Una publicación de The Colorado Trust
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Los inmigrantes de Colorado y sus hijos son nuestros héroes; nos ayudan a entender nuestras identidades y nos recuerdan quiénes somos. En sentido horario, de arriba a la izquierda: Molly Brown (fotografía de la Biblioteca del Congreso), Chin Lin Sou (fotografía de la Sociedad Histórica de Colorado), Jeanette Vizguerra (fotografía de la Shutterstock), Rodolfo “Corky” Gonzales (fotografía de la Biblioteca Pública de Denver).

Inmigración

Por qué en Colorado les damos la bienvenida a los inmigrantes

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Algunos residentes de Colorado realmente son nativos: los Ute de la Montaña Ute, los Ute del sur y los hijos y las hijas de las tribus Apache, Comanche, Kiowa y otras tribus que han vivido aquí por siglos. El resto de nosotros somos recién llegados.

La minería de plata trajo a los escandinavos, irlandeses y escoceses. El ferrocarril trajo a los chinos. La minería del carbón trajo a los italianos, alemanes y rusos. La agricultura y la ganadería ovina en las colinas del oeste funciona gracias a la labor de los inmigrantes hispanos, mientras que los trabajadores en las plantas procesadoras de carne en Greeley y Fort Morgan son en gran parte africanos, muchos de ellos somalíes.

Debido a que nuestra historia está llena de contribuciones de inmigrantes, es increíble cuánto interés parece existir en restringir cada oleada nueva de inmigrantes.

Los prejuicios en contra de los trabajadores chinos resultaron en una ley federal que excluyó a los inmigrantes de China en 1882, después de terminada la construcción del ferrocarril transcontinental. En los años 1920, el Ku Klux Klan utilizó su importante poder político en Colorado para acosar a los católicos romanos, incluyendo a los inmigrantes italianos, y a los afroamericanos. Por esa misma época, a nivel federal, se establecieron leyes que favorecían a los inmigrantes del oeste y norte de Europa y prohibían la entrada de los inmigrantes provenientes de África y Asia. Las restricciones no se revocaron hasta 1965.

Este tipo de iniciativas con frecuencia se desmoronan frente a la fuerza de un instinto nacional competidor, el cual la poeta Emma Lazarus articula y la Estatua de la Libertad consagra:

… “Dame tus rendidos, tus pobres
Tus masas hacinadas anhelando respirar libremente,
El desamparado desecho de tu rebosante costa.
Envía a mí estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades,
¡Yo elevo mi linterna junto a la puerta dorada!”

En Colorado, también contamos con un pasado orgulloso de darles la bienvenida a los inmigrantes y sus familias. Ellos son nuestros héroes: Personas como Molly Brown, una leyenda de Leadville, e hija de inmigrantes católicos irlandeses; o Chin Lou Sou, quien inmigrara del sur de China en 1859 para construir el ferrocarril y se convirtiera en un empresario exitoso y respetado. Ellos nos ayudan a entender nuestras identidades: Rodolfo “Corky” Gonzales, un líder de derechos civiles mexicano-americano e hijo de un inmigrante, despertó la conciencia de toda una generación al entrelazar las facetas de la identidad chicana en su poema Yo soy Joaquín. Ellos nos recuerdan lo que respaldamos: Justo el mes pasado, una iglesia en Denver apareció en los titulares de la prensa nacional al darle refugio a Jeanette Vizguerra, una madre indocumentada con tres hijos que decidió luchar contra una orden de deportación.

En 2017, estamos viviendo una nueva etapa para hacer valer los derechos de ciertos inmigrantes y sus hijos sobre los derechos de otros, nuevamente a través de líneas que resaltan las diferencias. Mientras que la orden ejecutiva que prohíbe la inmigración de siete países con una población en su mayoría musulmana se ha quedado mayormente estancada en las cortes federales, la nueva administración sigue demostrando un fuerte interés en implementar restricciones migratorias y esfuerzos para deportar inmigrantes indocumentados.

Como otros esfuerzos históricos para restringir la inmigración, estas políticas no se basan en la evidencia de una amenaza real a nuestra economía, nuestra seguridad o nuestros valores culturales; parecen basarse más en temor y prejuicios. Nuestra economía se apoya en una fuerza laboral inmigrante; estamos más seguros cuando nos unimos; y nuestros valores son la igualdad, la libertad y la justicia.

Nosotros que vivimos en Colorado tenemos ahora la oportunidad de declarar nuestros valores sin afectar negativamente nuestra economía o nuestra seguridad. Podemos hacer esto al darles la bienvenida a los inmigrantes y asegurar que nuestras políticas no institucionalicen los prejuicios, sino que estén a la altura de nuestros mejores instintos. Hacemos esto porque es lo correcto, porque es lo sano y porque, al hacerlo, honramos las contribuciones más sobresalientes de nuestro pasado inmigrante.

Por Ned Calonge, presidente y director ejecutivo de The Colorado Trust y Kristin Jones, subdirectora de comunicaciones de The Trust.

Kristin Jones

Escritora y editora independiente
Denver, Colo.

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