar de parientes enfermos, lo cual redujo sus ingresos.

Encontrar cuidados infantiles confiables y económicos es otro desafío para los padres-estudiantes.

Clark no puede pagar por cuidados infantiles, y aunque Red Rocks Community College es una del 29 por ciento de las instituciones públicas con títulos de 2 años en Colorado que ofrecen servicios de cuidados infantiles en sus instalaciones, A’nyah no pudo usarlos porque sigue usando pañales. Así que por las 16 horas a la semana que Clark asiste a clases presenciales, depende de su mamá para que cuide a A’nyah. Clark dice que se siente culpable por eso, ya que su mamá padece de dolor crónico y otros problemas médicos.

Hasta cuando los padres-estudiantes encuentran cuidados infantiles de calidad, la coordinación de llevar e ir a buscar a sus hijos con el horario de clases puede presentar un obstáculo más.   Leslie Martinez, quien tiene 21 años y vive en Denver, se graduó de Red Rocks en mayo con un título asociado en cosmetología. Martinez tuvo la suerte de encontrar un espacio para su hija Leyza de 3 años en el programa de cuidados infantiles de la escuela. Pero por dos años de los tres años que Martinez estuvo estudiando, llegó tarde a clases todos los días, ya que la guardería abría a las 7:30 a.m., la misma hora en que su primera clase empezaba.

Por fortuna, la maestra de Martinez fue “muy comprensiva” sobre sus tardanzas crónicas, dijo. Eso no siempre es común.

“Algunos maestros realmente no perdonan”, dijo Jamie Barnes, gerenta de programas en Hope House. A través de su trabajo en Hope House, Barnes conoce a varias mamás que reprobaron sus clases universitarias porque faltaron demasiadas veces cuando sus hijos se enfermaban.

Más allá de los requisitos estrictos de asistencia, “existen tantas normas y prácticas institucionales que realmente marginan” a los padres-estudiantes en la universidad, Lewis dijo. Da el ejemplo de que muchas universidades tienen una regla de “no permitir niños en las instalaciones”. Ciertamente, en una encuesta nacional de Generation Hope de 259 padres-estudiantes en casi 150 instituciones, solo el 3 por ciento dijo que su universidad permite que haya niños en las clases; el 60 por ciento dijo que no sabía si su escuela tenía esa regla.

Una norma de “no permitir niños en las instalaciones”, Lewis dijo, “comunica a los padres y estudiantes que no pertenecen, que este no es un entorno que los considera y los valida”.

Jada Galissini sabe lo que significa no sentirse bienvenida. Galissini tiene 25 años, vive en Denver y es madre de Gabby, su hija de 7 años. Recuerda una situación hace varios años cuando fue con Gabby en su carrito de bebé a la oficina de ayuda financiera de un colegio comunitario en el área. Galissini le preguntó al empleado qué debía hacer para inscribirse a la escuela y solicitar ayuda financiera. El empleado, Galissini recuerda, le preguntó cómo planeaba ir a la escuela si tenía una bebé y no podía pagar por los estudios.

“Eso fue bastante terrible”, recuerda Galissini, quien asistió a tres colegios comunitarios locales diferentes y esta primavera completó los estudios necesarios para convertirse en técnica médica.

Algunas instituciones se están esforzando para apoyar mejor a los padres-estudiantes. Por ejemplo, el Sistema de Colegios Comunitarios de Colorado (CCCS, por sus siglas en inglés), una red de 13 colegios con 35 centros en todo el estado, actualmente está implementando un programa piloto en el Colegio Comunitario de Aurora que incluye un centro de cuidados infantiles para padres-estudiantes, además de recolectar datos para entender qué normas de la escuela son perjudiciales para los padres-estudiantes. Con eso, el sistema de colegios comunitarios determinará qué cambios hacer para reducir ese daño, dijo Ryan Ross, vicerrector de asuntos estudiantiles, equidad e inclusión en CCCS. CCCS también está formando un comité estatal de padres y educadores que platicarán sobre las realidades de ser padre-estudiante y desarrollarán recomendaciones normativas, Ross agregó.

(Nota del editor: El Colegio Comunitario de Aurora anunció el 30 de agosto de 2022 que descontinuará el programa piloto debido a “desafíos externos” al colegio. “Actualmente estamos reevaluando cómo apoyar de mejor forma a los estudiantes que necesitan servicios de cuidados infantiles y estamos ofreciendo becas limitadas para ayudarlos”, dijo una vocera.)

