Una publicación de The Colorado Trust
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Gary Swenson, de 45 años, ahora es un especialista de pares en un programa de tratamiento en Grand Junction para personas con condiciones conjuntas de salud mental y abuso de sustancias. Swenson pasó casi la mitad de su vida en prisión. Fotografías de Luna Anna Archey / enviada especial de The Colorado Trust

Vigilancia policíaca y encarcelamiento

El nuevo programa de reingreso en el Condado de Mesa se une a otros que están trabajando en Colorado para reducir la reincidencia

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Richard Gallegos terminó en la cárcel del Condado de Mesa por primera vez a los 18 años. Pasó los próximos ocho años entrando a y saliendo de la cárcel, usualmente por delitos menores relacionados con las drogas y el alcohol y que a veces resultaron en situaciones más graves, incluidas disputas domésticas (no violentas) y por resistirse al arresto, dijo. A los 27 años, lo sentenciaron a prisión por una violación de drogas y armas de fuego.

En conjunto, Gallegos, quien nació y se crio en Grand Junction y ahora tiene 45 años, pasó cinco años en una prisión estatal y tres años en la cárcel del condado. Durante los últimos cuatro años, ha estado en libertad condicional. Ahora tiene un trabajo donde está aprendiendo albañilería, un cambio del trabajo en la industria petrolera y gasífera al que se había dedicado antes.

“Me estoy manteniendo honesto, humilde”, dijo. “Trato de no caminar con demasiada vergüenza. Lo mejor a mi favor es que me han perdonado aquellos a quienes les hice mal. Entienden la drogadicción”.

Gallegos comparte un apartamento con una hija adulta, pero muchos amigos que estuvieron encarcelados no tienen tanta suerte, dijo.

“Las personas están saliendo de la cárcel sin ningún recurso”, Gallegos dijo. “Ojalá tengas un sistema de apoyo. Los recursos son pocos o ninguno cuando sales de la cárcel del condado.

“Estás por tu cuenta, enfrentando lo que en primer lugar te llevó ahí. El primer pensamiento de las personas con frecuencia es: ‘Quiero hacer lo correcto, ¿pero dónde voy?’”

Los funcionarios del Condado de Mesa por mucho tiempo han reconocido que muchas personas que hacen la transición de la cárcel o de la prisión enfrentan dificultades con el abuso de sustancias, las enfermedades mentales o ambas. Esto aumenta los múltiples desafíos adicionales que tienen para reingresar a la sociedad, y con frecuencia les faltan recursos muy necesarios como a Gallegos.

La Oficina del Alguacil del Condado de Mesa comparó nombres de usuarios frecuentes de la cárcel con visitantes frecuentes de las salas de emergencias en los dos hospitales de atención intensiva en Grand Junction, Community Hospital y St. Mary’s Medical Center. (Para proteger la privacidad de los pacientes, los dos hospitales no compartieron nombres, pero confirmaron que muchas personas aparecieron en ambas listas.) Identificaron a entre 60 y 90 usuarios frecuentes tanto de la cárcel como de las salas de emergencias. La mayoría de estos usuarios frecuentes enfrentan desafíos relacionados con diagnósticos de salud mental o abuso de sustancias, dijo la comisionada del Condado de Mesa, Janet Rowland, quien ha liderado un esfuerzo para abordar el problema.

En septiembre, el Condado de Mesa lanzó una nueva colaboración de varias agencias (los funcionarios del condado la llaman MAC) que busca ayudar a las personas para que hagan una transición exitosa al salir de la cárcel. La colaboración conecta a las personas con agencias que pueden ayudarlas a encontrar empleo, vivienda, transporte y otras necesidades básicas, al igual que con el acceso a servicios para la salud mental o programas de rehabilitación para combatir las adicciones a las drogas o el alcohol.

El reingreso a la sociedad 

En abril de 2021, el 50 por ciento de las personas detenidas en la cárcel del Condado de Mesa estaban tomando medicamentos para la salud mental, dijo Todd Rowell, alguacil del condado. Las condiciones de salud mental o los problemas con el abuso de sustancias son un factor significativo en las tasas de reincidencia en la cárcel, Rowell dijo. Mientras que las personas pueden recibir tratamiento por estas condiciones cuando están en la cárcel, con frecuencia no hay continuidad de atención después de que salen y, por lo tanto, pueden ser más probable que comentan nuevamente un delito, dijo.

En 2020, cuando la cantidad de detenciones disminuyeron debido a la pandemia por COVID-19, a un hombre lo arrestaron 19 veces, Rowell señaló. A otra docena de personas las arrestaron entre cuatro u ocho veces.

“Me sentía frustrado. Sentía que las personas tenían casi cero de probabilidad de ser exitosas después de [salir de] la cárcel”, Rowell dijo. “La vida es dura de todas formas, especialmente después de pasar tres meses en la cárcel. Encontrar trabajo es casi imposible. Es un beneficio para cualquier condado entender esos desafíos para cambiar la reincidencia”.

