Una publicación de The Colorado Trust
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Los estudios de investigación demuestran que los jóvenes que pertenecen a grupos minoritarios con base en su orientación sexual o identidad de género son mucho más vulnerables a las situaciones peligrosas o hasta violentas que los jóvenes heterosexuales. Fotografía de Ruben Ramirez-Castillo

Personas y lugares

Los ambientes inseguros resultan en desafíos para la salud de los jóvenes LGBT

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Wesley Rinhart sabe bien la manera en que el estigma y la violencia dañan a los jóvenes homosexuales como él.

Después de declararse gay a los 15 años, Rinhart dijo que su padrastro empacó todas sus pertenencias, las dejó junto a la puerta del frente y le dijo que se fuera de la casa.

Rinhart durmió bajo el puente de South Tejon Street en Colorado Springs por un par de semanas. Luego se quedó en una casa para jóvenes y en los hogares de los hombres que creía amar, pero que eventualmente terminaron aprovechándose, y hasta abusaron físicamente, de él, dijo Rinhart.

Recientemente, tomó un autobús para salir de Colorado y ahora vive con su padre.

“Mi vida ha sido como una montaña rusa”, agregó Rinhart.

En Colorado, los/las jóvenes lesbianas, gay, bisexuales y transgénero (LGBT) sufren más violencia y tienen mayor probabilidad de participar en actividades riesgosas que sus compañeros heterosexuales. Los jóvenes LGBT tienen menor probabilidad de tomar el desayuno y hacer ejercicio a diario, y mayor probabilidad de consumir tabaco, alcohol, marihuana y drogas, como la cocaína y las metanfetaminas, según la Encuesta Healthy Kids Colorado 2015 que le dio seguimiento a los estudiantes de escuelas intermedias y preparatorias en Colorado. Entre los jóvenes que viven en Colorado que respondieron la encuesta, la probabilidad de que los jóvenes LGBT sufrieran acoso o intimidación escolar o recibieran amenazas, y hubieran considerado o intentado suicidarse, era mayor que la de los jóvenes heterosexuales y no transgénero.

A nivel nacional, el panorama es igual de desalentador. En agosto, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) publicaron su primer estudio nacional de jóvenes lesbianas, gay, bisexuales y que cuestionan su orientación sexual y el comportamiento dañino. (El estudio no incluyó información sobre los jóvenes transgénero y datos de Colorado.)

El estudio encontró que era dos veces más probable que los estudiantes de la preparatoria que se identifican como lesbianas, gay y bisexuales en todo Estados Unidos hubieran sufrido amenazas o lesiones con un arma en la escuela o acoso/intimidación en las redes sociales. Además, era dos veces más probable que evitaran ir a la escuela porque no se sentían seguros. Y era tres veces más probable que los jóvenes homosexuales y bisexuales hubieran pensado seriamente en suicidarse, y cuatro veces y media más probable que sus compañeros heterosexuales que lo hubieran intentado.

Rinhart se apoyó en la marihuana, la metanfetamina y más porque quería “sentir otra vez”. Las drogas eran una manera de automedicarse para lidiar con las experiencias traumáticas y “sentirse feliz”.

“He probado todas las drogas disponibles en Colorado Springs”, dijo. “Durante mi infancia y adolescencia no me sentí querido, cuidado”.

Tomar riesgos es parte natural del desarrollo cerebral, explicó Mary Malia, directora ejecutiva de InsideOut Youth Services en Colorado Springs. La organización es un centro comunitario y espacio seguro para los jóvenes LGBT y aquellos que están cuestionando su orientación sexual (LGBTQ en conjunto, por sus siglas en inglés).

Muchos de estos jóvenes se sienten aislados o incapaces de expresar su verdadera identidad en la escuela, con sus familias o en sus comunidades, dijo Malia.

“Los jóvenes LGBTQ toman más riesgos porque están muy desesperados por sentirse conectados de alguna forma”, agregó.

Esto podría reflejarse en su decisión de permanecer en una relación romántica abusiva porque es mejor que estar solo, o caer en las drogas y el alcohol para entumecer el dolor del aislamiento social, dijo Malia.

La violencia en las relaciones amorosas es una realidad cruda para muchos jóvenes que pertenecen a grupos minoritarios con base en su orientación sexual. Según el estudio de los CDC publicado este año, el 8 por ciento de los estudiantes heterosexuales fueron lastimados por alguien con quien tenían una relación romántica, mientras que el 18 por ciento de los estudiantes LGB y el 25 por ciento de aquellos cuestionando su orientación sexual contestaron lo mismo.

