Sheila Martinez se había cansado de vivir en Utah cuando, en 2011, se mudó a Grand Juction de Provo con su novio y sus dos hijos.
“Necesitaba un cambio, no estaba avanzando”, Martinez, de 46 años, dijo. “A veces, solo necesitas un nuevo comienzo”.
La novedad se desvaneció pronto. Martinez encontró un trabajo en Burger King y una pequeña casa para alquilar. Pero cuando su novio se fue de la casa un año después, la dejó embarazada y con facturas que supuestamente él estaba pagando con dinero que ella le daba, incluso el alquiler.
Sin tener suficiente dinero para cubrir el alquiler y los gastos, Martinez y sus hijos se mudaron al refugio para personas sin techo HomewardBound de Grand Junction en octubre de 2012. Tres meses después, ella y sus hijos lograron mudarse a un apartamento gracias a una ayuda temporal con el alquiler disponible a través de un programa de la Autoridad de la Vivienda en Grand Junction y sus varios socios estatales y locales.
En Grand Junction, más de la mitad de las personas que alquilan su vivienda, o alrededor de 5,700 familias, están agobiadas por el costo y gastan el 30 por ciento o más de sus ingresos en su vivienda. De estas familias, más de 2,800 están muy agobiadas, lo que significa que gastan más de la mitad de sus ingresos en su vivienda, según encontró en junio de 2021 una Evaluación de Necesidades de Vivienda en Grand Valley. El informe lo preparó Roots Policy Research en Denver para la Ciudad de Grand Junction.
Por lo menos parte de esta carga se debe a la falta de unidades asequibles. El informe sobre la vivienda encontró una falta de 2,168 unidades a un costo asequible para personas que ganan menos de $25,000 al año en Grand Junction. El Condado de Mesa en general enfrenta una brecha de 3,736 unidades para hogares con tan bajos ingresos.
Cuando los padres de Martinez y seis de sus nietos que tienen bajo tutela se mudaron de Utah a Grand Junction en 2015, se quedaron temporalmente con Martinez antes de encontrar una casa prefabricada para alquilar. Sin embargo, la casa tenía problemas de plomería y otros, incluido un propietario que no respondía, así que después de un año ya estaban buscando otro lugar para alquilar. Como en el caso de Martinez, sus padres tuvieron dificultades para encontrar algo dentro de su presupuesto.
“Así que encontramos un lugar juntos”, Martinez dijo.
Llenar una unidad individual con varios parientes o amigos no es inusual en la Ladera Occidental. Cerca de 400 hogares en Grand Junction y 1,400 en el Condado de Mesa albergan demasiadas personas, es decir, más de una persona por habitación, según la Evaluación de Necesidades de Vivienda en Grand Valley.
“Tener demasiadas personas en una vivienda puede constituir una amenaza para la salud pública, deteriorar la infraestructura pública e indica una necesidad creciente de viviendas asequibles”, el informe observó.
Eso ha sido especialmente cierto durante la pandemia. Este verano que pasó, todos los integrantes del hogar de Martinez fueron diagnosticados con COVID-19. Martinez dijo que no sabe cómo ni dónde se contagiaron del virus; ella y su familia no se habían vacunado en ese entonces.
“Mi papá y yo fuimos los que peor estuvimos”, dijo. Su padre, quien tiene 77 años de edad y está ciego, estuvo en el hospital casi un mes; Martinez desarrolló una neumonía relacionada con COVID y visitó repetidamente salas de emergencia en hospitales, aunque los hospitales de Grand Junction nunca tuvieron una cama disponible para ella debido al aumento de los casos de COVID-19 en la comunidad.
“Fue como una pesadilla por tres semanas. Perdía y recobraba la conciencia”, Martinez recordó. Faltó casi un mes al trabajo y todavía le cuesta respirar.
Tres años después de que Martinez y sus parientes se fueran a vivir juntos, la situación de sus padres ya es más estable; uno de sus nietos tiene 18 años de edad y trabaja, y el hermano de Martinez también está viviendo con ellos y tiene un trabajo.
Para Martinez y sus hijos, “es hora de hacer un cambio” dijo.
Aportando parte de la mano de obra
En mayo, a Martinez la aceptaron en el programa de Habitat for Humanity del Condado de Mesa, el cual requiere que las familias participantes contribuyan un mínimo de 500 horas de “mano de obra” (mínimo 32 horas al mes) en el sitio de construcción, en la tienda Habitat ReStore o asistiendo a clases informativas para dueños de viviendas.
