Una fría noche de marzo, cerca de un comunidad de casas rodantes desgastadas por el clima en el suburbio de Lakewood en Denver, Cody Teague, Shannon White y sus dos hijos se acomodaron en el refugio para personas sin hogar de Mean Street Ministry, agradecidos por su calor y seguridad, pero preocupados por su futuro.
La familia había pasado por muchos meses difíciles después de llegar a Colorado el otoño anterior. Su plan era empezar de nuevo después de que la fábrica de maquinaria en Wyoming en la que Teague trabajaba cerrara sus puertas.
“Denver era la ciudad más grande y cercana y hacia ahí nos encaminamos”, dijo White, de 32 años, sentada en una silla plegable adentro del gimnasio de la escuela que el refugio había alquilado y rodeada de casas de campaña en donde nueve familias dormirían esa noche.
Pero vivir en Denver, con su floreciente economía, fue más desafiante de lo que la pareja pensó. Teague, un mecánico industrial, tuvo dificultades para encontrar trabajo. Los precios de las viviendas eran imposibles de pagar y la familia se encontró con poco dinero y sin hogar, durmiendo en su automóvil o acampando en lugares poco concurridos.
El frío invernal causó que la familia tuviera que lidiar con la complicada telaraña de refugios diurnos y nocturnos y que terminara en un desgastado motel sobre Colfax Avenue. Ahí fue en donde el reverendo James Fry, director ejecutivo de Mean Street, descubrió a la familia el diciembre pasado durante uno de sus “ministerios de la calle” que realiza dos veces por semana para distribuir comida y alimento espiritual a las personas que viven en los moteles de Colfax.
“Esto no es para nada lo que nos esperábamos. Si no fuera por Mean Street, no hubiéramos sobrevivido hasta ahora”, dijo White, abrazando a su hija McKenzie, una niña de 2 años con pelo rubio rizado y ojos azules. Peyton, el hijo de 5 años de la pareja, jugaba cerca de ellas con los niños de otras familias sin hogar, mientras Teague ayudaba al personal del refugio a preparar la cena de espagueti con albóndigas.
La familia White-Teague y otras en Mean Street Ministry representan la pobreza suburbana. Son reflejo de la creciente población de personas con bajos ingresos que ahora viven en los suburbios del país, en donde la pobreza ha aumentado de forma más precipitada que en áreas urbanas y rurales. Entre 2000 y 2015, mientras que la pobreza aumentó cerca del 20 por ciento en ciudades urbanas grandes, incluida Denver, aumentó por lo menos dos veces más rápido en todos los suburbios metropolitanos, y alcanzó niveles históricamente altos después de la Gran Recesión. En los suburbios metropolitanos de Denver, las tasas de crecimiento de la pobreza empezaron a disminuir ligeramente en 2014, antes que las tasas de crecimiento a nivel nacional, pero se han mantenido bastante más altas que en 2000.
En los cuatro condados que rodean a Denver (Adams, Arapahoe, Douglas y Jefferson), el número en total de personas que viven en la pobreza aumentó más del doble entre 2000 y 2014, de 92,707 a 187,455, según datos del Censo de EE. UU. Durante el mismo periodo, la población que vivía en la pobreza en el Condado de Denver aumentó el 42 por ciento, de 72,609 a 103,412 personas.
“Las personas en Estados Unidos piensan que los suburbios son áreas prósperas en donde casi no existen la pobreza y el desempleo”, dijo Scott Allard, PhD, profesor de políticas sociales en la Universidad de Washington y autor del libro “Lugares necesitados: la geografía cambiante de la pobreza” (Places in Need: The Changing Geography of Poverty) publicado en 2017. “Pero es una realidad muy común a lo largo del panorama suburbano que los suburbios están empobreciéndose”.
Existen muchas razones, incluso que las personas con recursos más bajos no tienen suficiente dinero para vivir en ciudades dinámicas que solían ser asequibles, como Denver, en donde los precios se han duplicado en los últimos ocho años. Pero la razón más importante, Allard dijo, es el cambio en las oportunidades laborales. Los trabajos bien pagados que requieren de una capacitación avanzada están desapareciendo en los suburbios, dejando a su vez trabajos con peores salarios y menos capacitación que no ayudan a las personas a salir de la pobreza.
