Durante una soleada tarde, Carolyn Campos y Naomi Bates se encuentran en medio de un juego de damas inglesas. Están sentadas en el apartamento de Campos en un complejo en Aurora para personas de por lo menos 62 años de edad.
Toman turnos, moviendo las piezas magnéticas y haciendo comentarios sobre la estrategia de la otra persona. A la pareja también le gusta jugar backgammon, el primer juego que jugaron la primera vez.
“Obviamente, me dejó ganar”, Bates dice. “Nuestra próxima aventura es el ajedrez, pero no sé si estará dispuesta [a jugar] eso”.
Campos mueve la cabeza de un lado a otro. No le gusta el ajedrez.
Las dos mujeres con frecuencia completan lo que la otra dice. Tienen una amistad fácil, somo si se conocieran de hace mucho tiempo. Sin embargo, se acaban de conocer en marzo después de que el Senior Companion Program las conectara. El programa es parte de Spark the Change Colorado, una organización de voluntarios dedicada al servicio y a la participación cívica.
El programa arma parejas entre voluntarios de 55 años de edad o “mejor”, según el programa lo describe, con personas que también tienen por lo menos 55 años y a quienes se las conoce como clientes. El programa está financiado por AmeriCorps Seniors, una agencia de servicios federales, y busca apoyar la independencia de los adultos mayores en sus hogares, además de crear amistades que les permitan a las personas “continuar siendo integrantes dinámicos y contribuidores de nuestras comunidades”.
“Hay mucha gente que probablemente disfrutaría tener a alguien con quien conectar, con quien crear una amistad y que venga cada semana a verte”, Campos dijo. “Eso sería maravilloso para muchas personas que viven en esta comunidad”.
La soledad y el aislamiento social están siendo cada vez más reconocidos como una epidemia nacional. La oficina del Cirujano General de EE. UU., liderada por Vivek Murthy, MD, MBA, publicó un informe de 81 páginas a principios de este año con detalles sobre el sufrimiento de la soledad y el aislamiento social, y también expuso una estrategia nacional para abordarlos, siguiendo recomendaciones tanto de organizaciones nacionales como globales.
La soledad se refiere a la experiencia subjetiva que resulta en sentirse aislado o tener conexiones inadecuadas con otras personas, mientras que el aislamiento social es tener objetivamente pocas relaciones, roles sociales o membresías en grupos e interacciones sociales poco frecuentes. Casi la mitad de todos los adultos en Estados Unidos dijeron sentir soledad en años recientes—y eso fue antes que la pandemia de COVID-19 separara a mucha gente de sus amigos, seres queridos y sistemas de apoyo.
“Tanto la soledad como el aislamiento afectan nuestra salud”, dijo Carla Perissinotto, MD, MHS, una médica geriátrica y profesora de medicina en la Universidad de California en San Francisco. “Eso es verdad aunque controlemos los factores tradicionales de riesgo médico”.
La soledad se asocia con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, demencia, depresión y muerte prematura. Genera riesgos mortales como si fumáramos 15 cigarrillos al día y le cuesta a la industria de la salud billones de dólares anuales, según el informe del Cirujano General.
El otoño pasado, Campos se mudó de Kentucky a Denver para estar más cerca de sus hijos y nietos. Aunque ve a su familia mucho más que cuando estaba viviendo en otro estado, igual quisiera verlos más.
Campos tiene movilidad limitada debido a problemas de salud, así que usualmente se queda en casa a menos que alguien pueda proporcionarle transporte.
“No salgo mucho, pero me encantaría conocer a más gente en mi [edificio]. Pero es difícil”, dijo. “Dondequiera que voy, estoy pegada a [mi tanque de oxígeno], así que es difícil salir”.
Campos y Bates se reúnen todos los lunes y juegan juegos juntas o ven programas de cocina. Para una de sus reuniones, Bates trajo comida china, una de las favoritas de ambas.
Para Bates, la oportunidad de ser voluntaria le ofrece más que solo ayudar a sus clientes (de los cuales tiene tres); también ha prevenido que se sienta aislada.
“Es muy llenador y gratificante. Y además, estoy jubilada, así que también necesito llenar mi tiempo. No quiero solo estar sentada haciendo nada”, Bates dijo.
