Siguiendo el ejemplo de muchas otras bibliotecas públicas, incluidas las de Boulder y Colorado Springs, en enero la Biblioteca Pública de Denver dejó de cobrar multas diarias por libros no devueltos a tiempo y canceló todas las multas pasadas de todas las cuentas de sus clientes.
“Lo entendemos”, la biblioteca les dijo a los residentes de Denver en un mensaje publicado en su sitio web. “A veces es difícil devolver materiales a la biblioteca… pero que te multen por devolverlos tarde puede ser lo suficientemente frustrante como para que la gente no quiera tomar libros prestados de la biblioteca otra vez. Queremos que la gente tenga acceso a nuestros materiales, así que decidimos cambiar la manera como funcionamos…”
En una publicación con preguntas y respuestas para las bibliotecas en Colorado, la Biblioteca Estatal de Colorado explicó la lógica por dejar de cobrar multas: “Una misión central de las bibliotecas es ofrecer servicio equitativo a todos los residentes en sus comunidades. Las multas por devoluciones tardías van en contra de esa misión al afectar más y desproporcionadamente a los residentes en hogares con bajos ingresos. Estos clientes quizás enfrenten desafíos con el transporte… quizás tengan varios trabajos, sean padres solteros o no cuenten con viviendas estables, lo cual no les deja suficiente tiempo para visitar la biblioteca.
“Por lo tanto, es más probable que a estos clientes les bloqueen sus tarjetas de la biblioteca debido a multas altas, y estos… residentes que más necesitan el acceso a las colecciones de la biblioteca son los que menor probabilidad tendrán de pedir los materiales prestados”.
Michele Jeske, la bibliotecaria de la ciudad de Denver, dice que pedir libros prestados no es la única razón por la cual se cobran multas, las cuales, a su vez, terminaban todas en los cofres de la ciudad y el condado de Denver y no de la biblioteca, Jeske agrega. Dice que muchas personas asumen que tener multas pendientes por devolver tarde los materiales significa que esas personas y sus familias tienen prohibido usar cualquiera de los servicios bibliotecarios en la ciudad.
La conexión entre tener una mejor salud y mayor bienestar y algunos de estos servicios está bien documentada. Incluyen trabajadoras sociales como parte del personal, quienes ayudan a los clientes con beneficios relacionados con la vivienda, los alimentos y la salud; acceso a internet; ayuda con la tarea escolar en el edificio o por teléfono para estudiantes de cualquier edad; clases de ciudadanía e idiomas; sesiones de cuentacuentos para niños; programas de alimentos para niños en el verano; equipo para reparar bicicletas; pases para visitar parques nacionales; y, rifas para ganar boletos gratis a obras teatrales.
“Eliminar las multas por devoluciones tardías es indispensable para ofrecer acceso equitativo a todos los clientes”, Jeske dice. “Queremos… que los clientes regresen a nuestros edificios para usar materiales y mejorar la calidad de sus vidas y estudios”.
Desde que se dejaron de cobrar multas en enero, las bibliotecarias que trabajan en las sucursales de la ciudad empezaron a ver un aumento en visitantes nuevos y antiguos [que había dejado de venir]. Una mujer, víctima de violencia doméstica, le dijo al personal que había dejado de venir después de haber huido de su hogar y dejado sus libros ahí. Otros clientes les dijeron a las bibliotecarias que acababan de llegar a Denver y tenían multas en sus ciudades anteriores, lo cual asumieron (incorrectamente) que los descalificaba para obtener una tarjeta en una de las bibliotecas de Denver o recibir cualquiera de sus servicios.
“Lloré. He tenido momentos en mi vida en los que recibir una multa significó que ya no tuve acceso a libros o a internet”, escribió en un tuit unx residente del área de Denver al enterarse de que ya no se cobrarían multas.
Las tarjetas de la biblioteca requieren un domicilio y siguen siendo necesarias para pedir libros prestados y usar los hot spots Wi-Fi por tres semanas en el hogar y las computadoras por una hora a la vez en las bibliotecas. También hay computadoras disponibles para aquellos sin tarjeta que quieran tener acceso por 15 minutos.
Solo las multas dejarán de cobrarse. Los clientes todavía deben devolver todos los materiales prestados de la biblioteca antes de pedir otros libros prestados u otros materiales que la biblioteca ofrece. Los clientes deberán pagar cargos por reemplazar materiales que no puedan encontrar, al igual que posibles cargos si la biblioteca transfiere el caso a una agencia de cobranzas. Pero Jennifer Hoffman, gerenta de libros y materiales prestados para la Biblioteca Pública de Denver, espera que las personas se comuniquen con el personal de la biblioteca en lugar de dejar que el caso termine en cobranzas, ya que el personal tiene permiso de negociar el precio de reemplazo o quizás perdonar el cargo a quienes no puedan pagarlo.
La biblioteca también tiene un proceso para apoyar la devolución oportuna de los libros. Quienes piden libros prestados pueden suscribirse para recibir avisos por correo electrónico o mensaje de texto sobre la fecha próxima de devolución, y también pueden renovarla hasta tres veces si no hay nadie en la lista de espera para el mismo material.
El personal de la biblioteca está muy entusiasmado por los servicios actuales y los que se aproximan para los clientes nuevos y aquellos que quieran regresar, dice Rachel Fewell, administradora central del edificio principal de la Biblioteca Pública de Denver. Fewell también es profesora adjunta de ciencias bibliotecarias en la Universidad de Denver.
Durante una reciente visita de la biblioteca central, Fewell señaló a una bibliotecaria ambulante que contesta llamadas desde su teléfono móvil y se acerca a los visitantes para ayudarlos a encontrar lo que están buscando. La biblioteca central en Denver, y muchas otras sucursales, cuentan con “laboratorios de ideas” (también conocidos como “espacios para fabricantes”) abiertos a todos aunque no tengan una tarjeta de la biblioteca. Muchos de los laboratorios tienen cajones llenos de casi cualquier tipo de material necesario para proyectos escolares.
También hay estudios de grabaciones dispersos en las sucursales, además de impresoras 3-D y máquinas de coser. Según dice Fewell, los visitantes con frecuencia usan estas últimas para enmendar y hacer ropa. Recientemente, en la biblioteca central, un hombre sin hogar conocido entre el personal usó una máquina de coser para arreglar su mochila. Les comentó a sus amigos sobre el servicio y varios ya vinieron a arreglar sus propias cosas.
Cerca de ahí, la biblioteca espera expandir su servicio móvil de libros en una camioneta para llegar a las personas que no pueden venir al edificio; reinaugurar la cafetería de la biblioteca y darles empleo a personas que especialmente necesitan un trabajo, como aquellas que han estado en la cárcel; y, trabajar con la ciudad para ampliar el acceso a internet para personas que no pueden pagar por el servicio.
Mientras tanto, las agencias que ofrecen servicios sociales en la ciudad están informando a sus clientes sobre el cambio en el reglamento de la biblioteca.
“Hace algunos años, uno de nuestros empleados dedicados al alcance comunitario pudo comunicarse con la biblioteca para que le perdonara las multas [por devolución tardía] a uno de nuestros clientes que usaba los libros como calmante para síntomas de una enfermedad mental y a quien le había prohibido pedir libros prestados debido a multas pendientes”, dice Cathy Alderman, vicepresidenta de comunicaciones y políticas públicas en la organización Colorado Coalition for the Homeless. “Ahora nuestro personal está informando a nuestros clientes sobre el nuevo reglamento”.