En comparación con hace 20 años, actualmente hay más conciencia sobre los padres-estudiantes universitarios, Lewis dijo. Y en los últimos siete años, Barnes dijo que ha observado que los servicios universitarios de apoyo para padres y otros estudiantes desfavorecidos “aumentaron tremendamente”.

Sin embargo, queda mucho progreso por alcanzar, Lewis dijo. Señala un aumento en la necesidad de fondos y políticas que alivien los desafíos que los padres-estudiantes enfrentan y de ayuda para aumentar los porcentajes de graduados. El cambio también debe ocurrir adentro de las instituciones educativas.

“Nos referimos a esta población como ‘una población invisible’ porque, en su mayoría, realmente siguen pasando desapercibidos para muchas de las personas que trabajan en la educación superior todos los días”, Lewis dijo.

La pandemia obligó a muchas instituciones a ofrecer clases virtuales y más flexibilidad con el lugar y momento en que los estudiantes aprenden, un beneficio para los padres lidiando con demandas laborales, de cuidados infantiles y sus estudios. Clark, por ejemplo, dijo que la enseñanza virtual la ayudó a manejar mejor su tiempo y le dio más horas para estudiar, pero tratar de aprender en casa también causó que fuera más difícil balancear sus papeles como mamá y estudiante.

En general, los últimos dos años han golpeado desproporcionadamente a los padres-estudiantes, Lewis dijo, empeorando los desafíos que este grupo ya enfrenta, como la inseguridad alimentaria y de vivienda, inquietudes de salud mental y la falta de opciones para el cuidado infantil.

Galissini dijo que el aspecto más difícil de ser madre-estudiante fue coordinar los servicios de cuidados infantiles, especialmente durante cambios en el horario escolar y en los días cuando su hija estaba enferma, lo cual sucedió con frecuencia. El papá de Gabby ayuda cuidándola cuando puede, pero no de modo constante.

“Es tan difícil organizar con quién va a estar mientras está enferma porque nadie quiere cuidarla”, Galissini dijo. “Especialmente ahora con COVID, te enfermas de un catarro y es cuarentena por una semana, sin importar nada”.

Con respecto a la salud mental, aunque “los desafíos de salud mental son un problema para todos los estudiantes universitarios”, Lewis dijo, los padres-estudiantes con frecuencia enfrentan más factores estresantes en sus vidas que sus compañeros sin hijos. Estos elementos estresantes pueden contribuir a desafíos para la salud mental. “Solo el peso emocional de ser un padre-estudiante es realmente difícil de sobrellevar”, Lewis dijo.

Clark dijo que la parte más difícil de ser madre en la universidad “gira en torno a la culpabilidad de no estar ahí” para su hija. Lamenta los momentos importantes que se ha perdido con su hija, como no poder llevarla al zoológico por primera vez porque estaba en clases o estudiando.

El sentimiento de culpabilidad, Clark dijo, “en realidad no desaparece nunca y realmente no se puede superar. Es como estar de luto. Estás de luto por esos momentos perdidos y te culpas por perderte ese tipo de cosas”.

Clark se mantiene enfocada al recordarse a sí misma que lo más importante es la salud y felicidad de su hija. Se inspira en su mamá, quien también fue madre adolescente y ya tenía cinco hijos a los 23 años.

“Mi mamá insiste mucho en que yo haga las cosas bien. Ella no lo hizo [así] y causó que tuviéramos un comienzo difícil en todas nuestras infancias”.

El objetivo final de Clark es convertirse en paramédica con el departamento de bomberos. Está tomando un descanso de las clases este verano y luego le faltan tres semestres más de clases en Red Rocks. Después de eso, necesitará completar dos semestres en un programa de paramédicos en otro lugar para obtener la certificación y licencia necesarias para encontrar un trabajo en esa carrera.

“Quiero ayudar a la gente”, dijo Clark, quien ha soñado con ser bombera desde kindergarten y quien se estaba preparando en high school para tomar la Prueba de Habilidades Físicas para Candidatos, la cual evalúa la preparación de una persona para los aspectos físicos de ser bombero: “Luego me embaracé y todo cambió”.

Cuando se desvela estudiando por la noche, Clark piensa en A’nyah. A pesar de los desafíos de ser madre-estudiante, seguirá esforzándose para salir adelante y darle a su hija el mejor futuro posible.

Traducido por Alejandra X. Castañeda

Jenny McCoy

Periodista independiente
Boulder, Colo.

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