Una publicación de The Colorado Trust
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Kinyata Jackson, der., y su familia, Ernest Jackson, izq., Keegan Reid, de 6 años, y Eden Jackson de siete semanas en su hogar de Aurora en mayo. Fotografía de Joe Mahoney/enviado especial para The Colorado Trust 

Cuidados de salud

La partería en Colorado se enfrenta a una encrucijada

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Kinyata Jackson estaba contenta con su médica general cuando supo que estaba embarazada con su primer hijo.

Sin embargo, después de que su prima “elogió y elogió” los cuidados que recibió de sus parteras, Jackson decidió cambiar de obstetra. En su tercer trimestre, se cambió a un equipo de enfermeras parteras en el Hospital de la Universidad de Colorado en Aurora. Se dio cuenta de que era más fácil hablar con las parteras y estas estaban más dispuestas a escuchar.

Ahora Jackson cree que este cambio le salvó la vida.

“De inmediato notaron la preeclampsia”, una condición potencialmente mortal que su primera médica no había notado, según Jackson. “Estaba avanzando en mi embarazo con un riesgo muy alto sin saberlo”.

Jackson se encuentra entre un grupo cada vez mayor de madres en todo el país que buscan que las atienda una partera.

En comparación con los médicos obstetras, las parteras con frecuencia pasan más tiempo con las mujeres embarazadas antes y después del nacimiento de su bebé. Las personas que buscan los cuidados de una partera con frecuencia lo hacen debido a la percepción de que ofrecen cuidados más personales, empoderantes y culturalmente sensibles en un momento extremadamente importante en sus vidas.

Los estudios en su mayoría respaldan la seguridad y eficacia de la atención que las enfermeras parteras proporcionan. Los países que han acogido la partería, como el Reino Unido y los Países Bajos, tienen mejores resultados con respecto a la salud maternal y del infante, al igual que costos más bajos.

Más madres mueren durante el parto en Estados Unidos que en cualquier otro país de altos ingresos. Y el parto cuesta más aquí que en casi cualquier otro lugar del mundo.

En una reciente serie publicada en la revista científica The Lancet, investigadores argumentaron que los países con altos ingresos como EE. UU. pueden reducir los costos de sus servicios de salud en general y mejorar la calidad de los cuidados maternos si promueven la partería.

Sin embargo, a pesar de la creciente demanda, la partería en Colorado enfrenta un futuro inestable.

En muchas zonas rurales, no se ofrece para nada atención materna local; los hospitales se encuentran lejos y existen pocas opciones adicionales. Hasta en los centro urbanos, hay obstáculos financieros importantes para obtener servicios de una partera. También existen incentivos económicos asociados con la atención dirigida por un médico obstetra. Tanto las clínicas de partería asociadas con hospitales como las clínicas independientes enfrentan problemas para seguir funcionando.

Cuando se embarazó por segunda vez en 2018, Jackson buscó ayuda con las parteras de Rose Medical Center. Pero a mitad de su embarazo, recibió una carta: La clínica dejaría de funcionar.  Jackson se sintió exhortada para encontrar otra partera.

“Fue muy estresante”, Jackson dice. Se acababa de mudar a Aurora y no tenía automóvil. No estaba segura de dónde encontraría a otra partera que aceptara Medicaid.

Faltaban un par de meses para que su bebé naciera y Jackson no sabía qué hacer.

Un modelo de atención poco rentable

En parte, el poder de la partería viene de su ineficiencia para generar ganancias.

Las parteras pueden pasar entre 30 y 60 minutos en una visita con madres embarazadas. Durante ese tiempo, quizás escuchen sobre la familia de la madre, cómo van las cosas en su casa, cualquier inquietud que tenga sobre algún síntoma físico o sus sentimientos o preocupaciones acerca del bebé.

“El modelo de la partería atiende a la persona en su totalidad, la comida y el sueño y el estrés y la calidad de vida”, dice Heather Thompson, subdirectora de Elephant Circle, una organización con sede en Denver que aboga por un mayor acceso a los servicios de una partera. “Considera al parto como un evento comunitario, como algo fisiológico”, en lugar de un evento médico.

Es un modelo que enfatiza la prevención, la cual casi nunca se reembolsa al mismo porcentaje que los cuidados por enfermedades. Además, por su naturaleza, el modelo de la partería no maximiza el número de pacientes que la partera atiende y esta es una manera crucial mediante la cual el sistema de atención médica genera ganancias.

