Cristian está en su último año de preparatoria y vive en la ladera occidental de Colorado. Su padre trabaja en construcción, y Cristian tiene miedo de los riesgos que corre su papá en el trabajo y que podrían hacer que deba ir a la sala de emergencias.
Cristian recibió beneficios limitados bajo el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), un programa que ofrece a personas jóvenes e indocumentadas permiso para trabajar y protección contra la deportación. Pero sus padres son indocumentados.
Cristian, quien pidió que no publicáramos su apellido por miedo a la deportación, se siente lo suficientemente seguro para obtener servicios médicos, dijo, si los necesitara. Pero “sí me da miedo que, si mis padres van al doctor, alguien diga algo o los entreguen [a agentes de inmigración]”.
El miedo a la deportación entre los inmigrantes indocumentados puede dañar su bienestar de muchas maneras, según estudios publicados antes de las elecciones presidenciales de 2016, y entrevistas con inmigrantes en Colorado.
Los efectos incluyen la ansiedad de no saber si agentes de inmigración arrestarán y deportarán repentinamente a alguien o a un familiar; la evasión del sistema médico por miedo a la deportación, lo cual puede retrasar el tratamiento y empeorar las enfermedades crónicas; y el estrés de no sentirse bienvenido en Estados Unidos.
Varios estudios han encontrado que el miedo a la deportación puede causar que inmigrantes no quieran obtener cuidados médicos y servicios dentales, medicamentos con receta y gafas, al igual que cuidados prenatales adecuados.
La familia de Cristian usa primero remedios caseros—como tés, yerbas y otras pastillas sin receta—para sentirse mejor, en lugar de ir al doctor. Él atribuye esto en parte a su cultura, pero también al miedo a la deportación después de la elección de Donald Trump como presidente, quien hizo campaña bajo la promesa de ajustar las restricciones migratorias.
Cristian dijo que eso no es justo. “Deberíamos poder ir al doctor y no tener miedo de que algo les pase”, dijo, hablando de los miembros de su familia.
Algunos estudios han encontrado que hasta con la protección que ofrece el programa DACA, algunos inmigrantes tienen miedo de ir al doctor. Un estudio de inmigrantes jóvenes indocumentados en California encontró que buscaron servicios médicos a través del sistema de salud como última instancia—aunque hubieran recibido permiso legal temporal—debido al miedo a la deportación, al igual que al costo, la discriminación y la falta de familiaridad con el sistema. Los participantes del estudio se apoyaron principalmente en sus parientes y en los remedios médicos tradicionales.
El miedo a la deportación por sí solo también puede afectar negativamente el sentido de seguridad y bienestar de una persona.
Daniel, otro estudiante en su último año de preparatoria en la ladera occidental, dijo que no toma por sentada la protección temporal que recibió contra la deportación. (Pidió que usáramos un seudónimo porque le preocupa que lo deporten o que sus compañeros lo rechacen.)
Hace un par de años, deportaron a su papá y hermana a México y su mamá se fue para estar con ellos. Daniel es parte del programa DACA y recibió un permiso temporal para trabajar, así que se quedó aquí con su hermano, y empezó a trabajar a los 14 años mientras terminaba la preparatoria.
Él evita buscar cuidados médicos para ahorrar dinero en caso de que lo deporten repentinamente, y le preocupa enfrentar una emergencia que acabe con todos sus ahorros.
“Lo que esperas es despertarte bien, terminar el día bien y que nada malo te pase entretanto”, Daniel dijo.
Un estudio publicado en 2012 de proveedores de servicios de salud en Massachusetts encontró que casi el 50 por ciento de ellos notó efectos negativos por el miedo a la deportación entre sus pacientes inmigrantes, incluyendo una disminución en su bienestar emocional y la tendencia a evadir cuidados médicos necesarios. Estudios relacionados encontraron que inmigrantes que participaron en grupos de enfoque indicaron tener miedo a la deportación y desconfianza en las agencias policiacas, y que esos sentimientos a veces se asociaban con la hipertensión y la depresión.
Pocos estudios examinan la manera como la situación migratoria afecta la salud mental y el bienestar, a pesar de que el público indica estar interesado en el tema. Un estudio reciente encontró que, en comparación con los latinos nacidos en EE.UU. o documentados, aquellos indocumentados tenían mayor probabilidad de sufrir de ansiedad y trastornos de adaptación y abuso del alcohol, pero menor probabilidad de buscar tratamiento para la salud mental. Hay pocos estudios sobre las desigualdades en salud mental entre los inmigrantes indocumentados y la población en general.
El estrés y la ansiedad son aparentes entre los líderes de la comunidad inmigrante en Denver, dijo Celesté Martinez, una organizadora con Together Colorado. (Together Colorado es una organización comunitaria que trabaja a favor de la reforma migratoria y beneficiaria de The Colorado Trust.) Desde sentirse agotados físicamente y evadir lugares públicos, hasta ser más susceptibles a enfermarse de catarro, los líderes comunitarios y sus hijos reaccionan de diferentes maneras a la retórica política hostil y al ambiente incierto para los inmigrantes, Martinez dijo.
