Junto con sus mochilas y almuerzos, Kay Slater se asegura de que sus tres hijos en edad escolar salgan de casa todas las mañanas con una botella llena de agua. A la residente de Littleton le preocupa que haya plomo oculto en el agua potable de sus escuelas.
Slater se enteró del riesgo cuando fue voluntaria en un comité que abogó exitosamente a favor de una iniciativa electoral para emitir bonos en 2018 con el objetivo de mejorar la infraestructura en las Escuelas Públicas del Condado de Jefferson (JeffCo). La campaña le permitió observar directamente los antiguos sistemas de plomería en los edificios del distrito que podían incluir tuberías, llaves/canillas, soldaduras y otros accesorios con plomo.
“Las escuelas no tienen que hacer pruebas de plomo a menos que el agua se considere parte de una fuente pública de agua, lo cual me pareció increíblemente alarmante”, Slater dijo. “Me preocupa totalmente”.
Al investigar más, la mamá de cinco hijos descubrió que JeffCo tomó muestras en 147 escuelas en 2016 después de que representantes encontraran plomo en el agua de un edificio que el distrito había vendido. Alrededor de 568 muestras, o el 8 por ciento de las 7,648 muestras tomadas, tenían niveles de plomo superiores al estándar federal que se usa para evaluar la exposición a nivel comunidad. En estas escuelas, el distrito reemplazó canillas y tuberías, instaló bebederos para llenar botellas y realizó pruebas otra vez, según escribió Kim MacDonnell, directora de servicios ambientales, en un mensaje electrónico. Las fuentes de agua cuyos resultados salieron altos nuevamente se clausuraron o se usaron solamente para lavarse las manos, agregó.
El esfuerzo no resolvió el problema, porque los estándares federales para la cantidad de plomo que se considera permitida en el agua potable siguen reduciéndose para concordar con las recomendaciones médicas. (Permitida no es lo mismo que segura; la Agencia de Protección Ambiental ha estado diciendo por mucho tiempo que “no se conoce un nivel seguro de plomo en la sangre de un niño”.) Cuando JeffCo originalmente hizo pruebas en sus instalaciones, los estándares de la Agencia de Protección Ambiental para el nivel de plomo en el agua potable permitían 20 partes por billón. El distrito dependió de un estándar más bajo de 15 partes por billón establecido en una regulación federal. Una parte por billón es equivalente a una sola gota de agua en 55,000 galones de agua, o la cantidad necesaria para llenar una piscina de 25 por 50 pies con una profundidad promedio de seis pies.
En la actualidad, la Agencia de Protección Ambiental está considerando modificar sus estándares a 10 partes por billón. JeffCo, el cual hace pruebas del agua potable en instalaciones de manera rotativa cada año, contemplará la incorporación del cambio en su programa de pruebas esta primavera, MacDonnell escribió.
Médicos y expertos en salud pública están de acuerdo en que 10 partes por billón sigue siendo demasiado alto. Exponer a los niños a cualquier cantidad de plomo los pone en riesgo de complicaciones en el aprendizaje, del comportamiento y médicas, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y la Academia Americana de Pediatría.
Los científicos han conectado hasta niveles bajos de exposición al plomo con daños en el sistema nervioso, estatura más baja y problemas de audición. Los niños son especialmente vulnerables porque los efectos ocurren con niveles de concentración de plomo más bajos que entre los adultos. Los niños pueden estar expuestos al plomo en la pintura, el polvo, la tierra, el aire y la comida, al igual que en el agua potable.
Un estudio publicado en septiembre de 2021 en la revista JAMA Pediatrics resaltó el persistente y complejo problema de la exposición al plomo entre los niños pequeños en Colorado. Investigadores encontraron que cerca del 72 por ciento de los niños menores de seis años en Colorado tienen niveles detectables de plomo en la sangre, un porcentaje más alto que el promedio nacional del 51 por ciento.