Durante el parto, la atención de una enfermera partera se asocia con menos episiotomías (una incisión vaginal que se hace durante un parto difícil), menos partos por cesárea y aquellos que requieren el uso de fórceps o ventosas. Eso es bueno. Aunque algunas intervenciones médicas son necesarias, a muchos les preocupa que en EE. UU. hay demasiadas intervenciones que conllevan riesgos para las madres y sus bebés.

(Los investigadores mencionan la dificultad de comparar los cuidados maternos, ya que la mayoría de los estudios se basan en la observación. Algunas de las diferencias en la tasa de intervenciones, por ejemplo, podrían deberse a que es más probable que ciertas personas con embarazos de alto riesgo vean a un médico y aquellas que prefieren menos intervenciones busquen a una partera.)

En Colorado, cerca del 27 por ciento de partos son con cirugía. La Organización Mundial de la Salud establece la tasa ideal de cesáreas entre el 10 y el 15 por ciento. Si se redujera la tasa de cesáreas a un 15 por ciento a nivel nacional, ahorraríamos alrededor de $5 billones, según un análisis realizado en 2013 por Truven Health Analytics.

Pero a pesar de esfuerzos para dar reembolsos con base en el desempeño bajo la Ley de los Cuidados de Salud a Bajo Precio, el sistema médico en Colorado y el resto del país sigue un modelo de “reembolso por servicio”.

“Nuestro sistema está erróneamente incentivado hacia la intervención más costosa”, dijo McLemore, PhD, una enfermera y académica que ha escrito ampliamente sobre temas raciales y la atención materna. La doctora McLemore cree que la partería tiene un gran potencial no utilizado para atender, en particular, a la gente de color.

La atención materna es un gran negocio para los hospitales y uno de los factores principales en los gastos nacionales en servicios de salud en general. El parto es la causa más común de la hospitalización en EE. UU. También es una de las causas más costosas.

En total, los cargos que hospitales en EE. UU. cobraron por la atención durante el embarazo, el parto y del recién nacido sumaron $152 billones en 2016, el año más reciente con datos federales disponibles, con costos de $39 billones. En Colorado, el parto produjo más de $2.6 billones en cargos de hospitales con base en $642 millones en costos.

Cuando dos de las clínicas de partería más grandes en Denver y Aurora dijeron que dejarían de funcionar el pasado mes de diciembre, no dieron una razón. Los pacientes y defensores de la atención materna de alta calidad en Colorado se quedaron especulando sobre el porqué. Tanto Midwifery at Rose (en donde Jackson recibía atención) y Colorado Nurse Midwives estaban asociadas con los hospitales de HealthONE, propiedad de la organización con fines de lucro HCA Healthcare.

Joel Ryan tiene experiencia directa con los desafíos de administrar un negocio de partería. Fundó junto con otros Mountain Midwifery Center, un centro independiente de partos en Englewood cuyo personal está compuesto de enfermeras parteras certificadas. Como el centro de más antigüedad en la Ladera Frontal, ofrecía citas prenatales y un centro de parto, exámenes anuales, apoyo durante la lactancia y clases sobre el nacimiento, los cuidados del recién nacido y el amamantamiento.

Pero Ryan describe un desafío constante para establecer contratos justos con aseguradoras privadas y Medicaid. Cuando hablé con él en febrero, Ryan dijo que el centro estaba teniendo dificultados para que Medicaid les pagara por un medicamento esencial que detiene el sangrado después del parto. Al mismo tiempo, no habían podido asegurar ni un solo contrato con ninguna de las aseguradoras en el mercado estatal de seguros de salud.

Ryan atribuyó algunas de las dificultades de su centro a que estaban desafiando los sistemas hospitalarios, es decir, los socios comerciales más importantes para las aseguradoras.

“Ofrecer una opción a menor precio con mejores resultados no se recompensa y en realidad es una amenaza para el sistema establecido”, Ryan dijo.

En octubre de 2019, después de 13 años de operación, Mountain Midwifery cerró sus puertas.

Un nuevo enfoque y una racha de buena suerte

La opinión de Jackson sobre la partería se ve afectada por el papel que desempeña como promotora y por su experiencia directa. Forma parte de una coalición estatal llamada Raise Colorado, la cual se estableció a través de dos organizaciones no lucrativas enfocadas en la infancia, Clayton Early Learning y Colorado Children’s Campaign (esta última es beneficiaria de The Colorado Trust) para abogar a favor de las personas embarazadas, los bebés y los niños pequeños que ya caminan. Jackson se unió al grupo como una presentante del Black Child Development Institute, en donde trabajó en iniciativas para involucrar a la comunidad como coordinadora de un programa de salud y bienestar preescolar.

