Una publicación de The Colorado Trust
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La enfermera escolar Belinda Strickland escuchaba la misma frase una y otra vez en Longmont cuando los niños se enfermaban en la escuela y tenía que llamar a los padres para que los fueran a buscar: “No puedo ir porque perderé mi trabajo”.

Los padres que trabajaban en la antigua planta procesadora de pavo en el pueblo, al igual que en otros negocios, no tenían tiempo libre para cuidar a sus hijos enfermos y, si se salían del trabajo, tenían miedo de que los reemplazaran. A veces estaba disponible un abuelo del niño enfermo que lo pasaba a buscar, Strickland dijo, pero con frecuencia el niño pasaba el resto del día en la enfermería de la escuela. En otros casos, los números de teléfono de los contactos de emergencia estaban desconectados, así que el niño tenía que aguantarse hasta que sonara la campana al final del día.

Muchos padres han enfrentado por lo mismo. Te llaman de la escuela pidiendo que vayas a buscar temprano a tu hijo, pero las responsabilidades laborales o falta de cuidados infantiles alternativos se interponen para traer el niño a casa.

Los días cuando los niños se enferman son un desafío para alcanzar la equidad en salud, no solo para los padres a quienes les pagan o no para ausentarse del trabajo. Un estudio encontró que los niños de padres con días pagados por enfermedad tienen mayor probabilidad de tener acceso a cuidados médicos, y los padres tienen menor probabilidad de contar con ese beneficio dependiendo de su nivel de estudios, situación socioeconómica y origen étnico. Mientras que a todos los niños les da catarro, los padres con ingresos bajos y algunos padres de color se enfrentan a un costo más alto para cuidar de sus hijos porque es más probable que no reciban días pagados por enfermedad.

En Colorado, más del 42 por ciento de los trabajadores no tienen acceso a días pagados por enfermedad, según los cálculos del Instituto para la Investigación de Estudios de la Mujer. A nivel nacional, el instituto calcula que los trabajadores latinos, indoamericanos y nativos de Alaska tienen menos probabilidad que otros grupos étnicos de recibir días pagados por enfermedad, y los inmigrantes tienen menor probabilidad de recibirlos que quienes no son inmigrantes. Los niños cuyos padres trabajan menos de tiempo completo o para empresas pequeñas también tienen menos probabilidad de tener a un padre que pueda ausentarse si están enfermos.

Gloria Martínez de Lakewood, Colorado, una madre soltera con tres hijos, no recibía días pagados por enfermedad en sus trabajos limpiando casas y habitaciones de hotel. Pero eso no hizo que su hija de 8 años no se enfermara, como se enferman los hijos de todas las demás personas, Martínez dijo.

A veces, el empleador de Martínez la dejaba irse para pasar a buscar a su hija, pero a veces no, causando que tuviera que arreglárselas para encontrar a alguien más, como un vecino, que pudiera hacerlo. Cuando sí podía irse del trabajo, Martínez dijo que no le pagaban.

“Es una pérdida [de ingresos,” explicó. “Tienes que responder si no hay nadie más que te apoye”.

En los últimos años, los investigadores dedicados a la salud pública han encontrado conexiones claras entre los días pagados por enfermedad que reciben los padres y el acceso a cuidados de salud de sus hijos.

El Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupaciones (NIOSH, por sus siglas en inglés), publicó este año un estudio de investigación que encontró que tener padres con acceso a días pagados por enfermedad se asociaba con una mayor probabilidad de que los niños recibieran la vacuna contra la gripe y chequeos médicos anuales. Un estudio similar el año pasado encontró que la ausencia pagada por enfermedad de una madre también se asociaba con que sus hijos recibieran cuidados dentales preventivos.

Un gran problema es el conflicto entre el horario de trabajo de los proveedores de salud y el de los padres, dijo Abay Asfaw, un investigador con NIOSH. El estudio encontró que era más probable que los padres que no reciben días pagados para ausentarse por enfermedad lleven a sus hijos a la sala de emergencia fuera del horario normal de trabajo.

“Es más fácil llevarlos a la sala de emergencia sin perder el dinero del trabajo”, agregó.

Las diferencias más grandes en la ausencia pagada por enfermedad se observaron en hogares hispanos y en aquellos con un nivel bajo de estudios y de ingresos, Asfaw explicó. El estudio sugiere que aumentar la prevalencia de ausencia pagada por enfermedad podría reducir los retrasos para obtener cuidados médicos y el número de las visitas a salas de emergencia.

Colorado no cuenta con leyes relacionadas con la ausencia pagada por enfermedad. En 2011, los votantes de Denver rechazaron una propuesta para proporcionar ausencia pagada por enfermedad, opuesta por grupos de negocios y apoyada por grupos a favor de las mujeres y los trabajadores de bajos ingresos. El año pasado, un comité del Senado estatal pospuso indefinidamente una propuesta de ley en Colorado, conocida como la “Ley de familias y lugares de trabajo saludables”, que hubiera obligado a los empleadores privados a proporcionar ausencia pagada por enfermedad.

Enviar a los niños enfermos a la escuela puede retrasar que reciban un chequeo y tratamiento médico y aumenta la probabilidad de que contagien a otros, dijo el pediatra James Feinstein, MPH, del Hospital de Niños de Colorado.

Si los padres no reciben días pagados por enfermedad, Feinstein dijo que pueden llamar a la oficina de su doctor de cabecera o hablar con una enfermera que les ayude a evaluar la severidad de los síntomas del niño.

Lidiar con los días cuando se enferman los niños puede ser más difícil para personas que no hablan bien inglés y que tienen que comunicar el problema a su empleador, escuela o clínica, Feinstein dijo. También puede ser más difícil para personas que viven en áreas rurales y que tienen que transportarse distancias más largas para recibir atención médica.

Martínez dijo que, eventualmente, le encantaría tener un trabajo que la dejara salir para cuidar a sus hijos cuando fuera necesario sin preocuparse por perder dinero.

“No es un lujo; es una necesidad humana”, Martínez concluyó.

 

Anna Boiko-Weyrauch

Reportera
Seattle, Wash.

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