Una publicación de The Colorado Trust
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Jaiya Jermulowske juega con su hijo Kayson en Heritage Park Preschool en Steamboat Springs, Colorado, el 17 de agosto de 2022. Jermulowske trabaja de medio tiempo en el centro preescolar al que su hijo va. Fotografías de Joe Mahoney / enviado especial de
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Personas y lugares

La crisis de cuidados infantiles en Colorado no da señales de mejorar

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El momento adecuado era lo más importante para Jaiya Jermulowske y su esposo, Kory. Sabían que no podían pagar para tener dos hijos en la guardería al mismo tiempo, así que la pareja, quienes viven como a 35 minutos al sur de Steamboat Springs, planearon su segundo embarazo en torno a los cuidados infantiles.    

Cuando su hijo, Kayson, nació, Jermulowske dejó su trabajo de tiempo completo en una organización local sin fines de lucro para cuidarlo y administrar un negocio de niñeras al que antes se dedicaba para ganar dinero extra. Cuando Kayson cumplió dos años, Jermulowske estaba lista para inscribirlo al preescolar junto a donde iba su hija, Ayla. Era crucial que sus dos hijos estuvieran en el mismo centro, para que tuvieran el mismo horario de entrada y salida.   

Las inscripciones para el año escolar abrieron a las 7 a.m. un martes. Jermulowske durmió en la casa de una amiga en el pueblo para estar más cerca del centro preescolar, se despertó a las 5 a.m., y fue la primera en la fila de coches a las 5:30 a.m.   

Kayson logró entrar.   

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Erica Lindberg vive afuera de Black Hawk, a un costado de la carretera panorámica Peak to Peak. Solo hay un centro infantil en los alrededores, y su salón para infantes está cerrado actualmente porque no hay suficiente personal. Su hijo, Bjørn, tiene seis meses. Es su primer hijo, y Lindberg no sabía que necesitaba empezar a buscar opciones de guarderías cuando estaba embarazada. Por lo menos, eso es lo que le dijeron cuando empezó a llamar a centros infantiles en Boulder cuando Bjørn tenía tres meses. Descubrió que hay que pagar entre $50 y $150 para que te agreguen a las listas de espera.   

Lindberg y su esposo lograron encontrar una opción dos veces por semana, pero terminó siendo demasiado lejos de su casa para coordinarla con sus horarios laborales de tiempo completo. Así que Lindberg acudió a una vecina, quien cuidará a Bjørn y a sus dos hijos cuando Lindberg regrese a trabajar en septiembre.   

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A un mes de quedar embarazada por primera vez, Talita Garcia puso su nombre en las listas de espera de todos los centros de cuidados infantiles a menos de 30 minutos de distancia en automóvil de su hogar en Carbondale. Su hijo tenía casi seis meses cuando finalmente le ofrecieron un espacio, el cual después se retrasó debido a la falta de personal. Garcia logró encontrar un lugar temporal por dos meses antes que el Bebé G (su mamá pidió que no usáramos su nombre completo) finalmente empezara a ir cinco veces por semana a la guardería.     

El centro no es la primera opción de Garcia, pero en su lugar preferido su hijo, quien ahora tiene 17 meses, todavía ocupa el lugar 81 en la lista de espera. Ese centro de cuidados infantiles actualmente tiene listas para niños de todas las edades, con cantidades que varían de 141 en la lista para bebés a 132 en la lista de sus dos grupos para niños en edad preescolar. Estas cantidades suman casi 600 familias en total, aunque algunas de ellas quizás ya encontraron otra opción. Sin embargo, solo de 30 a 40 familias nuevas se agregan a todos los grupos cada año.   

“No siento que tengo ninguna otra opción”, Garcia dijo.  

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Estas historias no son poco comunes en Colorado. Ni extraordinarias.   

“Toda mujer que conozco en cualquier parte está enfrentando dificultades para encontrar cuidados infantiles”, dijo Kelley Manley, una periodista independiente que vive en Denver con su esposo y dos hijas (de tres y cinco años).  

Colorado, como la mayor parte del país, está enfrentando una crisis de cuidados infantiles.    

Aunque los centros de cuidados infantiles que operan con licencia son más prevalentes en áreas urbanas, las opciones disponibles son escasas en la mayoría del estado, según el Centro para el Progreso Estadounidense (CAP, por sus siglas en inglés). Y son sumamente necesarias: ambos padres en el 70 por ciento de las familias con niños menores de seis años forman parte de la fuerza laboral.   