“Es lo opuesto de lo que sucedió en la década de los años 70 y 80, cuando muchas personas emigraron de las ciudades para encontrar oportunidades en los suburbios”, Allard agregó.
La geografía cambiante de la pobreza ha dejado a muchas comunidades tratando de encontrar soluciones para atender a una población en crecimiento que enfrenta dificultades para cubrir sus gastos. Muchas de estas poblaciones necesitan vivienda permanente, atención médica, mejores trabajos, buenas escuelas y, para quienes no tienen vehículos, transporte.
“Sabemos que nuestros desafíos con la pobreza y falta de hogar son más grandes que nunca”, dijo Lynnae Flora, subdirectora del Departamento de Servicios Humanos del Condado de Jefferson. El departamento creó una oficina dedicada a ayudar a las personas sin hogar y desarrolló una sociedad público-privada enfocada en acabar con el ciclo de la pobreza.
Pero muchas ciudades suburbanas y comunidades locales no están preparadas para lidiar con el aumento en el número de personas que viven en la pobreza. Los expertos creen que el marco creado a lo largo de varias décadas en Denver y otras ciudades grandes en EE. UU. para ayudar a la gente con bajos ingresos en áreas urbanas pobladas no funciona en la geografía suburbana de rápido cambio, en donde las personas y los servicios están esparcidos y alejados.
Por todo el país, las áreas suburbanas tienen “menos infraestructura para respaldar a los servicios sociales que ayudan a las poblaciones necesitadas”, dijo Alina Schnake-Mall, ScD, MPH, investigadora de salud con la Universidad de Harvard. Citó en particular a un determinante social de la salud, la movilidad: “La falta de transporte adecuado en un condado extenso se convierte en un obstáculo para obtener alimentos, servicios médicos y otros servicios”.
A la larga, los expertos dicen, el acceso limitado a medios de transporte y redes de servicios sociales también empeora la habilidad de las personas para conectarse con trabajos y otras oportunidades que podrían ayudarlas a salir de la pobreza.
Alex y Kayla Koehler y sus dos hijos, Damien, de 4 años, y Emma, de 1, terminaron en Mean Street Ministry el pasado mes de enero después de perder su departamento en otro condado de Colorado. La familia no tenía ahorros, automóvil ni parientes en el área.
“El refugio es para los niños, no para nosotros”, Kayla Koehler dijo. “Si fuera por nosotros, dormiríamos en la calle”. Koehler dijo que su hija ha sido enfermiza desde que nació y necesita estar en un ambiente estable y bajo cuidados médicos regulares.
El trabajo de Koehler haciendo investigaciones de mercado era en un centro comercial en Golden, a 10 millas del refugio. Pero ir y regresar de su trabajo, y a la clínica del doctor en Golden y para recoger los medicamentos, era difícil.
“Dependiendo de donde estemos, quizás encuentre un autobús para ir al trabajo. Si no, camino hasta ahí”, Koehler dijo. “Bajé 20 libras y me he enfermado”.
Mientras tanto, ya que el refugio cierra a las 7 a.m., Alex Koehler cuidaba a los niños durante el día, caminando por Lakewood, parando en parques y bibliotecas, y buscando lugares para descansar sin que los molestaran. (Las ordenanzas contra el traspaso en Lakewood prohíben que las personas pasen horas seguidas en parques, bibliotecas y otros espacios públicos.)
“Para ir al doctor, intento encontrar a alguien con automóvil que nos lleve”, Kayla Koehler dijo.
Los cuatro condados adyacentes a Denver son por lo menos cinco veces más grandes geográficamente que el Condado de Denver. El Condado de Jefferson, con la población más grande pero el más pequeño geográficamente de los cuatro, abarca 774 millas cuadradas en comparación con el Condado de Denver, con 155 millas cuadradas. Un sistema regional de tranvía que conecta a Denver con sus suburbios está en desarrollo, pero un sistema de transporte público local dentro de los condados con suficientes rutas y conexiones sigue siendo un objetivo evasivo.