El grupo le ha dado a Jackson la oportunidad de reunirse con otras personas interesadas en examinar los desafíos más grandes que enfrentan los padres y niños pequeños en el estado. La mayoría de los desafíos que enfrentan los padres, dijo, incluyen “múltiples cosas interactuando entre sí. ¿Cómo llegamos a la causa principal de todas esas cosas de tal forma que no nos abrumen y queramos arrancarnos el cabello?”

Raise Colorado no se había estado enfocando específicamente en la partería cuando se enteró de que las dos clínicas metropolitanas se iban a cerrar el año pasado. Pero el evento fue una gran sorpresa y enterarse de que Jackson perdería la atención que estaba recibiendo impulsó a la organización para escribir públicamente al respecto.

“Estas clínicas eran una de pocas maneras de proporcionar acceso igualitario a cuidados de partería tanto para las personas con seguro privado como público”, escribieron Jacy Montoya Price y Christina Walker en una carta abierta en The Colorado Sun. “Sin ellas, las inequidades que las mujeres enfrentan debido a su grupo racial o a sus orígenes continuarán transmitiéndose a sus bebés”.

Citaron un reciente estudio de clínicas que ofrecen servicios de partería en EE. UU. El estudio mostró una asociación entre los esfuerzos del estado para integrar la partería en su sistema de atención médica y mejores resultados para las mamás y sus bebés.

Al poco tiempo de que se publicara la carta abierta, Jackson recibió buenas noticias. La clínica de Rose iba a seguir funcionando gracias a una colaboración con The Women’s Health Group, otro consultorio en la zona metropolitana norte. “Estoy emocionada”, Jackson me dijo. “Hicieron lo mejor posible por coordinarse y mantener las cosas para que no nos sintiéramos desplazadas”.

Ese era el objetivo, dijo Christine Alexander, vocera para HealthONE. Colorado Nurse Midwives, una clínica diferente de The Medical Center of Aurora, no abrió sus puertas nuevamente, pero “nos dedicábamos a ofrecer atención constante y estamos trabajando estrechamente con pacientes para identificar a otros proveedores”, Alexander dijo. Se negó a contestar repetidas preguntas sobre por qué Colorado Nurse Midwives había dejado de operar.

Una de las mejores amigas de Jackson, Shenae McKelvin, había estado trabajando en la clínica de Rose como recepcionista. En la nueva clínica, a McKelvin la ascendieron a gerenta de oficina, lo que significó que Jackson se encontraría con una cara amigable cada vez que fuera a sus citas.

¿Una herramienta contra el racismo?

Esa conexión personal era importante para Jackson. Ha sufrido experiencias traumáticas con médicos y hospitales desde que tiene memoria. En su infancia, la hospitalizaron por asma.

“Siento que cada minuto en el que estoy en una institución, me van a obligar a permanecer ahí contra mi voluntad”, Jackson dijo.

Esos traumas antiguos habían reaparecido durante el nacimiento de su primer hijo, Keegan, hace seis años. Jackson fue a una cita prenatal normal alrededor de cinco semanas antes de la fecha estimada de parto y le dijeron que tendría que quedarse en el hospital para tener una cesárea de emergencia.

“Me solté a llorar”, recuerda.

Jackson es negra. Y para las madres negras en Estados Unidos, el parto presenta riesgos que no enfrentan las madres blancas. Es mucho más probable que las madres negras mueran durante el parto y más probable que sus bebés nazcan prematuros o mueran antes de su primer cumpleaños.

Los investigadores creen que el estrés del racismo y las barreras estructurales que las personas negras enfrentan durante toda la vida contribuyen a estas inequidades. Los prejuicios que existen en la atención médica probablemente también contribuyan.

McLemore cree que las familias negras, en particular, podrían beneficiarse de un sistema de salud que promueve el uso de, e integra, la partería en sus prácticas.

“Creo que la partería tiene el potencial de mitigar el poder del racismo estructural”, McLemore dijo. Eso es en parte debido a que la naturaleza social de muchas clínicas de partería, en donde ayudan a las mamás primerizas a establecer sistemas de apoyo más fuertes en un momento crucial, dijo. “Ese aprendizaje entre pares, aprendiendo una de la otra, no es como [usualmente] atendemos individualmente. Para mí, esa es la razón por la que creo que el modelo de la partería ayuda”.

Los resultados de una encuesta de más de 2,100 mujeres, publicados en junio de 2019, encontraron que es menos probable que las madres sufran maltratos con una partera que con un médico. Los maltratos incluyen que las regañen o amenacen o que no les den anestesia durante una episiotomía. El mismo estudio mostró que es mucho más probable que las madres hispanas, negras, indígenas y asiáticas sufran este tipo de maltratos que las madres blancas.