El Condado de Mesa no tenía una persona que coordinara la transición en la cárcel hasta que contrató a Julie Mamo en 2019. Mamo visitó cárceles en los condados de Boulder y Douglas para aprender sobre sus programas de reingreso mientras creaba el programa del Condado de Mesa. La nueva colaboración con múltiples agencias expande el programa que Mamo fundó.

Hasta ahora, el Condado de Mesa ha reclutado tres agencias para que proporcionen servicios y ayuden a las personas con el reingreso: Amos Counseling, un servicio de terapia en Grand Junction; Foundations 4 Life, una organización que ofrece servicios por trastornos con el uso de sustancias y la salud mental a personas involucradas en el sistema penal; y, Freedom Institute, una agencia sin fines de lucro que ofrece WAGEES (habilidades para trabajar y aprender y capacitación laboral, por sus siglas en inglés), un programa de reingreso comunitario con el Departamento de Servicios Correccionales de Colorado.

Freedom Institute ya empezó a proporcionar servicios WAGEES a prisioneros en libertad condicional en Grand Junction. Su nuevo contrato con el condado ahora le permite ofrecer esos mismos servicios a las personas previamente encarceladas.

Micah Espinoza (der.), director ejecutivo de Freedom Institute, habla con un colega en un sitio donde están implementando un proyecto de jardinería del programa WAGEES en Grand Junction.

Lisa Mills, gerenta de estrategias para la salud del comportamiento en el Condado de Mesa, decide qué agencia puede cubrir mejor las necesidades específicas de una persona que está saliendo de la cárcel. Gerentes de caso reciben no más de 10 clientes, ya que el objetivo es reunirse con las personas a diario si es necesario, para asegurar que estén tomando sus medicamentos recetados, tengan acceso a ayuda con la comida, obtengan pases de autobuses y encuentren empleo y vivienda. Al salir, las personas se encuentran en la cárcel con un integrante del personal de la agencia para llevarlas a donde se estén quedando o cualquier otro lugar al que necesiten ir. Las agencias trabajan juntas con las dos coordinadoras de la cárcel dedicadas a la transición.

El condado obtuvo un subsidio de $400,000 de la Oficina para la Salud del Comportamiento en el Departamento de Servicios Humanos de Colorado para financiar el programa. St. Mary’s Medical Center y la Oficina del Alguacil del Condado de Mesa contribuyeron otros $300,000 para un total de $1 millón.

“Es un programa que hemos necesitado por mucho tiempo”, dijo el teniente Henry Stoffel de la Oficina del Alguacil del Condado de Mesa. “Muchas personas dejan nuestras instalaciones y no tienen [manera de cubrir] necesidades humanas básicas, y entonces vuelven a cometer un delito. Queremos que salgan de ese ciclo”.

El regreso a prisión por delitos menores

Gary Swenson, de 45 años, ha tardado 20 años para salir de ese ciclo. Sus interacciones con el sistema penal empezaron a los 12 años cuando lo sentenciaron a un centro de detención juvenil en Colorado por un robo que cometió con un pariente y dos amigos. A los 18 años, ya estaba adicto a la metanfetamina. Ha pasado la mitad de su vida entrando a y saliendo de la prisión estatal.

Swenson dijo que fue difícil cumplir con sus obligaciones cuando estaba en libertad condicional sin un método confiable para transportarse. El transporte público no existía en el Valle de Grand cuando lo necesitaba, y no tenía permiso de conducir hasta que cumpliera con sus obligaciones de esa libertad condicional. A los empleadores les molestaba que pidiera permiso para salir temprano un par de veces por semana para asistir a clases obligatorias por el abuso de sustancias. También tenía que tomar tiempo libre para hacerse análisis de orina cada semana para checar que no estuviera usando drogas, pruebas que él debía pagar, además de pagar por las clases.

“Tu empleador debe ser muy comprensivo, algo que usualmente no son”, Swenson dijo.

Dijo que la mayoría de las veces que estuvo detrás de las rejas fue por violar su libertad condicional, incluida una vez que recibió una multa por conducir con exceso de velocidad, u otras ocasiones por faltar a sus clases. Todas estas violaciones causaron que lo mandaran de nuevo a prisión.

“Siempre fue una sentencia a prisión”, en lugar de libertad condicional o ir a un hogar de transición, Swenson dijo.

ProPublica (una sala de prensa nacional sin fines de lucro que recibe fondos de The Colorado Trust) recientemente reportó sobre lo fácil que es que te envíen de nuevo a la cárcel por delitos menores. El porcentaje de personas en Colorado que regresan a la cárcel en los tres años después de salir es del 50 por ciento, una de las peores tasas de reincidencia en el país, según un informe publicado en 2018 por el Departamento de Servicios Correccionales de Virginia que ProPublica citó en su reporte.

El programa de reingreso del Condado de Douglas incluye un programa de tratamiento con la ayuda de medicamentos en la cárcel que apoya a las personas con trastornos en el uso de opioides. El condado tuvo una tasa de reincidencia del 42 por ciento, la cual es menor en comparación con el promedio estatal, dijo Nicole Beckett, administradora de los servicios para la salud del comportamiento en la cárcel del Condado de Douglas. Su programa de reingreso incluye trabajar con supervisores de presos en libertad condicional, oficiales enfocados en el proceso previo al juicio, abogados de defensa pública y profesionales dedicados a la salud del comportamiento.