“Los suburbios nunca estuvieron equipados para esto, y todavía no lo están”, dijo el reverendo Fry, cuya organización no lucrativa Mean Street Ministry ofreció el invierno pasado el único refugio nocturno de emergencia para familias en el Condado de Jefferson. Si había espacio disponible y las familias pasaban la verificación de antecedentes, el refugio las aceptaba de inmediato. Hay un par más de refugios nocturnos en el amplio condado pero son más pequeños y aceptan a las familias a través de un sistema de lotería o tienen listas de espera, y separan a los padres por género.
A lo largo del área metropolitana, la necesidad de tener refugios y viviendas asequibles es urgente, dijo Don May, director ejecutivo de la Autoridad para la Vivienda en el Condado de Adams.
“La vivienda es el desafío más grande y crítico para las personas sin hogar y para los suburbios que están tratando de ayudarlas”, May dijo. “Si una persona no tiene un lugar donde vivir, no puede enfocarse en otras necesidades, incluida su salud. Su bienestar sufre por completo”.
En el Condado de Adams, en donde aproximadamente 58,870 personas vivían en la pobreza en 2017, la necesidad de vivienda es tan grande que el año pasado, en cuestión de días, el condado recibió más de 4,000 solicitudes para 150 vales federales de vivienda, May dijo.
Pero debido a la popularidad del mercado inmobiliario en el área metropolitana de Denver, muchos lugares ya no aceptan vales para el alquiler, May dijo. Esto incluye a algunos de los moteles sobre Colfax Avenue que pasan por el Condado de Jefferson y la Ciudad de Lakewood.
“Ya no aceptamos vales”, dijo Kimberly Kim, quien trabaja en la recepción del Homestead Motel en West Colfax en Lakewood. “No pagan suficiente. Pagaban $200 por semana hace no tanto, pero nuestra [habitación] más barata con una recámara cuesta $320 por semana”.
Esa noche de marzo, todas las familias en Mean Street eran familias “pobres que trabajan”. La Oficina de Estadísticas Laborales define a estas personas como aquellas que viven por debajo del nivel federal de la pobreza y que pasan por lo menos la mitad del año trabajando o buscando trabajo. La mayoría tenía un automóvil.
A pesar de las dificultades guiándose por un amplio condado y tratando de encontrar trabajo, vivienda y servicios, las personas ahí presentes dijeron que se sintieron atraídas a los suburbios debido a sus calles más seguras, escuelas buenas y residentes amistosos con las familias. Algunas dijeron que en Denver les habían robado sus pertenencias y ahí les preocupaba la seguridad de sus hijos.
Todd Graber, gerente de Mean Street, dijo que fue en 2014 cuando empezó a notar que más familias que hombres sin hogar estaban llegando al refugio para pedir ayuda. “Muchas de ellas tenían trabajos y vehículos pero no querían ir a Aurora o al centro de Denver”, Graber dijo. “Tenían hijos y no se sentían seguras ahí”.
Cody Teague, 32, trabajó como jornalero en construcción en otros condados y en las montañas, en donde ayudó a construir casas. Es un trabajo temporal y a veces gasta el salario de un día entero en gasolina, comida y productos esenciales para sus hijos. “Con lo que gano, no queda nada para pagar un alquiler”, dijo. “Un tanque de gasolina no dura mucho”.
Teague dijo que le retiraron la oferta para un trabajo permanente bien pagado en Denver cuando la compañía se enteró de que su domicilio sería en un refugio para personas sin hogar, o la camioneta de la familia, hasta que ganara suficiente dinero para obtener un apartamento. “Necesito un trabajo permanente, pero las compañías no contratan a personas sin hogar”, agregó.
Mientras Teague trabajaba, su esposa a veces trabajaba como voluntaria en el banco de alimentos y ropa de Mean Street, “para que los niños tuvieran un lugar seguro donde estar”. Algunos días, no tenía otra opción más que pasar tiempo en la calle. Y aunque los suburbios son “definitivamente más amistosos con las familias”, dijo, tienen desventajas porque les faltan los servicios que hay en muchas de las ciudades urbanas densamente pobladas, como Denver. Ahí encontró que el centro era más conveniente para una familia moviéndose a pie para tener acceso a alimentos, autobuses y atención médica.
