Lauren Hallmark tuvo un inicio desafiante en la universidad. Cuando era estudiante de primer año en la Universidad Estatal de Colorado (CSU, por sus siglas en inglés) en Fort Collins, el plan de comida de Hallmark en el campus cubría solo 10 comidas por semana, lo cual no era suficiente para alimentarse. Pero como su familia tenía recursos limitados, Hallmark no contaba con fondos para cubrir la diferencia.
Alrededor de cada dos semanas, acudía a otros para pedir ayuda y evitar el hambre. “Les pedía a mis amigos si podían [usar su tarjeta] para yo entrar al comedor o darme un aventón para comprar algo de comida, y luego les devolvía el dinero”, Hallmark dijo.
El estrés de no tener suficiente comida era “tan difícil”, recuerda Hallmark, quien ahora tiene 22 años y está en su último año en la universidad. Afectó sus estudios. “A veces faltaba a clases para poder comer por la mañana”.
La experiencia de Hallmark no es singular en absoluto. Una creciente cantidad de personas en Estados Unidos enfrentan la inseguridad alimentaria, y los estudiantes universitarios figuran entre aquellas desproporcionadamente afectadas.
“El hambre de los estudiantes universitarios es una crisis creciente”, dijo Irene Lewis, una analista de políticas del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, por sus siglas en inglés) para el Centro de Investigaciones y Medidas Alimentarias, una organización nacional sin fines de lucro que apoya a los estadounidenses que enfrentan hambre relacionada con la pobreza. Una encuesta de 13 colegios comunitarios en Colorado, realizada en el otoño de 2020 por la Universidad de Temple durante el peor momento de la pandemia de COVID-19, encontró que el 40 por ciento de los participantes enfrentaron inseguridad alimentaria en los 30 días anteriores.
Casi el 13 por ciento de los hogares en EE. UU. dijeron enfrentar inseguridad alimentaria en algún momento en 2022, según el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA, por sus siglas en inglés), el cual define la inseguridad alimentaria como “no estar seguro de tener o no poder adquirir comida suficiente para cubrir las necesidades” de cada integrante del hogar debido a la falta de dinero u otros recursos. Ese porcentaje es mayor en comparación con el 10.2 por ciento de hogares en 2021. El impacto no es el mismo: los hogares de personas negras e hispanas enfrentan una probabilidad dos veces mayor que los hogares blancos no hispanos de enfrentar dificultades para cubrir sus necesidades de comida, según datos de 2022.
En 2023, las instituciones educativas en Colorado observaron un mayor número de estudiantes con dificultades para obtener suficiente comida. En Fort Lewis College, una escuela de artes liberales en Durango, una encuesta realizada en la primavera de 2023 encontró que el 49 por ciento de los estudiantes dicen que enfrentaron inseguridad alimentaria en los últimos 12 meses, un aumento en comparación con el 45 por ciento en la primavera de 2019, dijo Stella Zhu, la coordinadora de necesidades básicas del colegio. Además, la cantidad de estudiantes que enfrentan inseguridad alimentaria muy baja (definida como tener patrones interrumpidos de alimentación o alimentación reducida debido a la falta de dinero u otros recursos, según el USDA) está aumentando, Zhu dijo, del 28 por ciento en 2019 al 33 por ciento en 2023.
En la Universidad del Norte de Colorado en Greeley, el 49.7 por ciento de los estudiantes en 2023 dijeron que enfrentaron cierto nivel de inseguridad alimentaria en los últimos 12 meses, un aumento en comparación con el 44.2 por ciento en 2021, dijo John Hancock, vicepresidente adjunto para el bienestar y apoyo de la universidad.
Existe una idea equivocada de que si puedes pagar por tus estudios universitarios o recibir becas, puedes pagar por comida u otras necesidades básicas, dijo Hannah Wilks, directora de servicios y necesidades básicas para el aprendizaje en la Universidad de Colorado en Boulder. Y eso “no es verdad para muchos de los estudiantes”, dijo.
