¿Cómo es el aprendizaje a distancia cuando no tienes una laptop? ¿Sin internet? ¿Sin tus padres en casa? ¿Sin ni siquiera tener una casa?
Esta primavera, la educación a distancia que trajo consigo la pandemia del coronavirus dio lugar a preguntas difíciles sobre equidad y presentó desafíos sin precedentes para distritos escolares en Colorado. Estos desafíos afectaron negativamente en especial al Condado de Crowley, una pequeña comunidad rural en las altas planicies del sudeste de Colorado. Con menos recursos que otros distritos urbanos más grandes y acaudalados, el Condado de Crowley dependió de educadores comprometidos para tratar de cubrir la brecha.
Mientras el distrito planea tentativamente regresar en persona a la escuela el próximo mes, el personal y las familias de la Escuela Intermedia Ward del Condado de Crowley, una de las cuatro escuelas en el distrito, contaron sobre los desafíos y desigualdades que enfrentaron con el aprendizaje a distancia, la respuesta conjunta de la comunidad y por qué la enseñanza presencial es fundamental para sus estudiantes.
El Condado de Crowley está ubicado a 160 millas al sudeste de Denver, abarca 787 millas cuadradas e incluye cuatro poblados diminutos en el Valle del río Arkansas: Crowley, Olney Springs, Ordway (la sede del condado) y Sugar City. Un cartel en la calle principal de Ordway señala su larga historia y proclama que al presidente Roosevelt lo recibieron con “cajones de melones” cuando visitó el pueblo en 1910. El condado alberga a ganaderos y agricultores, al igual que a personas que trabajan en educación, gobierno o en una de las dos instalaciones penales del estado.
La población suma un poco más de 6,000 y es predominantemente blanca, no hispana; cerca de un tercio es hispana o latina. Los residentes describen la cultura local como muy unida y familiar. “Todos se conocen”, dijo Staci Thomas, quien ha vivido en Ordway desde 2009.
La vida en este rincón de Colorado tiene sus desafíos. Los ingresos medios por hogar suman $37,586, y el 29.7 por ciento de los niños en el Condado de Crowley viven en la pobreza. Este porcentaje es más del doble del promedio en el estado (12.1 por ciento), según datos de 2018 incluidos en el informe Kids Count in Colorado 2020 (publicado por Colorado Children’s Campaign, un beneficiario de The Colorado Trust). Tantos niños en el distrito escolar reúnen requisitos para recibir almuerzo gratis (el 52 por ciento) que todos los estudiantes reciben desayuno, almuerzo y bocadillos gratis a través de la Provisión de Elegibilidad Comunitaria. Casi el 17 por ciento de hogares en el condado no tienen una computadora, y un cuarto no cuenta con una suscripción a internet de banda ancha. Esta realidad hizo que la educación a distancia fuera especialmente difícil en la primavera.
En las primeras etapas del aprendizaje a distancia, el distrito, como muchos otros en Colorado, buscó ampliar el acceso a internet para que los estudiantes que no podían costear el servicio de internet en sus hogares igual pudieran completar su trabajo escolar a distancia. Pero en el Condado de Crowley, eso resultó imposible.
“Porque somos [un área] tan rural, [el proveedor de servicio de internet] Spectrum no ofrece servicio aquí”, explicó Deanna Brewer, directora tanto de la Escuela Primaria del Condado de Crowley (kindergarten a tercer grado) como de la Escuela Intermedia Ward del Condado de Crowley (cuarto a sexto grado). Esta primavera pasada, Spectrum ofreció acceso gratis a internet y Wi-Fi a estudiantes y educadores, siempre y cuando vivieran en áreas donde ya ofrecía servicios.
El distrito consideró establecer hotspots con conexión a internet en las alcaldías de cada una de las cuatro comunidades, pero eso tampoco funcionó. “Nuestra agencia de seguridad pública pensó que animaría a la gente a reunirse en grupos”, Brewer dijo, lo último que se necesita durante un pandemia.