La creciente preocupación sobre los impactos de la soledad y el aislamiento ha puesto el enfoque en este problema, y la pandemia ayudó a incluir la soledad y el aislamiento en la conversación pública.
“Desde la pandemia, todos hemos sentido lo que se siente estar atrapados en casa”, dijo Jillian Racoosin, directora ejecutiva de la Fundación para la Conexión Social y la Coalición para Acabar con el Aislamiento Social y la Soledad. “Espero que ese sentimiento haya producido para todos un mayor entendimiento de lo que nuestros adultos mayores que no pueden salir de casa sienten todos los días, y por qué es importante invertir en el apoyo social para asegurar que estemos cuidando de aquellos que están en el hogar”.
Pero hasta con más atención y un decreto del gobierno de EE. UU., todavía existe el estigma asociado con sentirse solo.
“He escuchado a múltiples personas decir: ‘No me siento sola’. Pero luego les preguntas, bueno, ¿te sientes aislada? ¿Te sientes excluida? ¿Te falta compañía?” Perissinotto dijo. “Dicen: ‘Sí, todo el tiempo’. Y es como, bueno, eso es realmente soledad”.
Campos dijo que ha aprendido a lidiar con sentirse sola.
“Solo he aprendido cómo estar conmigo misma. Y disfrutarlo”, dijo. “Me da oportunidades para hacer mis estudios bíblicos, y me gusta ver el programa de cocina Chopped”.
Los adultos mayores que se sienten solos suelen tener ingresos más bajos, menor probabilidad de estar casados, viven solos y reportan tener peor salud y más limitaciones físicas que sus pares que no dicen sentirse solos, según el Proyecto UnLonely, un programa de la Fundación para el Arte y la Sanación.
Las personas de color tienen mayor probabilidad de sentirse solas. Alrededor de tres de cada cuatro adultos hispanos están clasificados como solos, y casi el 70 por ciento de los adultos negros/afroamericanos se sienten solos—ambos grupos tienen por lo menos 10 puntos más que lo que se observa en la población en total, según estudios de la compañía de salud The Cigna Group.
Se necesitan más datos para entender la soledad entre otros grupos, como entre adultos mayores LGBTQIA+, quienes tienen dos veces más la probabilidad de vivir solos y a quienes con frecuencia les falta apoyo familiar, según un informe de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina.
En el otro lado de la ciudad en Dayspring Villa, una instalación de vivienda para ancianos, Michael Van Dalsem y Leonard Aube, a quienes los conectaron a través del Senior Companion Program, se reúnen dos veces por semana—una vez para asistir al Grupo de Café para Hombres en The Center on Colfax, un centro comunitario para coloradenses LGBTQIA+, y una vez solo para platicar.
Aube, de 83 años de edad, no tiene familia en Colorado. Visita a algunas personas que viven en el mismo lugar que él, pero depende de Van Dalsem para transportarse a The Center on Colfax o para ir a Safeway. No puede trasladarse solo debido a complicaciones de salud.
“Me recuerda que tengo algo valioso con mi tiempo, y que es importante saber que [otros te consideran valioso] de alguna manera”, Van Dalsem dijo. “Disfruto a las personas. Somos buenos amigos”.
“Mejores amigos”, Aube agregó.
“Él como que me ha sacado de mi caparazón”, Van Dalsem dijo. “Exigió que hablara”. Van Dalsem tiene un cliente más a quien lleva a citas médicas para las cuales el cliente tendría que usar transporte público si no fuera por él.
El Senior Companion Program se ha convertido en una fuente vital para adultos mayores alrededor del país, y sus resultados están documentados en estudios que examinan intervenciones similares.
“Lo que encontramos es que para la gente que participó en esta intervención de pares durante un año, lo cual significa que te pusieron en pareja con alguien con una experiencia de vida similar, observamos reducciones en la soledad, depresión y ansiedad”, Perissinotto dijo.
Pero se necesitan mayores cambios a nivel sistema. El consejo del Cirujano General estableció un marco para crear una estrategia nacional basada en seis pilares: fortalecer la infraestructura social, implementar políticas públicas a favor de la conexión, movilizar al sector de salud, reformar los ambientes digitales, profundizar los conocimientos y cultivar una cultura de conexión. Sin embargo, aunque hay mucha evidencia sobre los impactos negativos del aislamiento y la soledad, hay menos evidencia sobre las soluciones.