Antes de la pandemia de COVID-19, CAP encontró que la mitad del país vivía en vecindarios clasificados como desiertos de cuidados infantiles (los cuales CAP define como “lugares donde hay tres o más niños por cada espacio autorizado para el cuidado infantil”). En general, el análisis antes de la pandemia que este instituto político independiente realizó en 19 estados y el Distrito de Columbia encontró que hay “suficientes [programas de] cuidados infantiles autorizados para atender a solo el 23 por ciento de los bebés y niños pequeños”.  

La situación en Colorado es aún peor: tiene suficientes proveedores autorizados de cuidados infantiles para atender a menos del 19 por ciento de esos niños. Más de la mitad de la población en el estado vive en un desierto de cuidados infantiles, una realidad desafortunada que es todavía más común entre las familias negras, hispanas/latinas, rurales o con bajos ingresos.    

La pandemia de COVID-19 empeoró un sistema ya sobrecargado y con recursos insuficientes. “Esto ha sido un problema por décadas y décadas”, dijo Diane Girouard, analista de políticas estatales para Child Care Aware of America (CCAoA), una organización nacional que aboga a favor de un mayor acceso y mejores políticas relacionadas con los cuidados infantiles. “La pandemia solo ha causado que sea mucho más difícil”.   

Lindberg, la mamá y profesional de mercadotecnia que vive afuera de Black Hawk, espera que a su hijo de seis meses finalmente lo acepten en su guardería local cuando tenga entre 18 y 24 meses de edad. Después de pasar tres meses buscando una niñera, decidió pagarle a su vecina $18 por hora para que cuidara a Bjørn 30 horas por semana.   

“Es algo importante. Tuve un colapso [emocional] no hace tanto por esto”, dijo.   

El Condado de Summit, el cual incluye las comunidades dormitorio montañosas de Dillon, Frisco y Silverthorne, actualmente tiene una lista de espera para centros de cuidados infantiles autorizados con 600 nombres en ella.    

“Lo que escuchamos de las familias, si son familias con bebés y niños pequeños, es que las agregan a la lista y nunca obtienen un espacio porque no hay espacios disponibles”, dijo Lucinda Burns, directora ejecutiva de Early Childhood Options, una agencia de recursos y recomendaciones para familias y profesionales en Dillon.   

En Steamboat Springs, cerca de donde Jermulowske vive, el pueblo tenía 60 espacios autorizados para niños menores de dos años, antes de la pandemia. “Eso significa 60 espacios para 440 niños” que necesitan atención, dijo Melinda Maas, directora ejecutiva de Heritage Park Preschool, la misma escuela en la que Jermulowske se estacionó a las 5:30 a.m. para inscribir a su hijo.   

Heritage Park actualmente puede inscribir a 40 niños entre uno y cinco años de edad. Maas está en proceso de convertir un salón para atender a niños menores de tres, y espera que eso abra espacios para entre cinco y 10 niños más.   

Ann Yager guía a un grupo de niños de tres años en busca de saltamontes en Heritage Park Preschool en Steamboat Springs.

Maas dijo que recibe múltiples solicitudes cada semana de padres que están buscando cuidados infantiles. “Cada vez que llaman y tengo que decirles [que no hay espacio] me siento tan mal porque sé que realmente no hay muchas opciones para ellos”, dijo.   

El año pasado, Maas recibió a una familia que se presentó a las 8 p.m. la noche anterior a que se abrieran las inscripciones para obtener un espacio para su hijo. Tuvo que ponerlos en la lista de espera. El salón para niños de la edad de su hijo ya estaba lleno. 

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Como en muchas otras industrias, los cuidados infantiles enfrentan problemas por la falta de personal. El sector en general perdió a más del 10 por ciento de sus trabajadores durante los primeros 18 meses de la pandemia, o casi 127,000 trabajadores en todo el país, una pérdida mucho mayor que en el pasado.   

“Los cuidados infantiles están pasando por una gran crisis en el país”, Girouard dijo. “Los programas de cuidados infantiles siguen sin tener suficiente personal, y los proveedores están agotados”.  

En promedio, los educadores dedicados a la primera infancia reciben un salario de menos de $12 por hora, según CAP. (El salario digno para un adulto sin hijos en el Condado de Denver ahora es de más de $20 por hora.) Las personas que trabajan en el sector son principalmente mujeres y, particularmente, mujeres de color.   

Entre diciembre de 2019 y marzo de 2021, casi 9,000 centros de cuidados infantiles en 37 estados cerraron sus puertas (una pérdida de programas del 9 por ciento). Al mismo tiempo, casi 7,000 programas familiares autorizados de cuidados infantiles, o programas que ofrecen atención en un hogar, dejaron de funcionar en 36 estados (una pérdida del 10 por ciento), según un reciente informe de CCAoA.  