Por lo tanto, los estudiantes de la Escuela Intermedia Ward aprendieron de dos formas: vía Google Classroom, si tenían internet en casa, o con paquetes de materiales impresos, si no. Entre 20 y 25 de los 104 estudiantes en la escuela estudiaron con materiales impresos, Brewer dijo, incluidos algunos estudiantes que tenían internet pero que preferían un método sin tecnología.
Estos dos métodos de aprendizaje resultaron ser desiguales. Google Classroom permitió que se enseñara de forma más interactiva, dijo Amie Jones, una maestra de cuarto grado en la escuela Ward. “Si un estudiante estaba haciendo algo incorrectamente y lo enviaba, podías darle ese comentario y podía ingresar otra vez y cambiarlo”, Jones explicó.
Esa interacción no existió con los paquetes de materiales impresos, los cuales se distribuyeron cada semana junto con comida gratis. En general, Jones notó que los estudiantes que usaron Google Classroom tomaron más responsabilidad y pusieron más esfuerzo. Además, la plataforma digital facilitó que ella organizara su trabajo e identificara las tareas que sus estudiantes no habían entregado.
Los estudiantes también enfrentaron dificultades para usar Google Classroom. Solo algunos ya tenían experiencia con la plataforma, Brewer dijo, y otros la usaron por primera vez cuando el aprendizaje a distancia empezó.
El equipo necesario representó un problema más: Ya que Google Classroom funciona mejor en una laptop o computadora, algunos estudiantes que completaron el trabajo usando una tableta o un smartphone enfrentaron problemas crónicos con la tecnología. La escuela distribuyó Chromebooks prestados a cada familia que pidió uno, y si los estudiantes parecían tener problemas con la tecnología durante el aprendizaje a distancia, la escuela también les dio un Chromebook proactivamente, Brewer dijo. Pero algunas familias con varios hijos tuvieron que compartir el equipo, y el distrito, en general, solo tiene 154 Chromebooks para aproximadamente 470 estudiantes de kindergarten a 12º grado.
Tener acceso a internet tampoco garantizó una experiencia fácil. Empleados y familias de la Escuela Ward se quejaron de conexiones variables y velocidades más lentas de lo normal, probablemente porque tantas personas en la comunidad estaban tratando de usar el servicio al mismo tiempo.
Las situaciones de cada familia y las dinámicas en sus hogares también afectaron las experiencias con el aprendizaje a distancia de los estudiantes.
El Distrito Escolar del Condado de Crowley recientemente realizó un análisis de la composición de las familias de sus estudiantes, dijo Scott L. Cuckow, superintendente del distrito. Los resultados revelaron que solo el 20 por ciento de los estudiantes en el distrito viven con ambos padres biológicos.
Muchos de los niños, Cuckow dijo, viven con solo uno de sus padres, una realidad que “absolutamente” afectó el aprendizaje a distancia. Además, “algunas de nuestras familias son enormes; tienen cinco, seis, siete niños en la familia”, Cuckow agregó. “¿Puedes imaginarte el estrés [del aprendizaje a distancia] de los pobres mamá y papá o de uno de ellos solo?”
Jones, la maestra de cuarto grado, describió a un estudiante que frecuentemente entregaba sus tareas tarde por la noche, a veces a las 2 de la mañana, durante el aprendizaje a distancia. El estudiante le contó que vivía en una casa con ocho personas más y no tenía su propia habitación, lo cual significaba que a esa hora de la madrugada era cuando podía enfocarse mejor.
El aprendizaje a distancia fue “una especie de desastre” para la familia de Staci y Kade Thomas. Ambos padres trabajan de tiempo completo: Staci es directora adjunta de un asilo de ancianos en Ordway, y Kade es el jefe vaquero en un corral de engorde de ganado. Esto significó que usualmente no podían ayudar a sus dos hijos con su trabajo escolar hasta después de las 6 de la tarde.
“Es una mala hora para empezar a estudiar”, Staci dijo. Los niños (Taylor, en segundo grado, y Trip, en cuarto grado) “estaban cansados y desgastados al final del día”.