Muchos estados no requieren pruebas de plomo en distritos escolares que administran escuelas públicas que no consideran conectadas a los sistemas públicos de agua (un total de alrededor de 98,000 escuelas). El metal pesado no viene en agua suministrada por fuentes municipales; por lo contrario, se filtra en el sistema a través de las tuberías de servicio y accesorios fabricados con plomo. La mayoría de los edificios construidos entre 1940 y principios de los años 1980 recibían agua a través de tuberías con plomo. Una ley federal en 1986 prohibió este metal pesado en las tuberías. Aun así, investigadores encontraron que algunas canillas recientemente fabricadas como “sin plomo” pueden causar la contaminación.
Estos problemas históricos de infraestructura contribuyen al hecho de que más de 24 millones de niños corren el riesgo de perder puntos en su coeficiente intelectual debido a su exposición a niveles bajos de plomo.
“La cantidad de niños expuestos al plomo a través del agua potable es desgarradora”, dijo Cori Bell, defensora comunitaria con el Natural Resources Defense Council. “Cuando los estados sí requieren las pruebas, encuentras que hay un problema”.
Un bebedero en la escuela Cleveland Montessori tenía niveles peligrosamente altos de 1,560 por billón; el lavabo de una escuela cercana tenía casi el triple de esos niveles. Las pruebas en una escuela en los suburbios de Chicago descubrieron concentraciones de plomo en el agua 212 veces mayores que el estándar federal. En Arizona, cerca de la mitad de las 13,380 canillas escolares analizadas contenían plomo.
La crisis de 2015 con el agua en Flint, Michigan dio lugar a una oleada de concientización sobre el problema. Sin embargo, la mayoría de los distritos no tienen recursos para implementar medidas. La falta de datos sobre cuántas escuelas se ven afectadas dificulta que los defensores comunitarios convenzan a los legisladores y padres de que existe un problema.
Eso está por cambiar. Los estados están preparados para usar millones de dólares de la Ley del Plan de Rescate Estadounidense y la propuesta bipartidaria de ley para infraestructura con el objetivo de realizar pruebas en escuelas y reemplazar accesorios y tuberías con plomo.
“Es más que histórico”, dijo Danny Katz, director ejecutivo del Colorado Public Interest Research Group. “Realmente no hemos tenido nada de dinero y ahora tenemos tanto [que está] entrando; ahora es nuestra oportunidad de asegurar que nos enfoquemos en la prevención”.
Hay visiones encontradas entre los defensores comunitarios y los administradores estatales del agua para abordar de mejor forma el plomo en el agua potable de las escuelas, Katz dijo. Los defensores quieren que los distritos pongan filtros en los bebederos y las canillas que usan para cocinar, o que los reemplacen con estaciones de hidratación. Este método asegura que todo el plomo se filtre, dicen, ya que los accesorios más nuevos a veces también tienen el metal pesado. Los funcionarios estatales sugieren analizar y reemplazar las cañerías según sea necesario, y citan los costos adicionales de reemplazar filtros.
Varios legisladores estatales de Colorado están a favor del método que ofrece filtros primero en una propuesta de ley que planean presentar esta primavera. El método usaría $26.7 millones en fondos federales el primer año para ayudar a que las escuelas de kindergarten a 12º grado (K-12) y guarderías hagan un inventario y mapas de sus canillas. Los filtros se instalarían en aquellos que usen para tomar agua o cocinar. Estos sistemas se evaluarían dos veces al año y los filtros se reemplazarían según fuera necesario. Alrededor de $12.7 millones se distribuirían anualmente a partir del segundo año para esas piezas.
“Necesitamos pasar esta propuesta legislativa este año para asegurar que tengamos acceso a estos fondos”, dijo la senadora Faith Winter, una de las patrocinadoras de la propuesta, durante una conferencia de prensa virtual el 31 de enero. “Esta medida es mucho más asequible que solo hacer pruebas”.