“Los niños han estado enfermos de forma intermitente, más de lo normal. Cuando no tienes un hogar, no puedes comer como solías hacerlo”, White dijo. “Hay trastornos constantes. Te enfermas más seguido y estás enferma por más tiempo. Encontrar a doctores que ayuden a las familias pobres en los suburbios es imposible”. Es más fácil llevar a los niños a la clínica de Stout Street en el centro de Denver porque “los autobuses que van y vienen de Denver son más frecuentes y la clínica atiende a familias pobres”, agregó.
“Cuando las personas sufren del desplazamiento involuntario y otros trastornos severos en su patrón normal de vida, eso puede causar daños”, dijo Quinta Moore, MD, JD, investigadora docente de políticas de salud infantil en el Instituto Baker de Políticas Públicas en la Universidad de Rice en Houston. “Los suburbios crean desafíos y estreses adicionales para las familias. En los suburbios no existe el mismo acceso a servicios, bancos de alimentos y otras cosas de las que las personas dependen en las áreas urbanas”.
“Estudios han encontrado que existen brechas importantes en la disponibilidad de servicios de salud en los suburbios”, en donde cerca del 40 por ciento de las poblaciones sin seguro médico viven, dijo Schnake-Mall, estudiante de doctorado en la Facultad de Salud Pública T.H. Chan de Harvard.
“No son necesariamente obstáculos relacionados con la falta de proveedores, sino que no hay suficientes proveedores que acepten a pacientes con Medicaid”, Schnake-Mall dijo. Estudios también sugieren que “podría ser ligeramente menos probable que los doctores acepten a pacientes con Medicaid en áreas suburbanas”, agregó.
Desmintiendo el mito
La cantidad de personas que viven en la pobreza en los suburbios ha aumentado continuamente por más de dos décadas. Sin embargo, pocos se han dado cuenta. En muchos suburbios, la pobreza permanece escondida en parte porque el entorno físico dificulta que se vea. En algunos suburbios, los residentes no están listos para asociar la pobreza con sus propias comunidades.
“Mucha gente piensa que la pobreza y falta de hogar no existen en el Condado de Jefferson”, dijo Laurie Walowitz, directora de servicios del programa para Action Center, una organización sin fines de lucro en Lakewood. “Pero eso no es verdad. Las veo todos los días”.
La demanda por los servicios de Action Center, los cuales incluyen terapia, alimentos y otra ayuda básica, ha aumentado el 40 por ciento desde comienzos de 2008. La organización recientemente cerró su refugio nocturno, debido a una disminución en donaciones.
En Lakewood, en donde aproximadamente 18,000 personas tuvieron ingresos menores o iguales al nivel federal de la pobreza en 2017, la población en general no se dio cuenta de la presencia de personas con dificultades para mantenerse hasta que el número de estas alcanzó una masa crítica, el reverendo Fry dijo.
“Solíamos enviar a nuestras personas sin hogar al centro”, es decir “Denver”, Fry explicó. “Pero ahora hay demasiadas para ignorarlas. Los residentes y comerciantes están encontrando a personas pobres en sus callejones. Esto ya no es algo que se puede empujar hacia el centro de Denver”.
En algunas zonas del país, incluida la diminuta comunidad de Edgewater en la frontera oeste de Denver, y Golden, al pie de las Rocosas, la pobreza ha alcanzado números extraordinarios, mucho más altos que las tasas estatales y nacionales.
“La gente no piensa que Golden es un lugar en donde la pobreza existe. No es algo de lo que te das cuenta”, dijo Karen Groves, con la organización League of Women Voters en el Condado de Jefferson. “Golden es un área en crecimiento. Se están construyendo apartamentos”.
La naturaleza escondida de la pobreza es una de las muchas razones por las cuales no ha habido muchas soluciones, dijo Allard, quien también es investigador docente en el Programa de Políticas Metropolitanas de la Institución Brookings.
“Los suburbios todavía no se consideran lugares que necesitan más servicios sociales, en parte porque la pobreza está esparcida, es menos visible”. Allard dijo. “Quizás se acumule en algunas ciudades, pero en lugares que simplemente no son tan visibles, y debido a la desconexión, sus residentes tienen poco acceso a amenidades y servicios comunitarios. Es una de las razones por las que los suburbios no están preparados para lidiar con las necesidades”.
Otras razones incluyen la falta de voluntad política y recursos limitados para asistir a las personas que viven en la pobreza, Allard dijo.