Con frecuencia la familia trabajaba en la tarea hasta las 10 de la noche, Staci dijo. “Sé que soy su mamá, y no es culpa de nadie que esto haya pasado”, dijo. “Pero tener que trabajar de tiempo completo y luego tratar de ser la mejor maestra que puedes ser, y no soy maestra, así que fue muy frustrante y difícil y terminamos haciendo lo mejor que pudimos”.
Para la familia de Allie y Dude Buford, la cual incluye seis niños entre 10 y 22 años de edad, el aprendizaje a distancia fue “bastante terrible”. En particular, su hija más pequeña, Jewel, “tuvo muchas, muchas dificultades” con la enseñanza virtual, Allie dijo. La niña, que está por empezar el quinto grado, enfrentó dificultades para entender y seguir las instrucciones en Google Classroom, Allie explicó.
Allie trabaja para el programa de Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF, por sus siglas en inglés) y estuvo trabajando a distancia durante las primeras cuatro semanas del aprendizaje virtual, lo cual le permitió ayudar a sus hijos con las tareas escolares. Pero regresó a la oficina a finales de abril, mientras que Dude, un supervisor con el Departamento de Transporte de Colorado, siguió trabajando fuera de casa. Eso resultó en que sus hijos de 15 y 16 años de edad, quienes también tenían que estudiar a distancia, se quedaran a cargo.
Sobre su hija Jewel, Allie dijo: “No había nadie para sentarse con ella y ayudarla a hacer su tarea como ella necesitaba”. Por lo tanto, “pasábamos la mayor parte de nuestros sábados tratando de hacer la tarea que no lograba completar. Era muy frustrante para ella porque, en su mente, acababa de pasar toda la semana haciendo tarea, aunque no la hubiera completado correctamente”.
Las calificaciones de Jewel “bajaron significativamente” durante el aprendizaje a distancia, Allie dijo.
Bobbie Blanco, una maestra de quinto grado en la Escuela Ward, notó que, en general, los estudiantes cuyos padres pudieron quedarse en casa con ellos completaron tareas de mejor calidad y las entregaron a tiempo, en comparación con aquellos estudiantes cuyos padres no estuvieron tan disponibles (aunque Blanco agregó con rapidez que ciertamente hubo excepciones). “Si regresamos a la vida normal el próximo año escolar, tendremos que pasar tiempo extra para poner al día a los niños”, dijo Blanco, quien cree que por lo menos el 50 por ciento de sus estudiantes no absorbieron tan bien el material durante el aprendizaje a distancia como lo hubieran hecho en el salón de clases.
“La mayoría de nuestras familias hicieron un gran trabajo haciéndose cargo y tratando de cubrir las diferencias”, Jones dijo. Y a pesar de los múltiples desafíos, a algunos estudiantes les gustó el aprendizaje a distancia, como a Ghett Hughes, quien acaba de terminar el cuarto grado en la Escuela Intermedia Ward. Su mamá, Manchie Hughes, dijo que después de cinco semanas de enseñanza virtual, el proactivo niño de 11 años quiere estudiar desde casa.
“Le gusta la idea de poder estudiar de 8 de la mañana a 12 del mediodía, terminar sus trabajo escolar, y luego pasar el resto del día haciendo su trabajo físico: sus tareas del hogar, como limpiar los corrales de los caballos”, Hughes dijo.
Aunque el aprendizaje a distancia exigió la participación de las familias, el personal escolar se esforzó mucho por apoyarlas desde lejos.
“Básicamente, estuve disponible todo el tiempo”, dijo Blanco, quien también estaba ayudando a su hijo Ned, un estudiante de segundo grado en la escuela primaria, con su aprendizaje a distancia. “Algunos estudiantes y padres se comunicaban conmigo a las 11 de la noche”.