Estudios demuestran que los estudiantes que enfrentan inseguridad alimentaria tienen mayor probabilidad de faltar a clases y sesiones de estudio; tienen dificultades para comprar los libros de texto obligatorios; y, enfrentan un riesgo mayor de sufrir de estrés, ansiedad y depresión. Además, trabajar para obtener un título universitario a la vez que tienes un trabajo o trabajas muchas horas “también puede ser un obstáculo para lograr el éxito en tu educación”, dijo Anya Rose, gerenta principal de políticas públicas en Hunger Free Colorado, una organización estatal sin fines de lucro (y beneficiaria de The Colorado Trust) que trabaja para promover el acceso equitativo a la comida nutritiva.
El Centro de Investigaciones y Medidas Alimentarias recientemente entrevistó a estudiantes universitarios sobre la inseguridad alimentaria, y los participantes dijeron que tuvieron hambre, cambios en su peso, peor salud o peores calificaciones, Lewis dijo. En cambio, cuando esos estudiantes tuvieron acceso a programas como SNAP que los ayudaron a cubrir sus necesidades de comida, “pudieron presentarse a clases con ganas de participar”, Lewis dijo, y “no estaban preocupados ni estresados sobre de dónde vendría su próxima comida”.
Una confluencia de factores está contribuyendo al aumento de inseguridad alimentaria en universidades. Uno de los factores principales es el gran aumento en los costos de vivienda.
Según datos de la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense, el alquiler medio aproximado en Colorado subió de $1,240 en 2017 a $1,646 en 2022, un aumento de casi el 33 por ciento. En el área metropolitana de Denver específicamente, el hogar promedio gastó el 36.7 por ciento de su presupuesto en la vivienda, entre 2021 y 2022, un porcentaje mayor que el promedio nacional de 33.5 por ciento, según la Oficina de Estadísticas Laborales de EE. UU.
“No puedes economizar en el alquiler—es lo que es”, dijo Michael Buttram, el gerente de necesidades básicas en CSU. “Pero puedes economizar en la comida, y las personas están tomando esa difícil decisión”.
El aumento en los costos de la comida también contribuye. “El costo [en el supermercado] ha aumentado significativamente y eso afecta lo que la gente puede comprar”, Buttram dijo. Un análisis reciente realizado por The Colorado Sun (un beneficiario de The Colorado Trust) de datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de EE. UU. encontró que el precio promedio de cinco artículos populares—leche, carne molida de res, pan, huevos y café—aumentó en un 35 por ciento en Colorado desde 2018.
“Aunque la gente quizás todavía tenga suficiente para comer, no está alimentándose con la comida nutritiva que saben que necesitan”, Buttram dijo.
En Fort Lewis College, los estudiantes usualmente no usan el término “inflación”, Zhu dijo, “pero definitivamente usan el lenguaje de ‘todo está poniéndose más y más costoso’”. Un sentimiento comúnmente expresado, según Zhu, es: “‘Antes podía comprar huevos y ahora ya no puedo’”.
El aumento en el costo de una enseñanza universitaria también es un factor. El costo de asistir a una institución pública de cuatro años subió en un 9.24 por ciento entre 2010 y 2022, según un análisis de la organización investigadora sin fines de lucro Iniciativa de Datos sobre la Educación. Mientras tanto, la asistencia federal está disminuyendo. La Beca Pell máxima que se recibe hoy cubre solo el 28 por ciento de los costos para asistir a una universidad pública de cuatro años, comparado con el 75 por ciento en 1980, según la Universidad de California.
También existe el factor de que “el estudiante universitario de hoy no es el estudiante universitario de ayer”, Lewis dijo. Según el Centro de Investigaciones y Medidas Alimentarias, un mayor porcentaje de estudiantes universitarios son de primera generación; de hogares con bajos ingresos y de clase trabajadora; o, responsables de dependientes mientras cursan sus estudios.
“Muchas personas están en una posición más independiente o precaria que los estudiantes universitarios tradicionales”, Rose dijo. Eso puede causar que sea más difícil cubrir sus necesidades básicas, como la comida.