Cuando no te sientes seguro expresando tu identificación de género o tu orientación sexual en público, o te acosan o hacen burla por ser diferente, y no ves manera de salir de esa situación, “los comportamientos riesgosos no parecen riesgosos”, dijo Malia. Por lo contrario, es la manera por la cual algunos jóvenes que se sienten atrapados toman control de sus vidas.

Quienes pueden ayudar son los padres informados y los sistemas escolares acogedores que reconocen la diversidad de sus estudiantes y se rehúsan a permitir el acoso o la intimidación.

En todo Colorado, se han formado cerca de 220 alianzas gay-heterosexuales o gay-heterosexuales-trans en las escuelas para luchar por los jóvenes LGBT y promover los ambientes de aceptación, dijo el director ejecutivo de One Colorado, Daniel Ramos. Las escuelas también necesitan capacitar a los maestros para intervenir cuando alguien está acosando a otro estudiante. Cerca del 65 por ciento de las escuelas en el estado cuentan con políticas que prohíben el acoso escolar específicamente por razones de orientación sexual o de identificación de género, agregó Ramos.

Vivir con miedo pone en peligro la habilidad de aprender y alcanzar la aptitud académica, explicó Nan Kratohvil, ex copresidenta de la oficina en Colorado de la organización Gay, Lesbian & Straight Education Network (GLSEN). Kratohvil enseño inglés y humanidades en Cherry Creek High School en Denver y fue copresidenta de la oficina local de GLSEN de 1995 hasta este año.

“El joven que está planeando su ruta para escaparse del salón de clases no se está enfocando en la clase”, agregó

Rinhart encontró apoyo a través del club de la alianza gay-heterosexual en Palmer High School en Colorado Springs (ahora conocida como la Alianza Gay/Heterosexual/Trans) en donde estudió durante dos años. Ahí encontró a personas con historias similares, con quienes se llevó bien y que, a su vez, se llevaron bien con él.

Rinhart prefiere no hablar sobre la violencia que ha sufrido a manos de sus ex novios. En cambio, prefiere enfocarse en cómo ha podido sobrevivir y superar el trauma crónico por el que ha pasado en su vida.

“Pienso que nadie puede humillarme, no importa cuánto lo intente”, agregó,

Por Anna Boiko-Weyrauch

Wesley Rinhart sabe bien la manera en que el estigma y la violencia dañan a los jóvenes homosexuales como él.

Después de declararse gay a los 15 años, Rinhart dijo que su padrastro empacó todas sus pertenencias, las dejó junto a la puerta del frente y le dijo que se fuera de la casa.

Rinhart durmió bajo el puente de South Tejon Street en Colorado Springs por un par de semanas. Luego se quedó en una casa para jóvenes y en los hogares de los hombres que creía amar, pero que eventualmente terminaron aprovechándose, y hasta abusaron físicamente, de él, dijo Rinhart.

Recientemente, tomó un autobús para salir de Colorado y ahora vive con su padre.

“Mi vida ha sido como una montaña rusa”, agregó Rinhart.

En Colorado, los/las jóvenes lesbianas, gay, bisexuales y transgénero (LGBT) sufren más violencia y tienen mayor probabilidad de participar en actividades riesgosas que sus compañeros heterosexuales. Los jóvenes LGBT tienen menor probabilidad de tomar el desayuno y hacer ejercicio a diario, y mayor probabilidad de consumir tabaco, alcohol, marihuana y drogas, como la cocaína y las metanfetaminas, según la Encuesta Healthy Kids Colorado 2015 que le dio seguimiento a los estudiantes de escuelas intermedias y preparatorias en Colorado. Entre los jóvenes que viven en Colorado que respondieron la encuesta, la probabilidad de que los jóvenes LGBT sufrieran acoso o intimidación escolar o recibieran amenazas, y hubieran considerado o intentado suicidarse, era mayor que la de los jóvenes heterosexuales y no transgénero.

A nivel nacional, el panorama es igual de desalentador. En agosto, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) publicaron su primer estudio nacional de jóvenes lesbianas, gay, bisexuales y que cuestionan su orientación sexual y el comportamiento dañino. (El estudio no incluyó información sobre los jóvenes transgénero y datos de Colorado.)