Los padres y empleadores están sintiendo la presión. Maas se vio obligada a cerrar un salón por seis meses el año pasado después de perder a dos maestras, una que se jubiló y otra que dejó de trabajar por razones familiares. Diez familias estuvieron sin cuidados infantiles hasta que se abrieron nuevos espacios. Actualmente está buscando contratar a dos personas más.   

“Todos los centros en Steamboat están buscando [personas] para múltiples puestos. Si pudieran contratar [a alguien], entonces podrían aceptar a más niños”, dijo. Steamboat Ski Resort planea abrir un centro de cuidados infantiles, enfocado principalmente en sus empleados, para finales de este año. El condado también está pensando abrir un centro preescolar o para bebés, Maas dijo.  

Esas son buenas noticias, pero Maas no está segura de lo que harán para encontrar personal si los centros actuales no pueden mantener a suficientes maestras calificadas. El costo de vida en las comunidades con centros de esquí como Steamboat es otro factor que dificulta encontrar y mantener al personal, aunque una guardería pueda ofrecer salarios más altos en comparación al promedio.   

“Si tuviéramos más fondos y pudiéramos pagarles más a nuestras maestras, entonces quizás más personas estarían interesadas en dedicarse a esta profesión e interesadas en quedarse y sentirse valoradas, y sentir que el duro trabajo que realizan cada día vale la pena”, Maas dijo. “Podrían tener suficiente dinero para vivir aquí”.    

La falta de programas que ofrecen cuidados infantiles es un problema comunitario, no solo para las familias con niños pequeños. Los desafíos de encontrar y pagar por servicios de cuidados infantiles le cuestan al país alrededor de $57 billones anuales debido a la pérdida de salarios, productividad e ingresos.   

No poder encontrar cuidados infantiles continuos, de calidad y asequibles también presiona a las mujeres, quienes siguen cargando con las responsabilidades de cuidar de los hijos, para que se salgan de la fuerza laboral. Una hoja de datos sobre Colorado creada por la Casa Blanca señala que el Estado Centenario tiene una brecha del 21 por ciento en la participación laboral de mujeres y hombres. (Los datos de CAP también muestran que la participación en la fuerza laboral de las madres con niños pequeños es 3 por ciento menor en desiertos de cuidados infantiles que en lugares donde no faltan estos cuidados.) También afecta la productividad y las oportunidades de superación ya que los padres se ven obligados a quedarse en casa si por alguna razón el proveedor de cuidados no está disponible o un salón se cierra debido a, por ejemplo, haber estado expuestos a COVID.   

Los niños también enfrentan sus propios desafíos porque pierden acceso a los beneficios sociales, emocionales, de salud y académicos a largo plazo que ofrecen las guarderías o los centros preescolares. Se ha demostrado que la educación infantil temprana de alta calidad aumenta la preparación escolar y, más tarde, las tasas de graduación de high school.  

“[Para] todos estos niños, sus primeros cinco años son los años más importantes, y si no valoramos y no nos aseguramos de que tengan una educación de calidad durante esos años importantes, entonces, ¿cómo afectará eso nuestro futuro?” Maas preguntó.   

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El acceso a los cuidados infantiles es uno de los obstáculos. El otro que las familias enfrentan es la habilidad de pagar por ellos.  

CCAoA calcula que los cuidados infantiles en Estados Unidos cuestan, en promedio, alrededor de $10,000 por niño al año; en Colorado, el costo anual varía entre $9,528 y $15,881.   

Para considerarse asequibles, el gobierno federal recomienda que los cuidados infantiles constituyan el 7 por ciento o menos de los ingresos de un hogar. Sin embargo, a nivel nacional, las familias están gastando en promedio el 13 por ciento de sus ingresos en cuidados infantiles. Datos publicados por el Centro de Políticas Bell a principios de este año muestran que las familias en Colorado están gastando aún más: entre el 16 y el 27 por ciento. Los centros de cuidados infantiles que ofrecen atención de calidad para bebés, el informe señala, cuestan “44 por ciento más al año que la colegiatura anual de una universidad pública”.  

Estas cifras siguen aumentado. KDVR reportó en febrero que el precio de los cuidados infantiles subió el 41 por ciento durante la pandemia. En el oeste del país, el costo de estos cuidados es el segundo gasto mayor en un hogar después del costo de la vivienda, según CCAoA.  

Garcia, de Carbondale, trabaja virtualmente como una reclutadora y gasta $1,300 al mes en la guardería de su hijo. “Me pagan dos veces al mes. Un cheque es básicamente para pagar su [guardería]”, dijo la mujer de 33 años, quien también tiene una hijastra de siete años. “Es súper estresante porque no queda nada de dinero al final del mes después de pagar la hipoteca, la comida y el seguro médico”.  