Otro factor en contra es el vencimiento en 2023 de los beneficios federales relacionados con la pandemia de COVID-19 que expandieron la elegibilidad de SNAP para que más estadounidenses (incluidos estudiantes universitarios) cumplieran con los requisitos. Las distribuciones de emergencia de SNAP también se terminaron, las cuales ofrecían pagos adicionales a todos los beneficiarios de SNAP. En Colorado, el término de los pagos de emergencia afectó a más de 286,000 hogares y disminuyó los beneficios mensuales de cada participante en $82 en promedio, según un análisis del Centro de Investigaciones y Medidas Alimentarias.
En Fort Lewis College en Durango, los estudiantes que recibían pagos de SNAP gracias a la ampliación de los requisitos “ahora dependen aún más de programas de asistencia alimentaria como despensas y bancos de alimentos”, Zhu dijo.
El Banco de Alimentos de Durango no reúne datos sobre si sus clientes son estudiantes, pero ha observado un aumento en pedidos de ayuda en general. En la Ladera Frontal, Kristina Thomas, directora de filantropía y mercadotecnia para Community Food Share, un banco de alimentos en los condados de Boulder y Broomfield, dijo que de 2019 a 2023, la organización ha visto un aumento del 66 por ciento en los clientes de 18 a 23 años de edad que usan sus servicios de distribución directa.
Como Hancock dijo: “Realmente es como una situación de la tormenta perfecta en la que los estudiantes están verdaderamente, verdaderamente, enfrentando desafíos para [cubrir sus necesidades]”.
Además de las exenciones, “los estudiantes universitarios siempre han sido un grupo difícil de ayudar para conectarlos con asistencia”, Rose dijo. Para cumplir con los requisitos de SNAP, los estudiantes que asisten a una institución de educación superior por lo menos de medio tiempo usualmente deben provenir de un hogar con bajos ingresos y cumplir con otros requisitos, incluido trabajar en promedio 20 horas por semana o más; participar en un programa de estudio-trabajo o de desarrollo para la fuerza laboral; desempeñar el papel de encargado principal de un niño pequeño; recibir beneficios monetarios a través de Colorado Works (el programa estatal de Asistencia Temporal para Familias Necesitadas); tener una discapacidad; o, “no ser apto física o mentalmente” para trabajar mientras estudian sin dificultades, según Hunger Free Colorado.
“El mensaje ha sido algo así como: ‘Si eres estudiante universitario, no cumples con los requisitos a menos que’, y ese no es un mensaje muy acogedor”, Rose dijo. Porque la solicitud de SNAP puede ser muy complicada y pesada, muchos estudiantes que cumplen con los requisitos no lo saben, Buttram dijo. Un informe publicado en 2018 por la Oficina Federal de Rendición de Cuentas encontró que en 2016, menos de la mitad de los estudiantes que posiblemente cumplían con los requisitos de SNAP y en riesgo de tener inseguridad alimentaria estaban suscritos en el programa.
“Algunos de esos obstáculos que programas como SNAP imponen también pueden perjudicar tu éxito académico”, Rose dijo.
Para abordar las crecientes tasas de inseguridad alimentaria, las instituciones de educación superior alrededor del estado están ampliando los programas de apoyo en sus instalaciones. Hunger Free Colorado recientemente trabajó con el Departamento de Educación Superior de Colorado para crear una designación de “Campus sin hambre” para universidades y colegios comunitarios que han implementado esfuerzos importantes para abordar la inseguridad alimentaria al dar pasos como organizar despensas de alimentos en sus instalaciones, ofrecer servicios de alcance de SNAP entre sus estudiantes, y recolectar datos sobre la prevalencia de inseguridad alimentaria en sus escuelas. Veintidós colegios y universidades en Colorado actualmente figuran en la lista como “Campuses sin hambre”.
Esos incluyen a CSU, donde los esfuerzos incluyen un programa donde pasas la tarjeta para obtener comida, despensas móviles de alimentos con regularidad, asistencia para solicitar SNAP, una despensa de alimentos en el campus que atiende a cerca de 500 personas por semana, y un programa de recuperación de comida a través del cual los estudiantes reciben alertas por mensaje de texto sobre comida que queda después de eventos en el campus.
Hallmark se enteró de estos recursos hace como dos años y dijo que la ayudaron mucho para cubrir sus necesidades de comida. Actualmente, Hallmark suplementa su alimentación con comida de la despensa—donde también trabaja 12 horas por semana en un puesto pagado—y recibe fondos regulares en una tarjeta con beneficios de SNAP, los cuales la ayudan a comprar comida en el supermercado.