La medida, la cual todavía no se había presentado formalmente la primera semana de marzo, formará parte de un grupo de más de 500 propuestas legislativas para mitigar el impacto del plomo presentadas en estados durante las sesiones legislativas de 2020 y 2021. Muchas se enfocaron en el plomo en las escuelas y guarderías, especialmente en hacer pruebas y notificaciones, según la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales con sede en Denver.
Hasta ahora, los programas para analizar la presencia de plomo en el agua de las escuelas en Colorado han variado de distrito en distrito. La amplitud del problema es difícil de definir, ya que no hay datos sobre muchas comunidades. El problema se puso claramente de manifiesto en los últimos tres años cuando el Departamento de Salud Pública y Medioambiente de Colorado (CDPHE, por sus siglas en inglés) otorgó $248,215 en subsidios distribuidos por legisladores estatales para que las escuelas realizaran estudios.
Hubo poco interés. El programa expandió 27 por ciento de los fondos asignados para el esfuerzo. Solo 67 escuelas de las 2,200 que reunían requisitos para hacer pruebas analizaron su agua.
“Observamos una tasa de participación bastante baja, sea cual fuera la razón. No sé si fue un problema de Colorado; cuando hablé con colegas en el resto del país, observaron tasas más bajas de lo que todos nos esperábamos”, dijo Michael Beck, gerente seccional de desarrollo y colaboración comunitaria en CDPHE.
No había fondos disponibles en Colorado para ayudar a que las escuelas reemplazaran los accesorios, los cuales eran la causa principal de los altos niveles de plomo, Beck agregó. Este factor probablemente causó que los distritos dudaran en solicitar los subsidios.
Aunque alrededor del 4 por ciento de los 3,877 accesorios analizados tuvieron resultados mayores al estándar de 15 partes por billón, los defensores señalaron que este nivel de plomo sigue siendo peligroso.
“Me da curiosidad si examináramos niveles más bajos qué es lo que encontraríamos”, dijo Bell, del Natural Resources Defense Council, y agregó que cerca de una de cada cuatro muestras superaron el límite de tres partes por billón: “Aunque es un conjunto pequeño de datos, es preocupante”.
Hasta los gerentes veteranos que administran el agua en los sistemas K-12 del estado se sorprendieron con los resultados que recibieron de los análisis que pagaron para tomar muestras de sus canillas con dinero del subsidio estatal. En el distrito escolar 9-R de Durango, la operadora del agua potable Deb Hall hace pruebas frecuentes para detectar plomo en tres escuelas con sus propios sistemas de agua. Hasta hace un par de años, no tenía los recursos para analizar las otras instalaciones del distrito. Usando fondos del subsidio estatal, tomó pruebas en escuelas primarias y secundarias.
“No pensamos que algún accesorio iba a salir con niveles altos de plomo, y sí sucedió y nos sorprendimos”, Hall recuerda, y agrega que el distrito instaló filtros y estaciones para llenar botellas de agua, reemplazó canillas y sigue haciendo pruebas.
CDPHE espera que más escuelas K-12 participen en un segundo programa que dependerá de $1 millón de subsidios de la ley federal para mejorar la infraestructura del agua en la nación. Los distritos escolares y las guarderías reúnen requisitos para solicitar fondos.
Mientras tanto, los padres preocupados dicen que seguirán recordándoles a sus hijos que lleven agua con ellos a la escuela todos los días para ayudar a limitar su exposición al plomo.
“Sabemos que será un problema continuo, debido a la antigüedad de nuestros edificios escolares”, dijo Slater, la mama de tres niños en escuelas K-12 de JeffCo. “Me aseguro en la mañana de que los niños tengan sus botellas de agua y estén llenas, y de que cuando salgan de la escuela las traigan a casa para poder llenarlas para cuando regresen”.
Traducido por Alejandra X. Castañeda