Durante los últimos cinco años, Susana Martínez Oliva ha temido el inicio de la temporada invernal en Colorado.
Vive en una casa prefabricada con su esposo y sus seis hijos en la comunidad de Dotsero Mobile Home Park, cerca del borde este de Glenwood Canyon junto a la autopista I-70, un tramo frío y ventoso con una altura de más de 6,000 pies en las montañas. Al poco tiempo de que la familia se mudara a la casa prefabricada, la cual se la compraron a un amigo del esposo de Martínez, el sistema de calefacción se rompió y no tuvieron suficiente dinero para reemplazarlo. Ahora, dependen de pequeños calefactores eléctricos ubicados estratégicamente por la casa.
Hace un par de años, el calentador de agua (o boiler) también dejó de funcionar. Compraron uno nuevo, pero los minerales del agua calcárea se fueron acumulando y el calentador se rompió otra vez el año pasado. No tuvieron dinero para comprar otro.
Martínez había perdido recientemente su trabajo cuando el restaurante en donde trabajaba cerró debido a la pandemia de COVID-19. Su esposo, quien se dedica a pintar casas, se convirtió en el único sostén de la familia de ocho integrantes.
“A veces, pongo ollas con agua en la estufa para ayudar a que la casa se caliente”, Martínez me dijo cuando la visité un día a principios de febrero. Pagan $180 al mes solo por el servicio eléctrico, y cerca de $80 por el gas. “Ha sido muy costoso para nosotros”, dijo.
En Dotsero Mobile Home Park, las casas prefabricadas usan gas propano para la calefacción, gas que a mediados de febrero tenía un costo de $2.92 por galón. Pero cerca de la mitad de las casas en la comunidad tienen sistemas de calefacción rotos, lo cual hace que familias como la de Martínez dependan de calefactores eléctricos y tengan gastos energéticos desorbitados. Un par de años atrás, el dueño de la comunidad investigó la posibilidad de cambiar al gas natural, pero instalar los conductos de gas hasta la comunidad era demasiado costoso. El lugar está ubicado en una carretera de tierra aislada en las afueras de Dotsero, una pequeña comunidad no incorporada en el Valle de Eagle.
En todo Colorado, un 25 por ciento de familias están en la misma situación que la familia de Martínez y enfrentan costos energéticos desproporcionados. Expertos dicen que esta cantidad de familias está aumentando debido a la crisis económica que la pandemia desencadenó.
Energy Outreach Colorado es una organización no lucrativa que se asocia con compañías proveedoras de servicios públicos y entidades gubernamentales a nivel estatal y local para ayudar a los habitantes de Colorado para que puedan cubrir sus necesidades energéticas. En 2020, observó un aumento del 40 por ciento en el número de personas que se inscribieron a sus servicios, en comparación con 2019. Sus servicios incluyen ayuda para reemplazar sistemas rotos de calefacción, mejoras del material aislante en los hogares y suscripciones para obtener energía renovable como jardines solares que disminuyen los costos de los servicios públicos.
Afuera de la casa prefabricada de Martínez, había llegado un grupo de trabajadores del Consejo de Gobiernos del Noroeste de Colorado (NWCCOG, por sus siglas en inglés), una asociación de gobiernos del condado y municipales que financia varios programas, entre ellos la impermeabilización de hogares con bajos ingresos. Dos hombres estaban ocupados instalando un nuevo aislante en el techo, parte de una serie de mejoras residenciales diseñadas para disminuir los costos de la calefacción y reducir el consumo de energía. Atrás de un camión estacionado junto a la casa prefabricada, una tolva esponjaba el nuevo aislante para alcanzar la categoría de R40, comparado con el material actual de R11, antes de dispararlo mediante una larga manguera que se extendía hasta el techo en donde un hombre en una escalera la dirigía hacia el ático. El último paso será instalar bombas eléctricas para calentar, un calentador de agua con bomba caliente y una estufa de inducción para que Martínez y su familia ya no tengan que depender del costoso gas propano que además emite carbón.