Gracias a esos recursos, “No he pensado en cómo voy a conseguir comida en los últimos dos años y ha sido fabuloso”, dijo Hallmark, quien está estudiando gestión de cadenas de suministros comerciales.
Más estudiantes están necesitando apoyo similar. Las visitas a la despensa de alimentos en el campus han aumentado en un 12 por ciento de un año a otro CSU, Buttram dijo. Y más estudiantes están solicitando el programa para pasar una tarjeta y obtener comida, el cual proporciona acceso gratis a comidas en el comedor a estudiantes necesitados.
“Se llenó más allá de su capacidad con solicitudes de 650 estudiantes calificados en menos de dos semanas”, Buttram dijo.
En la Universidad del Norte de Colorado, esfuerzos incluyen una despensa de alimentos abierta cerca de 15 horas por semana para proporcionar mayormente productos imperecederos, al igual que una despensa móvil mensual, organizada por el Banco de Alimentos de Weld, el cual proporciona productos perecederos como frutas, verduras y carne. La universidad también ofrece una asignación de puntos para usar en la tarjeta del comedor universitario a estudiantes que de otra forma no tendrían suficiente para comer.
Para Nicholas Kolb, un estudiante de posgrado de 32 años en la Universidad del Norte de Colorado, tener acceso a la despensa de alimentos le ha permitido comer comida más saludable y ahorrar más.
“Los precios de todo [lo relacionado con la comida] realmente están aumentando”, Kolb dijo. Con la despensa de alimentos de la universidad, la cual visita casi cada semana, Kolb puede surtirse de frutas y verduras, proteínas y comidas precocidas. Sin acceso a la despensa, Kolb supuso que estaría comiendo más fideos ramen—los cuales, señaló, “no tienen precisamente los nutrientes que un estudiante necesita para estar atento en clase, acordarse de la información, y luego poder desempeñarse [bien] en una prueba”.
Las visitas a la despensa de alimentos en la Universidad del Norte de Colorado han aumentado en un 20 por ciento de un año a otro, incluyendo un aumento del doble entre 2021 a 2022, Hancock dijo. Como respuesta al aumento de necesidades, la universidad está planeando triplicar su cobertura y ampliar el horario de su despensa para ayudar a más estudiantes y empleados. La universidad también está trabajando para abrir un centro de apoyo social junto a la despensa donde estudiantes que cumplan requisitos puedan recibir ayuda para solicitar beneficios de SNAP y conectarse con el fondo de apoyo de emergencia (un subsidio que se distribuye a estudiantes que enfrentan dificultades financieras). Esfuerzos similares se están implementando en Fort Lewis College y la Universidad de Colorado en Boulder.
Aunque los esfuerzos liderados por las universidades están ayudando a estudiantes como Hallmark y Kolb, se necesitan cambios a mayor escala para combatir completamente el problema. En ese aspecto, Zhu espera que el estado de Colorado asigne fondos para apoyar las necesidades básicas de los estudiantes universitarios. Tanto el Centro de Investigaciones y Medidas Alimentarias como Hunger Free Colorado están abogando a favor de la Ley federal de Acceso Mejorado a SNAP, una propuesta legislativa que, si se aprueba, permitiría que más estudiantes universitarios con bajos ingresos puedan solicitar beneficios de SNAP.
Buttram, por su parte, considera el asunto un problema de equidad. “Vivimos en un país y en un área universitaria con muchos recursos, así que no es una cuestión de, ‘¿Hay suficiente?’” dijo. “Es una cuestión de, ‘¿Nos importa lo suficiente como para distribuir este recurso equitativamente?’”
Desde que empezó a recibir asistencia alimentaria, Hallmark dijo que sus calificaciones mejoraron. Ha hecho más amigos. Y dice que se siente como que finalmente está disfrutando de una verdadera experiencia universitaria. “He podido tener una vida más sociable, en lugar de solo quedarme sentada en casa preocupándome sobre si voy a poder arreglármelas”.
Traducido por Alejandra X. Castañeda