El estudio encontró que era dos veces más probable que los estudiantes de la preparatoria que se identifican como lesbianas, gay y bisexuales en todo Estados Unidos hubieran sufrido amenazas o lesiones con un arma en la escuela o acoso/intimidación en las redes sociales. Además, era dos veces más probable que evitaran ir a la escuela porque no se sentían seguros. Y era tres veces más probable que los jóvenes homosexuales y bisexuales hubieran pensado seriamente en suicidarse, y cuatro veces y media más probable que sus compañeros heterosexuales que lo hubieran intentado.

Rinhart se apoyó en la marihuana, la metanfetamina y más porque quería “sentir otra vez”. Las drogas eran una manera de automedicarse para lidiar con las experiencias traumáticas y “sentirse feliz”.

“He probado todas las drogas disponibles en Colorado Springs”, dijo. “Durante mi infancia y adolescencia no me sentí querido, cuidado”.

Tomar riesgos es parte natural del desarrollo cerebral, explicó Mary Malia, directora ejecutiva de InsideOut Youth Services en Colorado Springs. La organización es un centro comunitario y espacio seguro para los jóvenes LGBT y aquellos que están cuestionando su orientación sexual (LGBTQ en conjunto, por sus siglas en inglés).

Muchos de estos jóvenes se sienten aislados o incapaces de expresar su verdadera identidad en la escuela, con sus familias o en sus comunidades, dijo Malia.

“Los jóvenes LGBTQ toman más riesgos porque están muy desesperados por sentirse conectados de alguna forma”, agregó.

Esto podría reflejarse en su decisión de permanecer en una relación romántica abusiva porque es mejor que estar solo, o caer en las drogas y el alcohol para entumecer el dolor del aislamiento social, dijo Malia.

La violencia en las relaciones amorosas es una realidad cruda para muchos jóvenes que pertenecen a grupos minoritarios con base en su orientación sexual. Según el estudio de los CDC publicado este año, el 8 por ciento de los estudiantes heterosexuales fueron lastimados por alguien con quien tenían una relación romántica, mientras que el 18 por ciento de los estudiantes LGB y el 25 por ciento de aquellos cuestionando su orientación sexual contestaron lo mismo.

Cuando no te sientes seguro expresando tu identificación de género o tu orientación sexual en público, o te acosan o hacen burla por ser diferente, y no ves manera de salir de esa situación, “los comportamientos riesgosos no parecen riesgosos”, dijo Malia. Por lo contrario, es la manera por la cual algunos jóvenes que se sienten atrapados toman control de sus vidas.

Quienes pueden ayudar son los padres informados y los sistemas escolares acogedores que reconocen la diversidad de sus estudiantes y se rehúsan a permitir el acoso o la intimidación.

En todo Colorado, se han formado cerca de 220 alianzas gay-heterosexuales o gay-heterosexuales-trans en las escuelas para luchar por los jóvenes LGBT y promover los ambientes de aceptación, dijo el director ejecutivo de One Colorado, Daniel Ramos. Las escuelas también necesitan capacitar a los maestros para intervenir cuando alguien está acosando a otro estudiante. Cerca del 65 por ciento de las escuelas en el estado cuentan con políticas que prohíben el acoso escolar específicamente por razones de orientación sexual o de identificación de género, agregó Ramos.

Vivir con miedo pone en peligro la habilidad de aprender y alcanzar la aptitud académica, explicó Nan Kratohvil, ex copresidenta de la oficina en Colorado de la organización Gay, Lesbian & Straight Education Network (GLSEN). Kratohvil enseño inglés y humanidades en Cherry Creek High School en Denver y fue copresidenta de la oficina local de GLSEN de 1995 hasta este año.

“El joven que está planeando su ruta para escaparse del salón de clases no se está enfocando en la clase”, agregó

Rinhart encontró apoyo a través del club de la alianza gay-heterosexual en Palmer High School en Colorado Springs (ahora conocida como la Alianza Gay/Heterosexual/Trans) en donde estudió durante dos años. Ahí encontró a personas con historias similares, con quienes se llevó bien y que, a su vez, se llevaron bien con él.

Rinhart prefiere no hablar sobre la violencia que ha sufrido a manos de sus ex novios. En cambio, prefiere enfocarse en cómo ha podido sobrevivir y superar el trauma crónico por el que ha pasado en su vida.

“Pienso que nadie puede humillarme, no importa cuánto lo intente”, agregó,

Anna Boiko-Weyrauch

Reporter
Seattle, Wash.

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