Hace diez años, China me puso en la lista negra. Había estado trabajando para el Comité para la Protección de los Periodistas; mi trabajo era documentar los ataques a periodistas en Asia. Era el año anterior a que Beijing organizara los Juegos Olímpicos. Mis colegas y yo viajamos a Beijing a publicar un informe que explicaba en detalle cómo se limitaba a la prensa en China mediante el Partido Comunista ejerciendo un control centralizado de los medios, las amenazas de demandas por libelo y el miedo al encarcelamiento. Al gobierno chino no le gustó nuestro informe ni nuestra conferencia de prensa, y no he podido siquiera obtener una visa de turista para visitar China desde entonces.
Los temas sobre los que reporté incluyeron la forma en que el gobierno limita a la prensa en China y cómo esto daña la salud de sus ciudadanos. Conocí a un periodista cuyo trabajo sobre los alimentos nocivos en China nunca encontró un medio que lo publicara en el territorio continental de China. Escribí sobre otros cuyas investigaciones de medicinas adulteradas fueron censuradas por el estado. Conocí a un abogado de nombre Xu Zhiyong, actualmente cumpliendo una larga condena en prisión, que había defendido a periodistas encarcelados después de que su periódico reportara agresivamente sobre el virus de la gripe aviar y otros temas delicados.
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) es una organización sin fines de lucro en Estados Unidos que por mucho tiempo ha usado los privilegios y derechos de la prensa estadounidense como plataforma para defender los derechos de periodistas en todo el mundo. En el CPJ, alegué que, porque estamos todos conectados por una economía global y un planeta compartido, a todos nos importa si los periodistas chinos pueden reportar sobre la propagación de enfermedades, la seguridad de los alimentos y productos o el daño medioambiental.
Si la habilidad de los periodistas chinos para hacer bien su trabajo afecta la salud de las personas que viven en EE.UU., eso es doblemente verdad de los periodistas en nuestro país, nuestro estado, nuestra ciudad.
Una prensa vigorosa nos permite saber, por ejemplo, que los efectos del Agente Naranja podrían haberse extendido más allá de sus víctimas inmediatas en la Guerra de Vietnam y dañado a los hijos de veteranos de las fuerzas armadas de EE.UU. Los periodistas nos muestran cómo las políticas racistas de vivienda han segregado a ciudades y rechazado sistemáticamente las inversiones en vecindarios en donde viven personas negras, incluyendo en Denver y en otras ciudades de Colorado, con efectos duraderos en la salud. El diario Colorado Springs Gazzette reveló la manera en que a los veteranos jóvenes de las guerras de Irak y Afganistán recibieron licenciamientos deshonrosos, sin beneficios y por ofensas menores, después de haber sufrido lesiones cerebrales traumáticas. Colorado Public Radio ha reportado ampliamente sobre el uso en aumento de las cámaras corporales entre la policía en Colorado y cómo pueden ayudar en casos de derechos civiles relacionados con los habitantes más vulnerables del estado.
La lista es interminable.
En la actualidad, la prensa estadounidense está bajo asedio. La profesión está encogiéndose, dañada por fuerzas económicas que han vaciado a los medios tradicionales de los recursos necesarios para realizar reportajes buenos, honestos e impactantes. El CPJ recientemente rompió con la tradición de mantenerse fuera de la política en EE.UU. para alegar que el presidente electo Donald J. Trump “he demostrado desprecio constante ante el papel que desempeña la prensa” al acosar a periodistas individualmente y demostrar una indiferencia expansiva por la institución.
Una prensa estadounidense débil es mala para la salud de todos nosotros. Es especialmente mala para la salud de aquellas personas que no tienen poder, dinero y privilegio.
Estoy orgullosa de trabajar para The Colorado Trust, una organización cuya misión es promover el bienestar de todos los habitantes de Colorado al trabajar para desarmar las desigualdades sociales y económicas que ponen en peligro la salud y pueden acortar vidas. Se necesitan los recursos de organizaciones filantrópicas como esta para construir una sociedad más equitativa y sana. Igual se necesita una prensa fuerte.
Por suerte, es mucho más fácil apoyar a la prensa estadounidense que proteger a los periodistas chinos, y no requiere tener visa. Cualquier persona puede suscribirse a su periódico local, donar a estaciones públicas de radio y televisión, hacer notar las noticias falsas y donar a organizaciones que apoyen la transparencia y libertad de los medios, incluyendo organizaciones internacionales como el CPJ o, más cercanas a casa, como la Coalición de Colorado para la Libertad de Información.