“La mayor parte de los recursos gubernamentales se distribuyen entre las ciudades y las organizaciones no lucrativas que operan dentro de las ciudades”, Allard explicó. “Ahí es donde esperamos que se encuentre pobreza. Cuando se aparece en otros lugares, simplemente no hay organizaciones ni fondos”.
“Diversos factores pueden impulsar esta situación, pero fundamentalmente es un reflejo de la falta de voluntad política para abordar los problemas de pobreza que nos rodean”, Allard agregó. “También es común pensar en la pobreza como un elemento de afuera y, por lo tanto, no parte de una comunidad suburbana”.
Aumentos en la pobreza se han manifestado a lo largo de grupos raciales y étnicos en los suburbios, “con aumentos especialmente mayores entre los residentes hispanos suburbanos en años recientes”, Allard destacó. “Sin embargo, las personas blancas no hispanas siguen constituyendo la mayor parte de los pobres en la mayoría de los suburbios”, dijo.
Saliendo a la luz
Los bancos de alimentos son lugares entre los que la pobreza es más visible en los suburbios. Un día durante la temporada navideña de 2017, al banco de alimentos en Arvada, Community Table, se le acabaron los alimentos, dijo Mark Stratford, director de programas alimentarios. “Salí y vi una fila que rodeaba el edificio. Supe que no tendríamos suficiente comida para todos”, dijo. Ese día el banco cerró temprano.
Community Table es el único banco de alimentos frescos en el Condado de Jefferson que está abierto cinco días a la semana sin tener cita para cualquier persona que necesita comida, Stratford dijo. Ofrece verduras y frutas, carne, pescado, leche, al igual que comida enlatada y empaquetada.
Entre agosto de 2014 y agosto de 2018, el banco de alimentos observó un aumento del 17 por ciento en el número de familias que visitaron solo uno de sus cinco programas alimentarios. “No vamos a prohibirle la entrada a nadie”, Stratford dijo. Pero eso quiere decir que pueden acabarse productos populares como la mantequilla de cacahuate y la fruta enlata, o a veces tienen que cerrar temprano.
“Lo que me sorprende es el número de familias transicionales que vienen. Estamos observando un aumento del 10 por ciento en las familias nuevas cada mes”, Stratford dijo.
Nichole Mitchell dijo que visita el banco de alimentos en Arvada dos veces por mes. “Si no fuera por las iglesias y los bancos de alimentos, no sé qué haríamos”, dijo Mitchell, después de recoger alimentos para su esposo e hija. “Es la única manera como nuestra familia puede mantenerse”.
La familia regresó al Condado de Jefferson después de trabajar en Dakota del Sur durante un par de años, solo para encontrar que “los precios de las casas eran mucho más altos que cuando nos fuimos”, Mitchell dijo. La familia paga $1,000 al mes para alquilar un apartamento pequeño de dos habitaciones. “Mi esposo trabaja pero es difícil cubrir todos los gastos”, Mitchell dijo, agregando que ella también está buscando empleo.
En la ciudad de Englewood en el Condado de Arapahoe, el Cornerstone Food Bank registró 13,645 visitas de clientes en 2017, un aumento del 41 por ciento de las 9,700 visitas de clientes en 2008, dijo Naomi Rubin, directora ejecutiva. Este banco de alimentos, abierto tres horas por semana cerca de la franja sur de Broadway, atiende mayormente a familias que trabajan, incluidas “personas bien vestidas subempleadas”, dijo.
Rubin contó la historia de una familia que vivía en un vecindario de clase media. El negocio del esposo se fue a la bancarrota, la familia “estaba ahogada en deudas” y se vio desesperada por comida, explicó.
“La pobreza en los suburbios es invisible en algunas áreas. Los vecinos no saben que viven junto a una familia en situación de pobreza que ni siquiera puede comprar alimentos”, dijo Rubin, quien discretamente le llevó comida a esa familia después de enterarse de su situación.
El aumento en la pobreza suburbana también se nota en las escuelas públicas del Condado de Jefferson, en donde se identificaron a 2,825 estudiantes sin hogar durante el año escolar 2016-17, incluidos 314 que no tenían a un padre o tutor, dijo Rebecca Dunn, coordinadora del programa Conexiones Comunitarias y Familiares del sistema escolar. “Puedo decir que hemos observado un aumento constante durante los últimos cuatro años escolares”, agregó.