Habitat for Humanity es una organización nacional no lucrativa que busca que más personas vivan en una casa propia. Habitat for Humanity del Condado de Mesa usualmente construye cuatro casas al año, aunque la construcción está retrasada en 2021 debido a la pandemia por COVID-19 e interrupciones en la cadena de suministros. Los costos también han aumentado significativamente, de aproximadamente $82,000 por vivienda el año pasado a $145,864 en 2021. Esto en parte se debe al aumento de los costos de la madera y otros materiales. Un equipo de voluntarios regulares ayuda a mantener bajos los costos de mano de obra, aunque este año muchos no participaron debido a la pandemia.
“En el Condado de Mesa, necesitas ganar $25 por hora para poder pagar por un apartamento seguro de dos habitaciones”, dijo Christina Martin, directora de mercadeo de Habitat. “Es difícil para la gente joven que apenas empieza, o personas divorciadas que están empezando de nuevo”.
Martinez ahora gana $13.50 por hora en St. Mary’s Medical Center, donde entrega bandejas con comida a los pacientes. Ganaba menos de eso en Burger King cuando llegó a Grand Junction; después de dos años ahí, trabajó seis años en McDonald’s, donde alcanzó el puesto de gerenta y su salario máximo fue de $13 por hora.
La casa de Martinez no se ha empezado a construir todavía, aunque los cimientos de dos de las casas en su grupo ya se construyeron. Mientras tanto, ella y sus dos hijos, de 8 y 20 años de edad (el de 24 años ahora vive en Utah), siguen compartiendo una casa con sus padres, hermano, cuatro sobrinos y dos sobrinas.
El hijo mayor de Martinez espera tener más privacidad; ahora, otros integrantes de la familia deben pasar por su habitación para ir al lavadero. A su hijo de 8 años le emociona tener su propio cuarto, ya que ahora comparte uno con su madre.
“¿Podemos plantar girasoles en nuestra casa?” le preguntó a Martinez un día.
Empezando otra vez
Otras opciones para salirse del mercado de alquileres son escasas.
Los niveles de inventarios de viviendas en el Condado de Mesa están extremadamente bajos, según un informe de bienes raíces residenciales realizado en 2020 por Bray Real Estate y citado en la evaluación de la vivienda. Había solo 156 listados activos en todo el condado en 2021, una reducción del 74 por ciento en comparación con marzo de 2020. Aproximadamente seis meses de inventario se considera un mercado de vivienda balanceado, según los estándares de la industria, mientras que el Condado de Mesa actualmente tiene un inventario de menos de un mes.
El precio medio de una casa en el Condado de Mesa subió de $256,400 a $309,000 (un aumento del 21 por ciento) entre 2019 y marzo de 2021, Bray Real Estate encontró.
April Kaiser pensó que estaba “en buen camino” cuando compró una pequeña townhome en Grand Junction después de casarse en 2004. En 2016, ella y su esposo se divorciaron y Kaiser, quien tiene la custodia total de su hija de 10 años de edad, se fue a vivir a Linden Pointe, un desarrollo multifamiliar de la Autoridad de la Vivienda en Orchard Mesa.
“Tomamos los fondos de la venta y saldamos deudas para tener una separación simple” en medio del proceso de divorcio, dijo Kaiser, de 41 años de edad.
Ella quería comprar otra casa, pero a pesar de estar trabajando de tiempo completo y ganar más del salario mínimo por hora, no había nada que pudiera costear: “Ni de cerca”, dijo.
“He estado buscando, pero el mercado de aquí es una locura”, Kaiser dijo. “No tengo el tiempo ni los recursos para encargarme de un proyecto de renovación; eso es mucho de lo que cabe dentro de mi [presupuesto]”.
Kaiser mandó su solicitud para Habitat for Humanity en junio de 2020 y la aceptaron en el programa para comprar una vivienda en agosto de ese mismo año. De agosto de 2020 hasta febrero de 2021, ayudó a enmarcar, pintar e instalar el revestimiento en la casa de un futuro vecino. Las familias que se asocian con Habitat trabajan en los hogares de otros participantes hasta que la suya se termine.
Mientras espera que lleguen materiales para que el trabajo de construcción pueda reiniciarse en el próximo grupo de casas, incluida la suya y la de Martinez, Kaiser ha estado completando las horas requeridas en la tienda de ReStore. Ahora también trabaja para Habitat for Humanity como administradora de oficina.
La hija de Kaiser está emocionada de mudarse a una casa. En el desarrollo de viviendas en Linden Pointe, los vecinos van y vienen con frecuencia; sus amigos siempre se van, Kaiser dijo. En su grupo de Habitat, hay otra niña de 10 años de edad, “así que crecerán juntas”, Kaiser mencionó.
Kaiser dijo que anhela la privacidad y también la seguridad financiera: las hipotecas para las casas de Habitat se basan en un fórmula que es un porcentaje de los ingresos del comprador, con un interés del 0 por ciento.
“Es bueno saber que lo puedo pagar”, dijo.
Traducido por Alejandra X. Castañeda