Para asegurar que los estudiantes siguieran teniendo acceso a las comidas gratis de la escuela durante la enseñanza virtual, los empleados del distrito distribuyeron comidas a diario en un sitio específico en cada uno de los cuatro poblados del condado. Pero a Tracy Eagen, la maestra de educación física en la Escuela Intermedia Ward y la Escuela Primaria del Condado de Crowley, le preocupaba que los niños que vivían en las partes más remotas del condado no tuvieran forma de ir a buscar comida a los lugares de distribución. Algunos vivían en hogares alquilados junto a la carretera; otros en viviendas multifamiliares construidas en calles de tierra; y otros más en automóviles o casas rodantes estacionados en grandes propiedades agrícolas.
Así que en una camioneta blanca adornada con un caballo de guerra rojo (la mascota de la high school del Condado de Crowley), Eagen y otro empleado entregaron comida directamente a estos estudiantes (los niños “afuera en el campo”), casi todos los días entre semana durante el aprendizaje a distancia y por varias semanas después. Su ruta llegó a incluir a 25 familias diferentes y abarcó 68 millas.
“Los niños esperan comer su almuerzo”, dijo Eagen, quien ha trabajado para el distrito por 31 años. “Fue la única cosa que se sentía normal”.
Maestros y administradores ocasionalmente acompañaban a Eagen en la ruta rural, lo cual les ayudó a mantener conexiones con estudiantes mientras sus escuelas permanecían cerradas. Tambien iluminó algunas de las dificultades que las familias enfrentan. Después de ir en una de las rutas y ver que algunos estudiantes estaban viviendo no en casas sino en automóviles y casas rodantes, Cuckow, el superintendente, empezó a hablar con los comisionados del condado para ver si la comunidad podría ofrecer asistencia. “Estamos tratando de encontrar viviendas de bajos recursos para estas familias que simplemente no tienen dinero suficiente para vivir en una casa”, dijo.
Brewer, quien ha estado con el distrito por 35 años, llamó a cada familia durante el aprendizaje a distancia y les preguntó: ¿Qué podemos hacer para ayudarles? La directora, ella misma exmaestra, asistió a las entregas de comidas gratis en cada poblado para mantenerse en contacto con los estudiantes y publicó videos diarios en Google Classroom leyendo en voz alta un libro de capítulos. A los estudiantes que tuvieron un cumpleaños durante el aprendizaje a distancia, Brewer les envió por correo pulseras de hule y notas para cada uno, y ha mantenido la comunicación durante el verano.
Sin embargo, hasta increíbles cantidades de apoyo virtual no lograron reemplazar la interacción presencial.
La tasa de abuso y negligencia infantil en el Condado de Crowley varió entre el 8.7 y el 34.2 por cada 1,000 niños del 2014 al 2018. En comparación, los promedios en el estado variaron entre el 7.8 y el 9.5 por cada 1,000 niños durante el mismo período, según datos del Departamento de Servicios Humanos de Colorado.
“Creo que causó más daño social y emocionalmente a nuestros estudiantes hacer que se quedaran en casa”, dijo Jones, la maestra de cuarto grado. “Especialmente porque para muchos de nuestros estudiantes, la escuela es su lugar seguro”.
La escuela, dijo, es donde los estudiantes están con sus amigos y sus maestros “en quienes confían”. Antes de las vacaciones de verano, invierno y primavera, los comportamientos desafiantes siempre aumentan.
“Es por ese sentimiento agobiante de que saben que durante ese período de tiempo, ya sea una semana, dos semanas o todo el verano, no van a tener a esa persona en la que saben que pueden confiar”, Jones dijo. “Quizás tengas a un estudiante soltándose más o solo gritándole a alguien, o haciendo cosas que usualmente no debería hacer porque busca atención. Es su manera de pedir ayuda, sin pedir ayuda”.
Este año, la escuela iba a durar hasta el viernes, 22 de mayo. Pero debido al estrés causado por el aprendizaje a distancia, además de la claustrofobia por el clima más cálido y las semanas de encierro, la administración decidió terminar la enseñanza dos semanas antes. Esto resultó en que los padres dieran un suspiro de alivio, pero preocupó a Blanco como educadora.