Alrededor de 27,000 niños cuyas familias ganan 130 por ciento del nivel federal de la pobreza o menos cumplieron requisitos para recibir comida gratis o a precio reducido durante el año escolar 2017-18.
El programa Conexiones está diseñado para ayudar a los estudiantes que viven con amigos, parientes, en moteles, automóviles y otras situaciones que no son “fijas, regulares y adecuadas”, Dunn dijo. El programa se asocia con otras agencias para proporcionarles a los niños sin hogar ropa, productos higiénicos y, para quienes viven afuera de las áreas de asistencia, pases para autobuses.
El 75 por ciento de los niños que se consideran sin hogar en las escuelas públicas del Condado de Jefferson viven con parientes o amigos, o en moteles de bajo alquiler, Dunn dijo. El otro 25 por ciento viven en refugios, automóviles, casas rodantes y otras situaciones precarias.
Las iglesias cierran la brecha
Hasta en el bucólico pueblo de Evergreen en las montañas, la pobreza ha salido a la luz. Ahí, el ingreso medio anual en el hogar excede los $95,000 entre sus 9,000 residentes. “Hace un par de años, no se veía para nada a familias caminando junto a la carretera o acercándose a los clientes en Walmart”, Groves dijo. “Ahora sí”.
Las comunidades cristianas y judías de Evergreen se unieron en 2015 después de que se encontrara a personas acampando en un prado de la iglesia en donde rondan pumas y osos. “Nos preocupó que los atacaran o que iniciaran un incendio grande”, dijo el reverendo Michael McManus, pastor de la Iglesia de la Transfiguración, una iglesia episcopal en Evergreen.
Con la ayuda del reverendo Fry de Mean Street, las iglesias y la sinagoga establecieron un sistema de refugios de emergencia durante la temporada de frío. Las personas que trabajan por un salario bajo se han convertido en la clientela de mayor crecimiento, McManus dijo: “Algunas tienen dos o tres trabajos pero no tienen suficiente para mantenerse”.
“El problema más grande aquí y en todas partes es la vivienda. Si eres pobre o no tienes hogar, puedes encontrar comida. Tenemos bancos de alimentos en Evergreen”, McManus dijo. “Lo difícil es la vivienda”.
The Rock Church en la ciudad de Castle Rock en el Condado de Douglas salvó el Día de Acción de Gracias para Cody Teague y su familia el año pasado, después de que Teague buscara desesperadamente por un lugar en donde su familia pudiera dar gracias y comer una comida caliente juntos. Los integrantes de la iglesia no solo le sirvieron a la familia una cena completa de Acción de Gracias, sino que también le proporcionó una estadía de tres noches en un motel cercano. “Primero comimos la cena de Acción de Gracias en la iglesia y luego nos trajeron más comida al motel”, Teague dijo. “Fue increíble, mucho más de lo que nos esperábamos. Estábamos tan agradecidos”.
El Condado de Douglas es el condado más pudiente en Colorado y entre los condados más ricos en Estados Unidos, con un ingreso medio por hogar de $105,759 en dinero de 2016.
Se perdonaría que alguien pensara que la pobreza no existe en este elegante suburbio. Sin embargo, el número de personas que viven en la pobreza aumentó más del triple entre 2000 y 2017, de 3,355 a aproximadamente 11,400, o del 1.7 por ciento al 3.4 por ciento de la población total.
El programa de The Rock para ayudar a las personas pobres y sin hogar empezó en julio de 2016, después de que el pastor Mike Polhemus notara que “algunas personas realmente estaban teniendo dificultades”. En colaboración con el Condado de Douglas y otras iglesias del área y usando donaciones privadas, The Rock empezó a ofrecer cena gratis los miércoles por la noche a cualquier persona que se presentara, ya sea una persona necesitada o en buena situación financiera, para no distinguir a nadie.
“Todos se sientan juntos en la misma mesa. Están hablando e interactuando, así que es una comunidad, no hay separación. Todos encajan juntos”, dijo Polhemus, deseoso de educar a los fuereños sobre la hospitalidad de The Rock. “Esta no es una comidita cualquiera. Es una comida completa” que incluye ensalada y postre, agregó.
