Cuando Rosmina Garcia cumplió cinco años de edad, el miedo ya definía su vida.
Como una niña pequeña a quien le encantaba leer y cuidar de su hermano menor, también tenía una madre que abusaba drogas y nunca sabía si la policía se iba a aparecer frente a su puerta otra vez. Tampoco podía predecir cuándo y de dónde aparecería su próxima comida.
“Sentía que el peso del mundo entero estaba sobre mis hombros”, dice Garcia, quien ahora tienen 23 años de edad y vive en Aurora.
Garcia explica que pasó no solo por pobreza extrema, sino también por “todo tipo de abuso”. Desgraciadamente, sus experiencias no son inusuales.
Un nuevo informe publicado por el Center for Promise en la Universidad de Boston encontró que más de un cuarto (el 28 por ciento) de jóvenes que viven en la pobreza en Estados Unidos han enfrentado tres o más “adversidades” durante su adolescencia—incluyendo la muerte de un padre, divorcio y abuso de drogas, violencia en el vecindario o enfermedades mentales. Particularmente, se encontró que los jóvenes negros o multirraciales tenían los porcentajes más altos de haber sufrido tres o más adversidades, con un 16.6 por ciento y un 15.5 por ciento, respectivamente.
A partir de un estudio que data de 1998 sobre “experiencias adversas durante la infancia”, estudios han encontrado una correlación fuerte entre el abuso, la negligencia y otros daños sufridos durante la infancia y el desarrollo de problemas de salud extensos en personas adultas. Los neurocientíficos han descubierto que cuando el cerebro en desarrollo de los niños sufre estrés sostenido, el cuerpo produce cantidades excesivas de cortisol—una hormona adrenal asociada por mucho tiempo (en cantidades crónicamente altas) con la depresión, un sistema inmunológico vulnerable y más. Esto, a su vez, puede tener efectos biológicos duraderos en el cuerpo.
Según lo describe el estudio más reciente, enfrentar desafíos traumáticos durante la infancia se ha asociado con la inhabilidad de prosperar al crecer. Los niños que han enfrentado adversidades extremas tienen mucha mayor probabilidad de dejar sus estudios de preparatoria y tener problemas para mantener un trabajo estable cuando adultos. La adversidad durante la infancia también se relaciona con el futuro desarrollo de adicciones al alcohol y las drogas, los trastornos psiquiátricos y las enfermedades crónicas.
“Sin duda, los efectos de la adversidad no paran cuando la adversidad deja de existir”, dice Jonathan Zaff, PhD, director ejecutivo del Center for Promise y un profesor e investigador adjunto en la Facultad de Educación de la Universidad de Boston. “Hasta aquellas personas que demuestran resiliencia y logran alcanzar el éxito académico y económico cuando adultos, igual sufren daños en su salud psicológica”.
Zaff cree que el porcentaje alto de eventos adversos entre los jóvenes negros y multirraciales tiene que ver en gran parte con la intersección entre la raza y la clase social en el país.
“[S]i perteneces a una minoría, tienes una probabilidad bastante mayor de vivir en una familia con bajos recursos”, Zaff explica. “Y luego existen políticas sociales increíblemente prejuiciosas, incluyendo políticas exclusivistas en las escuelas, que suelen enfocarse en los niños según su grupo racial, [niños] que ya están sufriendo”.
A su vez, los ingresos también sirven como una capa protectora contra las dificultades. Los niños que viven bajo el límite de la pobreza enfrentan adversidades con un porcentaje seis veces mayor que aquellos que viven por encima de ese límite. Sin embargo, pocos niños cuyas familias tienen altos ingresos enfrentan tres o más adversidades importantes en sus vidas.
Esto es importante porque el número y tipo de adversidades a los que se enfrenta una persona cuando está creciendo puede afectar sustancialmente sus ingresos en el futuro. Por ejemplo, el estudio de la Universidad de Boston encontró que los niños que habían enfrentado la muerte de uno de sus padres tenían mucha menor probabilidad de prosperar económicamente cuando adultos que aquellos cuyos padres tuvieron una enfermedad mental, se divorciaron, abusaron de las drogas o tuvieron dificultades financieras.
Aunque ciertos tipos de adversidades pueden afectarnos más que otros, Zaff remarca que es el efecto conjunto de múltiples desafíos lo que usualmente se interpone entre los niños y el éxito en sus vidas cuando se convierten en adultos.
“Nunca parece ser solo una cosa”, Zaff agrega. “Consideramos [las adversidades] como agrupaciones y constelaciones, y usualmente no termina siendo solo una cosa a la que se enfrentan”.
Sin la presencia de un adulto bien equilibrado y confiable que ofrezca una influencia estabilizante para el niño en su hogar, Zaff dice que tener acceso a un adulto así afuera del papel tradicional que desempeñan los padres puede tener un efecto realmente compensatorio para un niño que esté sufriendo desafíos significativos.
Así sucedió con Garcia. Después de vivir entre la casa de sus padres y la de su abuela paterna durante muchos años, finalmente la acogió la trabajadora social de su hermano cuando estaba en quinto grado.
“Ese fue el comienzo del resto de mi vida”, Garcia dice. Le dieron su propia habitación por primera vez y la alentaron para que participara en la escuela.
Cuando Garcia siguió teniendo dificultades, la inscribieron en Denver Kids, un programa sin fines de lucro que se asocia con las Escuelas Públicas de Denver para ofrecer apoyo adicional a aproximadamente 1,250 niños que viven en la pobreza.
Según lo descrito en el informe de la Universidad de Boston, las escuelas públicas pueden ocupar la primera línea defensiva contra los desafíos que enfrentan los niños que viven en la pobreza al asociarse con programas que ofrecen ayuda suplementaria y se enfocan en promover la participación escolar. Por ejemplo, Denver Kids asigna un consejero escolar y un mentor terapéutico a cada estudiante para trabajar dentro y fuera de la escuela y ayudarle a superar obstáculos.
“Los consejeros escolares son unos de los adultos que más apoyo ofrecen en las vidas de nuestros estudiantes”, dice Bridget Boyd, directora de mercadotecnia y comunicaciones para Denver Kids. “Trabajan como guías de recursos, defensores y como enlaces entre la escuela y el hogar”.
Denver Kids ha obtenido resultados tangibles: casi la mitad (el 48 por ciento) de los estudiantes en su programa terminan siendo los primeros en sus familias en graduarse de la preparatoria. Además, el 90 por ciento de los estudiantes que se gradúan con Denver Kids terminan asistiendo a una universidad.
Garcia estuvo con Denver Kids durante siete años antes de continuar sus estudios y obtener un título universitario en servicios humanos en Metropolitan State University. En la actualidad trabaja como especialista mentora con la organización Aurora Youth Options.
“Mi mentor/a y mi consejero/a educativo/a siguen apoyándome”, Garcia dice. “Han sido dos de las mayores influencias en mi vida”.