“Siempre me ha sido un poco difícil el verano”, dijo Blanco, quien cree que los estudiantes pierden una parte importante de su progreso académico durante esos meses de vacaciones. Ella preferiría que las escuelas adoptaran un calendario anual. Este año, con el aprendizaje a distancia, “el tiempo que yo personalmente siento que debería acortarse, se extendió”, dijo.
En general, la experiencia de cinco semanas con el aprendizaje a distancia en el Condado de Crowley reafirmó el valor de la educación presencial.
“Probablemente a un mes de haber empezado, algunos padres dijeron: ‘No puedo pelearme más con mi hijo; no está haciendo su trabajo. ¿Qué otras opciones tienen?’” Brewer dijo. Como respuesta, la escuela invitó a los estudiantes que estaban teniendo problemas a ir a los salones de clase, máximo dos a la vez y usando mascarillas, para recibir ayuda individual de los maestros. Por lo menos la mitad de los estudiantes en la clase de Jones optaron por recibir este apoyo presencial, incluido un estudiante que no había hecho “absolutamente nada” durante el aprendizaje a distancia. Sin embargo, con la instrucción individual en persona logró completar cinco semanas de trabajo en solo seis días.
“Definitivamente existe algo con hacerse responsable de esa manera cuando estamos sentados ahí y pueden recibir inmediatamente respuestas a sus preguntas”, Jones dijo.
Por ahora, el Distrito Escolar del Condado de Crowley está planeando el regreso presencial a clases el próximo mes con precauciones de salud que no se han definido. “Lo mejor para nuestros niños es que puedan venir a la escuela”, Cuckow dijo.
“Realmente quiero cuidar integralmente del niño, [sus] necesidades emocionales, sociales y físicas”, agregó. “Para muchos de nuestros estudiantes, el lugar [donde reciben esos cuidados] es en el distrito escolar”.
Pero la tasa de casos de COVID-19 está aumentando nuevamente en Colorado. Desde que se empezaron a ofrecer pruebas esta primavera pasada, ha habido 72 casos confirmados de COVID-19 en el Condado de Crowley; todos menos nueve de estos casos son entre los prisioneros que viven en la Correccional del Condado de Crowley. (Todos los prisioneros que tuvieron resultados positivos se recuperaron, según el Departamento Penitenciario de Colorado.)
Hay un lugar para hacerse pruebas de COVID-19 en el condado (la clínica de Valley-Wide Health Systems en Ordway), según el Departamento de Salud del Condado de Otero, el cual atiende las necesidades en el Condado de Crowley. Las pruebas se ofrecen durante el horario de oficina normal entre semana y, para recibir una prueba, las personas deben tener síntomas o figurar en una categoría de alto riesgo y haber estado expuestas a un caso confirmado, según el portavoz de Valley-Wide Health Systems. De lo contrario, el sitio más cercano para hacerse una prueba está a 20 millas de distancia en Rocky Ford, y el hospital más cercano está a 30 millas, en La Junta.
Debido al reciente aumento de casos en el estado, a Cuckow le preocupa que se emita una orden para que el aprendizaje sea a distancia, o mediante una opción combinada de aprendizaje a distancia y presencial. Para preparase ante esta posibilidad, el distrito está comprando más Chromebooks con fondos federales y estatales de emergencia únicos. El objetivo, Cuckow dijo, es equipar a todos los estudiantes de kindergarten a 12º grado con un dispositivo.
El distrito también busca ampliar el acceso a internet. En estos momentos, la opción más económica parece ser la instalación de hotspots en cada uno de los cuatro poblados, Cuckow dijo. Este será el plan, agregó, siempre y cuando se pueda implementar de acuerdo con los mandatos de salud pública.
Se espera que estos planes alternativos no sean necesarios. “Nuestra esperanza es que podamos regresar [al salón de clases]”, Brewer dijo.
“Definitivamente no se puede reemplazar la interacción personal”, Jones dijo. “Es imposible”.