Las cenas de los miércoles por la noche, a la que asisten entre 300 y 400 personas, dio lugar a una colaboración con otras iglesias para que abrieran bancos de alimentos y ropa y lanzaran un refugio de emergencia por turnos para mujeres y niños sin hogar.
Cuando el turno de The Rock llega los sábados por la noche, equipos de la iglesia arman estaciones con 45 catres, preparan la cena para los residentes del refugio y, por la mañana, sirven el desayuno, preparan un almuerzo en bolsa para las personas que se quedaron la noche anterior y les dan tarjetas de regalo para gasolina, el pastor dijo.
“Gracias a esto, hemos visto a dos familias sin hogar que se han estabilizado y ahora tienen un apartamento y un hogar y trabajo y ya no viven en la calle”, Polhemus agregó.
El mes de noviembre pasado, The Rock colaboró con el Condado de Douglas y la compañía Lyft de transporte compartido para lanzar un servicio de transporte para madres solteras y personas ancianas o enfermas que necesitaran trasladarse al trabajo, al supermercado, a la clínica de un proveedor médico o al refugio. “Es el cordón umbilical para las personas. Necesitan trasladarse y nos dimos cuenta de que esa es una necesidad enorme y creciente”, dijo Faye Estes, gerente del programa de movilidad para el Condado de Douglas.
Además de ayudar a las personas a pagar su alquiler, hipoteca o facturas de servicios públicos, The Rock dio vehículos usados a tres familias. Polhemus calculó que se gastaron aproximadamente $87,000 de las donaciones a la iglesia para ayudar a personas con una serie de necesidades.
“Creo que las iglesias apenas están entendiendo que la pobreza y la falta de hogar son cosas que necesitamos abordar”, Polhemus dijo. “Es algo que podríamos haber hecho hace 10 años, pero estamos empezando a hacerlo ahora. Mientras más hagamos, más nos daremos cuenta de que queda mucho por hacer”.
¿Un año más sabios?
Este mes de septiembre marcó un año desde que Teague y su familia llegaron a Colorado llenos de esperanza.
En meses recientes, perdieron las pocas pertenencias que tenían después de retrasarse en los pagos de una bodega en donde habían guardado sus cosas.
Cuando Mean Street cerró por la temporada el 31 de marzo, la familia Koehler y otras 14 familias sin hogar recibieron vales para alquilar una vivienda a largo plazo, pero la familia Teague-White no tuvo la misma suerte. Sin un trabajo estable, Teague no pudo demostrar que lograría ganar un salario continuo y contribuir al alquiler, según lo requiere el vale.
La familia se fue a las montañas, en donde Teague ayudó a un hombre a construir su casa. El hombre permitió que la familia acampara en su propiedad.
Regresaron a Lakewood a tiempo para inscribir a Peyton, ahora con 6 años, en una escuela. Mientras tanto, White encontró un trabajo en un restaurante de Denver trabajando 10 horas por días, seis días a la semana. Teague sigue haciendo trabajos temporales mientras encuentra empleo permanente y ayuda a cuidar a los niños. La familia alquiló un cuarto en un motel sobre Colfax Avenue, pagando como $1,400 al mes. (El alquiler promedio por un apartamento de una recámara en Lakewood varía de $1,238 a $1,387.)
El optimismo que la pareja sintió cuando llegó a Colorado se ha desgastado con la lucha para sobrevivir. “Cansada”, es como White dice que se siente. “No veo mucho a mis hijos, pero tengo que trabajar. Estamos a un paso de quedarnos sin hogar”. Pero, “los niños están contentos”, agregó.
Teague, ahora con 33 años, ya no se siente tan esperanzado como antes. “Me he decepcionado demasiadas veces”, dijo. “Ahora, estoy viviendo día a día, un trabajo a la vez”.
Con respecto a la organización Mean Street Ministry, la cual había alquilado el espacio de la iglesia New Life in Christ, el reverendo Fry dijo que perdió el contrato para usar el gimnasio durante el próximo invierno.
“Mi plan es encontrar otro lugar para el refugio. Necesitamos el refugio”, Fry dijo. “De hecho, necesitamos un refugio [que esté abierto] todo el año”.