“Definitivamente es nuestro objetivo interrumpir el ciclo de [reincidencia]”, Beckett dijo. “Las personas con trastornos en el uso de sustancias enfrentan un riesgo de recaer, lo cual hace que sea un grupo difícil de ayudar”.

El programa de reingreso en el Condado de Boulder agregó una coordinadora de vivienda, Kim Smith, en 2019 para enfocarse específicamente en ayudar a las personas a encontrar vivienda en el mercado extremadamente difícil de la ciudad. Las personas en libertad condicional están obligadas a permanecer en el Condado de Boulder y no pueden buscar vivienda asequible en otro lugar. Con un mercado tan competitivo, los propietarios pueden elegir fácilmente no alquilar una vivienda a personas con antecedentes penales, Smith dijo. El programa de reingreso ha logrado que un 80 por ciento de las personas eviten reincidir.

Los funcionarios del Condado de Mesa dicen que los programas de reingreso son poco comunes en zonas rurales debido a la falta de recursos. La agencia no lucrativa, Alguaciles de los Condados de Colorado, ofrece programas y apoyo a los alguaciles en todo el estado, pero no mantiene un registro de la cantidad de condados que ofrecen programas de transición.

Mientras que la cárcel del Condado de Mesa ofrece algunos programas internos, necesita más espacio, y la continuidad de la atención ha sido un problema después de que las personas dejan la cárcel, Stoffel dijo. Le gustaría ver que el programa de transición al salir de la cárcel aumente dos o tres veces de tamaño, y dijo que espera que los programas de reingreso aumenten en todo Colorado.

“Reciben tratamiento por 45 días; la recuperación dura toda la vida”, Mamo dijo.

Un trabajador de Freedom Institute en una obra en el Condado de Mesa. La organización compró una casa que se había incendiado, con planes para convertirla en vivienda de transición para personas previamente encarceladas.

La readaptación a la vida externa

En julio, Mamo lanzó un programa similar al que observó en el Condado de Douglas que ayuda a que las personas obtengan una tarjeta de identificación. Una unidad móvil del Departamento de Vehículos Motorizados viene a la cárcel dos veces al mes para emitir identificaciones.

“La mayoría de la gente necesita dos tipos de identificación”, dijo Lory Villumsen, una segunda coordinadora para la transición que contrataron en junio. “Procesamos la solicitud para ayudarles a obtener su tarjeta de Seguro Social”. El equipo de transición también está trabajando para encontrar las actas de nacimiento de las personas.

Mamo ha establecido colaboraciones con espacios transicionales para vivir en sobriedad, reunido a gente con sus parientes que viven afuera de la comunidad e inscrito a personas en programas de tratamiento, algunas veces fuera de la ciudad. Los desafíos del reingreso son similares, ya sea que la persona esté haciendo la transición de una cárcel o de la prisión. La diferencia es que las sentencias más largas en prisión con frecuencia significan que la persona se ha “institucionalizado” más, lo cual hace que sea más difícil adaptarse a la vida externa, Mamo dijo.

A las personas encarceladas les dicen cuándo comer, cuándo dormir, qué ropa usar y lo que deben hacer; “cuando las personas salen de la cárcel, necesitamos empoderarlas para que tomen todas estas decisiones”, Stoffel señaló.

Micah Espinoza, director ejecutivo de Freedom Institute, espera que trabajar con personas que están saliendo de la cárcel las ayude a no reincidir.

“Aun después de que te encuentren culpable de un delito grave, y cumplas con tu sentencia, igual seguirás pagando por el resto de tu vida”, Espinoza dijo. Como parte de la colaboración entre varias agencias, “estamos enfocándonos en personas que entran y salen de la cárcel usualmente por delitos menores. ¿Por qué están cometiendo estos delitos? Usualmente es pobreza, falta de vivienda, abuso de sustancias, salud mental”.

Swenson dijo que ha aprendido de sus errores; ha vivido fuera de la prisión por casi dos años y está en libertad condicional sin supervisión por primera vez. Trabaja como especialista de pares en el Programa Círculo, un programa de tratamiento por internación en Grand Junction para hombres de 18 años en adelante con trastornos conjuntos por abuso de sustancias y salud mental.

“Hay gente en este programa con la que he estado en prisión, [con la que] me he drogado”, Swenson dijo. “Ven que ‘si Gary lo puede hacer’, ellos pueden. Soy yo no olvidándome de dónde vengo.

“En lugar de encerrar a las personas por posesión [de drogas], dennos primero una oportunidad de trabajar con ellas”, continuó. “Muchos hombres no quieren estar drogados, vivir en las calles, estar sin techo—es solo que es lo único que conocen. Ser parte de este programa es un chance de ver una oportunidad”.

Traducido por Alejandra X. Castañeda

Sharon Sullivan

Escritora y editora independiente
Grand Junction, Colo.

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