“Sobre lo que no tenemos mucha evidencia es sobre lo que funciona en práctica, lo que funciona para diferentes segmentos de la población y cómo podemos ampliar estas soluciones innovadoras”, Racoosin dijo. “Muchos de nuestros esfuerzos ahora están realmente enfocados en esa parte de la traducción y en apoyar a las organizaciones, corporaciones y otros para que piensen en cómo no solo implementar soluciones sino luego evaluarlas”.
Perissinotto y una colega, Julianne Holt‑Lunstad, PhD, una profesora de psicología y neurociencias en la Universidad Brigham Young, publicaron un artículo en el New England Journal of Medicine a principios de este año destacando la soledad y el aislamiento social y el papel que desempeñan los profesionales de salud—hasta con limitaciones como tiempo y políticas insuficientes—en la identificación y el tratamiento de estos desafíos.
“Evaluar para [detectar el aislamiento social y la soledad] periódicamente e incluirlos en los expedientes de salud permitiría que los médicos los monitorearan a lo largo del tiempo y modificaran sus respuestas conforme las necesidades y circunstancias de los pacientes cambian. … Las vidas de los pacientes podrían depender de esto”, el artículo explica.
Con frecuencia, se piensa que los adultos mayores tienen más probabilidad de sentirse solos, pero según el informe del Cirujano General, los adultos jóvenes tienen una probabilidad dos veces mayor de sentirse solos que los adultos mayores. El 79 por ciento de los adultos entre 18 y 24 años de edad dicen sentirse solos, en comparación con el 41 por ciento de los adultos con 66 años de edad o más.
La conexión intergeneracional es una manera que los promotores han identificado para disminuir la soledad y el aislamiento social, especialmente ya que a lo largo del último siglo, EE. UU. se ha convertido en un país segregado por edades, lo cual ha creado que ya casi no se escuche de relaciones entre adultos más jóvenes y adultos mayores no emparentados.
Para cubrir la brecha, Confidence Omenai y Haley Sanner fundaron Collective Healing Through Art, una organización que reúne a adultos más jóvenes y adultos mayores para que creen arte y sanen traumas. La organización decidió “interrumpir el daño que estaba ocurriendo contra los jóvenes y adultos mayores BIPOC y queer en su comunidad de Denver”. En la actualidad, Collective Healing Through Art está trabajando con adultos jóvenes de Big Brothers Big Sisters of Colorado y adultos mayores de varios vecindarios en Denver.
“Tenemos un plan de estudios específico, y les permite establecer un lazo juntos y compartir a su voluntad, conforme están creando, cuál ha sido su experiencia”, Omenai dijo. “Los observamos establecer lazos y convertirse en amigos y convertirse en familia”.
Al principio de este año, Collective Healing se convirtió en un programa de LinkAGES, una agencia que trabaja con varias organizaciones en el área metropolitana de Denver para hacer que los programas intergeneracionales sean la norma. LinkAGES ayuda a fortalecer capacidades, facilita colaboraciones y promueve el entendimiento del poder de las conexiones intergeneracionales.
Los programas que LinkAGES organiza van más allá de reunir a gente de diferentes generaciones en una habitación. Se enfocan en la intención, dijo Rachel Cohen, directora ejecutiva de LinkAGES.
“Cuando decimos con intención, significa que diseñamos programas específicamente para facilitar una conexión”, Cohen dijo. “Y los programas siempre son de múltiples sesiones porque las relaciones y conexiones toman tiempo. Toma tiempo para que las personas se abran, especialmente cuando estás lidiando con la soledad y el aislamiento social”.
LinkAGES sigue creciendo y empezará a trabajar con organizaciones afuera de Denver para ofrecer mejores prácticas y capacitación.
Con más atención, organizaciones que se enfocan en crear soluciones y una estrategia nacional, existe optimismo de un futuro con menos soledad y menos aislado para todos.
“Tengo esperanza, pero espero que no sea algo pasajero—que es popular ahora y luego la gente se olvidará de los adultos mayores y se olvidará de quienes están aislados”, Perissinotto dijo. “Creo que queda mucho trabajo por delante”.
Este artículo se escribió con el apoyo de una beca periodística de The Gerontological Society of America, The Journalists Network on Generations y The Commonwealth Fund.
Traducido por Alejandra X. Castañeda