“Es emocionante”, Doug Jones, director de energía para el NWCCOG, me dijo. “Cuando terminemos, tendrán un hogar hermético y aislado que es eficiente y seguro; ya no habrá riesgo por fugas de gas o envenenamiento con monóxido de carbono”.
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Los hogares rurales con bajos ingresos son los que enfrentan mayores riesgos por inseguridad energética en Colorado. Las familias como los Martínez gastan una parte desproporcionadamente alta de sus ingresos en costos energéticos, con una carga energética promedio casi tres veces mayor que la carga que enfrentan sus contrapartes con ingresos más altos, según un informe publicado en 2018 por el Consejo Americano para una Economía Energéticamente Eficiente (ACEEE, por sus siglas en inglés, una entidad no lucrativa): “A la vez que el costo de la vivienda aumenta y la disponibilidad de opciones asequibles disminuye, el aumento de los costos energéticos abruma aún más a las familias que menos pueden cubrirlos y obliga a los hogares con bajos ingresos a gastar hasta un 20 por ciento de sus ingresos en servicios de energía después de pagar el alquiler”.
En la Ladera Occidental de Colorado, la grave crisis de la vivienda en la región empeora el problema. “Los hogares más asequibles no son necesariamente los más energéticamente eficientes”, dijo Michelle Stewart, directora ejecutiva del Consejo de Sostenibilidad en el Valle de Yampa, y señaló que en Steamboat Springs, el precio promedio de venta de una casa es de $750,000, un precio inasequible para la mayoría de las familias.
Nate Speerstra, gerente del programa de energía para el NWCCOG, corroboró esas observaciones. “Podríamos pasar el resto de nuestras vidas [impermeabilizando casas en] los condados de Garfield, Chaffee y Moffatt”, dijo, condados donde viven altos números de trabajadores con bajos ingresos que van a trabajar a comunidades cercanas con centros de esquí, como Aspen y Steamboat Springs.
El problema asociado con los altos costos energéticos se extiende más allá de las dificultades financieras. Andy Caler, director ejecutivo de programas para Energy Outreach Colorado, recordó cómo en Eagle, Colorado, una agencia no lucrativa llegó una vez a realizar una auditoría energética en una casa prefabricada. El auditor encontró una fuga de gas debajo de la casa y monóxido de carbono filtrándose por el sistema de calefacción y el calentador de agua, los cuales estaban instalados en el armario del dormitorio, justo al lado de donde la madre y su hijo dormían.
“Hay cientos de estos ejemplos”, Caler me dijo, “pero ese se me quedó grabado”.
En otros casos, las personas que necesitan aparatos médicos que se conectan al sistema eléctrico de sus hogares con frecuencia enfrentan costos energéticos desorbitantes que no pueden pagar. “Constituye un riesgo a su vida no tener eso”, Caler dijo.
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En Colorado, una serie desorganizada de programas federales y estatales (conocidos con sopas de letras con siglas como CARE y LEAP y WAP), al igual que organizaciones no lucrativas, financian auditorías energéticas, mejoras en hogares para hacerlos más eficientes usando la energía y asistencia con el pago de los costos para personas que enfrentan inseguridad energética. Pero debido a los diversos requisitos de ingresos y ciudadanía, algunas personas necesitadas se quedan al margen, Caler dijo. En lugares como el Valle de San Luis, en donde el clima es frío y hay altas tasas de pobreza, algunos programas federales como el Programa de Asistencia con la Impermeabilización (WAP, por sus siglas en inglés) del Departamento de Energía de EE. UU. tiene listas de espera de tres años.
En la comunidad de Dotsero Mobile Home Park, cinco entidades están financiando el trabajo de eficiencia energética: WAP, la Oficina de Energía de Colorado, Holy Cross Energy, Walking Mountains Science Center (una organización local no lucrativa) y el Condado de Eagle. Hay 1,500 casas prefabricadas en el condado, y el Condado de Eagle cuenta con $50,000 para 20 de ellas en 2021.