Ni ella ni su esposo tienen familia cercana que los pueda ayudar, y no cumplen requisitos para obtener asistencia con el costo de la guardería. “Básicamente tenemos que organizarnos nosotros en torno a los cuidados infantiles”, explicó.  “Cuando [Bebé G] se enferma, no tenemos una opción; tengo que tomar tiempo libre del trabajo, hasta sin que me paguen. Eso obviamente afecta nuestras finanzas”.  

Garcia continuó: “No siento como que quiero tener más hijos si tengo que atravesar por esto otra vez. Antes, pensaba que quería tener dos”.  

En el Condado de Summit, Burns dijo que los programas más costosos para bebés y niños pequeños cuestan $2,000 al mes. Heritage Park en Steamboat cobra $78 al día por niños pequeños y $73 al día por niños en edad preescolar; eso suma alrededor de $1,500 mensuales por cinco días a la semana. Maas, la directora ejecutiva, dijo que entre el 30 y 40 por ciento de sus familias están recibiendo algún tipo de asistencia con las mensualidades.   

“Un mes de cuidados infantiles es básicamente una segunda hipoteca”, Jermulowske, la madre que vive cerca de Steamboat, dijo. “Mis hijos tienen tres años y medio de diferencia, y tuvimos eso en cuenta. No podríamos pagar por vivir aquí y tener dos hijos en una guardería”.  

El gobierno federal proporcionó cierta ayuda con la aprobación de la Ley de Rescate Estadounidense en marzo de 2021, la cual asignó más de $40 billones para los cuidados infantiles y la educación en la primera infancia, la mayor inversión individual en el sector. La Ley para Reconstruir Mejor propuesta por el presidente Biden hubiera invertido $400 billones adicionales, pero el crédito fiscal por niños y los subsidios para cuidados infantiles se eliminaron en la última versión de esta propuesta legislativa.  

En lugar de una fuente sostenible de fondos federales, Girouard, de CCAoA, dijo que los estados dieron el paso para cubrir algunas de las brechas más cruciales. En 2019, la Legislatura Estatal de Colorado aprobó el kindergarten gratuito durante todo el día. Y, en abril, el gobernador Jared Polis firmó una propuesta de ley que ofrece a todos los niños de cuatro años 10 horas de educación preescolar gratis. El estado también administra un programa que ofrece asistencia financiera a familias que viven en la pobreza o sin vivienda.    

Aunque aplaude los esfuerzos a nivel estatal, Girouard dijo que todavía se necesitan “fondos significativos y continuos para prevenir el derrumbe de nuestro sistema de cuidados infantiles”.  

Y, por supuesto, la habilidad de pagar por un programa de cuidados infantiles se convierte en un problema solo si primero encuentras un espacio disponible.   

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Por largo tiempo, los padres han vivido creyendo en el dicho “es labor de todos” (en inglés: “it takes a village”), acudiendo a parientes y amigos para que los ayuden a última hora. Los cuidados informales a través de parientes, amigos y vecinos es un elemento crucial del rompecabezas que muchos padres se ven obligados a construir.  

Hace un par de años, Manley, la periodista de Denver, dijo que logró contratar a una niñera con experiencia por $20 la hora. Ahora, cobran mínimo $25 por hora. Recientemente pasó seis semanas tratando de encontrar una niñera antes de usar una mezcla de estudiantes de high school y universitarios en su vecindario que pudieran cuidar a sus hijas en el verano durante las horas en que estaba trabajando (su esposo viaja frecuentemente por trabajo, así que Manley es quien principalmente se encarga de las niñas). 

“Me preocupa el daño que esto causará en la salud mental de las mujeres porque no pueden tomarse un descanso”, dijo.   

Cuando empiece el otoño, otra vez estará sin ayuda. “Me preocupa mucho”, dijo sobre el proceso de contratar a una niñera nueva. “Es solo súper estresante, y súper estresante empezar y parar”.  

Ir de una guardería a otra o de un centro infantil a la casa de una vecina se está convirtiendo en una situación más común. Esto no solo agrega al estrés que los padres sienten, sino también afecta negativamente el crecimiento y desarrollo del niño, dijo Burns, de Early Childhood Options.   

 “Hemos invertido tanto trabajo en esto a lo largo de los años”, dijo, “y los padres todavía enfrentan desafíos para encontrar servicios de cuidados infantiles”.  

Traducido por Alejandra X. Castañeda

Daliah Singer

Escritora y editora independiente
Denver, Colo.

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