Una causa de este miedo es no saber qué podría pasar con la información que los inmigrantes comparten con los gobiernos locales para recibir servicios, como al buscar asistencia alimentaria o solicitar una licencia para conducir.
De hecho, 23 por ciento menos personas participaron en el programa de licencias de conducir para inmigrantes en Colorado durante los tres meses después de las elecciones presidenciales, en comparación con el mismo periodo de tiempo el año anterior, según datos reunidos por la División de Vehículos Motorizados de Colorado. El número de personas que no se aparecieron a su cita casi se duplicó a cerca de 2,400 personas. Los organizadores que trabajan con inmigrantes piensan que los cambios políticos a nivel federal, ya sean reales o imaginarios, son la razón más probable del cambio.
“Hay mucha preocupación y ansiedad con respecto a compartir información” entre autoridades locales y las autoridades migratorias, Martinez agregó.
Regulaciones, no leyes, usualmente controlan la seguridad de la información personal utilizada en esos programas, Martinez resaltó.
“Eso está sujeto a cambio según la persona que esté a cargo y en la presidencia”, explicó. La inseguridad de lo que podría pasar con esas reglas hace que mucha gente esté nerviosa.
Las tensiones también han aumentado entre las comunidades de inmigrantes latinos en la ladera occidental desde las elecciones de 2016, dijo Ricardo Perez, director ejecutivo del Proyecto de Asuntos Hispanos (HAP, por sus siglas en inglés). (HAP, un beneficiario de The Colorado Trust, es una organización local comunitaria que ofrece oportunidades educativas y asistencia legal y promueve el cambio político.)
Durante la campaña presidencial y desde las elecciones, Cristian dijo que él y sus amigos han visto, por primera vez, cómo a estudiantes latinos en la escuela los acosan o insultan con comentarios racistas.
Sin embargo, aún antes de las elecciones, ser inmigrante indocumentado era difícil, Perez dijo. Las comunidades de inmigrantes latinos en la ladera occidental incluyen muchos hogares en el cual ambos padres están trabajando tiempo completo, viven en la pobreza y el aislamiento y no tienen seguro médico.
“Solo formar parte de un segmento marginado de la sociedad es estresante”, Perez dijo.
Algunas agencias policiacas en la ladera occidental están hablando a favor de los inmigrantes indocumentados. La oficina del alguacil en el Condado de Mesa, por ejemplo, dijo que no persigue, investiga o detiene a inmigrantes indocumentados para deportarlos. Esas declaraciones ayudan a que la gente se sienta más segura, dijo Estrella Ruiz, organizadora de HAP en Grand Junction.
Pero a Ruiz le preocupa la salud mental de la gente joven sin situación legal migratoria y su habilidad de tener acceso a servicios apropiados a su cultura para lidiar con el estrés y tratar la depresión. Ella planea iniciar la conversación con las escuelas sobre cómo ayudar a los jóvenes que estén pasando por momentos difíciles.
La gente que entrevistamos para este artículo también mencionó a los rumores, incluyendo referencias no confirmadas o incorrectas de recadadas migratorias diseminadas a través de los medios de comunicación en español, Facebook y mensajes de texto o llamadas entre personas, como una fuente continua de ansiedad.
“Un amigo de un amigo les dice, y los rumores los están asustando”, dijo Cynthia Saenz, vicepresidenta de la organización Inmigrantes Unidos de Gunnison, una organización de educación y apoyo comunitario con sede en Gunnison.
Saenz ha visto a inmigrantes en su área restringir sus visitas a Montrose porque tienen miedo de que, camino ahí, los paren las autoridades migratorias. Montrose, casi a una hora y media de distancia, es un destino común porque los mercados latinos de la ciudad venden alimentos baratos, agregó.
“Tenemos más miedo de la policía, porque no sabemos quién es un agente de [la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés)] y quién es un agente de la policía”, Saenz dijo.
En lugar de buscar asistencia pública para cubrir necesidades como alimentos suplementarios, Saenz piensa que más inmigrantes recurrirán a sus iglesias.
Los niños y adolescentes son especialmente sensibles al ambiente negativo, dicen aquellos que trabajan a favor de los derechos de inmigrantes. La nueva presidencia ha traído a la luz el “miedo latente” de que se separará a los padres e hijos a través de la deportación, dijo Nicole Bernal Ruiz, gerente de programas para HAP.
Bernal Ruiz se reúne individualmente con las familias para ayudarlas con asuntos legales relacionados con inmigración y ha notado un par de casos recientes con depresión severa.
“Veo que la gente joven está teniendo dificultades para sentir esperanza y que todo va a salir bien para ellos”, dijo.
Daniel es una persona joven con dudas sobre su futuro. Ya recibió una beca para una universidad en Colorado y está en lista de espera para una universidad importante en el medio oeste. Pero “¿qué pasaría si, de repente, estoy a medio camino de obtener mi título y me deportan?” Se cuestiona: “Lo perdería todo”.
El miedo ha cambiado su seguridad en si podrá o no seguir trabajando para alcanzar sus objetivos en Estados Unidos.
“Creo que ha causado que sea más cauteloso haciendo planes demasiado lejos en el futuro”.