Pero a nivel nacional, es más probable que las madres blancas reciban el apoyo de una partera durante el parto.

A las madres negras con frecuencia las animan a no usar una partera precisamente por sus perfiles de más alto riesgo, McLemore dijo. Debido a un riesgo mayor de presentar complicaciones como la preeclampsia y el nacimiento prematuro (como en el caso de Jackson que tuvo ambos), con frecuencia las orientan hacia la atención con un doctor, un hospital y la intervención médica.

Además de eso, la mayoría de las parteras en Colorado y el resto del país son blancas.

Jackson hubiera preferido una proveedora negra si la hubiera encontrado; se aseguró de tener una doula negra. (Las doulas son personas que ofrecen apoyo emocional y físico no médicos durante el embarazo y parto.)

“Tener un equipo ahí que se parezca a ti, la partera o el equipo que apoya a la partera, es una bocanada de aire fresco”, Jackson dijo. “Hay alguien ahí que dice: ‘Te veo’”.

El nacimiento de Eden

Para el nacimiento de su segunda hija, Jackson quería tener un parto VBAC (un parto vaginal después de una cesárea). Por un tiempo, no estaba segura de que podría tenerlo.

Durante una de sus visita a la clínica, una partera sacó una aplicación en su teléfono e ingresó algunos dígitos que representaban los factores de riesgo de Jackson. Estaba tratando de calcular las probabilidades de un VBAC exitoso y frunció el ceño. Le insistió a Jackson que programara una cesárea porque su salud y la de su bebé corrían riesgos.

Pero Jackson se mantuvo firme. Al final de todo, no tuvo otra cesárea. Pasó 17 horas en el trabajo de parto, empujando por una hora y media antes que la bebé Eden naciera.

“Me sentí agradecida de haber persistido en lo que tenía planeado y honrado mi cuerpo y lo que sentía que era lo mejor”, Jackson dijo, en su hogar en Aurora una semanas después mientras doblaba ropa mientras Eden dormía.

Sin embargo, fue difícil. La experiencia hizo que Jackson se preguntara cómo es que las madres siguen ofreciéndose como voluntarias para esto, dada la agonía del parto.

“No entiendo cómo hay tantas personas en el mundo”, dijo.

Además, Jackson no cree que regresaría a esa clínica de parteras si tuviera otro bebé. Las parteras que estuvieron en el nacimiento de Eden no fueron con las que se conectó durante sus visitas prenatales. Algunas de ellas eran nuevas en la clínica y habían trabajado antes en Thorton u otros suburbios. Una había dado demasiada importancia a cómo pronunciar el nombre de Jackson: Kinyata.

“Creo que [las parteras] no están acostumbradas a la población de aquí”, Jackson dijo. “Quizás falta parte de esa aptitud cultural; no es algo que necesitaron en los vecindarios donde trabajaron antes”.

Sin embargo, en su cita seis semanas posparto, después de sufrir cierta ansiedad porque pensó que quizás la habían dado de baja en Medicaid, a Jackson y a su bebé las recibieron con emoción en la clínica de partería.

McKelvin, la amiga de Jackson y gerenta de oficina, se alegró mucho al ver a Eden y le molestó que la recién nacida durmiera tan plácidamente casi toda la visita. La bebé terminó despertándose lo suficiente como para que McKelvin la sacara de su sillita y la mimara un rato.

Las dos amigas hablaron sobre el trabajo, los esposos y los hijos hasta que la partera, Katie Wagner, apareció.

“¡Mi favorita!” Jackson exclamó. La cita fue cálida y fácil. Jackson dijo que hablaron sobre los planes para el verano. Wagner le preguntó sobre el amamantamiento y los anticonceptivos; Jackson preguntó sobre el ejercicio.

En este país, el nacimiento de un hijo usualmente no se describe como un evento social, pero claro que lo es.

El nacimiento no solo agrega una nueva persona al mundo social, integrado por madres y familias y comunidades que se extienden a partir de ellas, sino que también construye nuevas estructuras sociales y pone a prueba las existentes. Las necesidades de un recién nacido son tan urgentes que requieren una sólida red de ayuda y apoyo.

Y, por lo tanto, la relación entre una madre y la persona que asiste al nacimiento importa.  La promesa, que a veces se mantiene, de la partería, es que esta relación será de respeto mutuo.

Le volví a preguntar a Jackson si regresaría a esta clínica de parteras. Hizo una pausa.

“Trataría de asegurarme de que fuera Katie la próxima vez”, contestó.

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Kristin Jones

Escritora y editora independiente
Denver, Colo.

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