Martínez se enteró del programa de impermeabilización a través del autobús de MIRA (Alianza de Recursos Móviles Interculturales), el cual lleva recursos y servicios a la comunidad hispanohablante en el Condado de Eagle. Completó una solicitud y descubrió que reunía requisitos para las mejoras energéticas, las cuales Jones calcula permitirán que Martínez ahorre $100 al mes en sus gastos de energía. Con frecuencia, los beneficios van más allá de simplemente el dinero ahorrado; según señaló el informe de ACEEE en 2018, estudios sugieren que reducir la carga de los costos energéticos en el hogar puede ayudar a reducir las enfermedades respiratorias, como el asma, que empeoran debido al moho, la humedad y la calefacción insuficiente, además del estrés financiero.
El día de mi visita, el equipo del NWCCOG estaba en su tercer día de trabajo en la casa de Martínez; Jones dijo que tardarían cerca de una semana para completarlo. El equipo ya había reparado los conductos de la casa para que el nuevo sistema de calefacción distribuyera más eficientemente el calor. Después de completar el material aislante del techo, aislarán la base de la casa para que los pisos mantengan el calor; luego reemplazarán los focos y las regaderas con modelos eficientes. Por último, sellarán el propano e instalarán la calefacción eléctrica y los componentes para cocinar.
Al final, Jones me dijo, la casa de Martínez terminará prácticamente “envuelta en un abrigo de plumas”.
Señaló una casa prefabricada vecina. “Solo fíjate en esa chimenea, ahí”, dijo, haciendo gestos hacia un pequeño tubo de metal que salía del techo. Estaba oscilando mucho, lo cual significa que el calentador de agua probablemente no se estaba ventilando apropiadamente, y esto puede resultar en que la calidad del aire interior sea mala. Más del 50 por ciento de las casas prefabricadas en las que el NWCCOG ha trabajado tienen problemas de salud y seguridad. Si se mejora la eficiencia energética, eso puede significar menos problemas de salud como asma y envenenamiento por monóxido de carbono. Este último puede causar síntomas parecidos a la gripe y hasta la muerte.
Jones recordó cómo el NWCCOG una vez trabajó en una casa en donde la familia estaba tan abrumada por los costos de la electricidad que mantenían el termostato a 63 grados Fahrenheit. “Tenían frío todo el tiempo e igual pagaban entre $140 y $150 al mes en los servicios públicos”, Jones dijo. Ahora, su casa mantiene una temperatura habitable y su hija está más sana y falta menos a la escuela. “Como que desatamos su potencial para el futuro”, dijo.
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Adentro de la casa de Martínez, algunos niños corren, mientras otros toman sus clases virtuales bajo la supervisión de Martínez. Hace cinco años, la comunidad de casas prefabricadas supuestamente sería su manera de salir, un escape de los alquileres crecientes en Glenwood Springs y en los otros poblados montañosos de Colorado en donde el esposo de Martínez pinta casas, pero en los cuales su propia familia ya no podía pagar por una vivienda. Por lo contrario, gran parte del dinero que ahorraron se usó para cubrir los costos de la energía. Martínez dijo que se ponían muchos suéteres para pasar tiempo en la sala y que los niños siempre se enfermaban.
Un par de días después de que el equipo del NWCCOG terminara la primera ronda de mejoras, llamé a Martínez. La noche anterior, la temperatura había bajado a 10 grados Fahrenheit, pero la casa se sentía cálida y cómoda. “Todo está bien”, dijo.
Calle abajo, un grupo de trabajadores del NWCCOG ya estaba trabajando en otra casa. Speerstra me había dicho que programas nacionales de impermeabilización solo ayudaban al 3 por ciento de las personas que cumplían requisitos.
“Trato de no pensar en eso”, dijo, “pero tenemos seguridad laboral por mucho tiempo”.
Traducido por Alejandra X. Castañeda