Kara Bonham ya estaba enfrentando desafíos con el consumo de alcohol, su depresión y ansiedad cuando la pandemia puso su vida en un estado frenético.
Tenía un trabajo muy estresante como socorrista en Fort Collins; además de eso, a su hermana mayor, quien también tiene problemas con el alcohol, la habían diagnosticado recientemente con insuficiencia hepática en etapa terminal.
Según la perspectiva de Bonham, sus opciones eran continuar bebiendo sola en su apartamento (una decisión fácil, menciona, porque las licorerías seguían estando abiertas), “o podía tomar la decisión de rehabilitarme y hacer que fuera una decisión seria para toda la vida”, dice.
Bonham eligió la segunda opción y buscó ayuda en un lugar conocido: The Phoenix, un gimnasio sin fines de lucro que ofrece clases gratis para hacer ejercicio y excursiones al aire libre para los participantes que hayan estado sobrios por lo menos durante 48 horas.
Cuando Bonham intentó mantenerse sobria hace dos años, manejaba tres horas de ida y vuelta en tráfico para hacer ejercicio en el gimnasio de Denver de la organización. (Desde entonces, The Phoenix abrió un local en Fort Collins.) Rápidamente se dio cuenta de que manejar esa distancia no sería sostenible, y al mes de dejar de tomar clases empezó a beber otra vez.
Conectarse con la comunidad fue mucho más fácil esta primavera: Bonham simplemente ingresó con su computadora a las clases en línea transmitidas en vivo.
“Cuando estás empezando el proceso de rehabilitación, el esfuerzo necesario para solo levantarte, y vestirte, y pararte de la cama, y moverte e ir a un lugar, a veces se siente como la cosa más difícil del mundo”, dice Bonham, de 35 años de edad. “Sabía que lo único que tenía que hacer era iniciar la sesión en mi computadora… eso me ayudó a sobrellevar algunos días muy difíciles.” Se ha mantenido sobria desde el 1º de abril.
Como gran parte del mundo, los programas de rehabilitación por el uso de sustancias cambiaron durante los cierres por el coronavirus y empezaron a ofrecer la mayor parte de sus programas por internet. Sesiones de terapia individuales y en grupo (limitadas a una cantidad de personas que cupieran en una sola pantalla) de repente empezaron a organizarse usando la aplicación Zoom; profesionales médicos en áreas rurales se empezaron a conectar con sus pacientes usando el teléfono; hasta las comunidades de Alcohólicos y Narcóticos Anónimos movieron sus programas de 12 pasos a la red.
“La habilidad de seguir conectados con proveedores fue muy tranquilizadora”, dice Jennifer Silva, directora clínica ejecutiva de servicios intensivos en San Luis Valley Behavioral Health Group, un centro comunitario para la salud mental que ofrece atención en siete condados en la región central-sur de Colorado. “Ya existía mucha ansiedad por COVID, pero no tener que ir en persona y estar rodeado de otros fue un gran alivio… Creo que [eso] redujo mucho la ansiedad”.
Mientras que los programas de internación tuvieron que reducir sus capacidades como respuesta al distanciamiento físico, y los análisis de drogas siguen siendo un interrogante, los servicios móviles y virtuales han aumentado mucho. Las unidades móviles ya existentes han continuado ofreciendo tratamiento con la ayuda de medicamento a personas en diferentes áreas del estado. Los servicios diurnos se han cambiado casi todos a la telemedicina (tanto por video como por teléfono). Y con proveedores de servicios de recuperación acostumbrados a la práctica, han descubierto los numerosos beneficios de estos cambios.
Entre los beneficios más obvios en un estado geográficamente diverso como Colorado es la conveniencia. Los clientes ya no tienen que trasladarse grandes distancias para conectarse con proveedores directamente; quienes tienen hijos, están sin automóvil o enfrentan discapacidades físicas que dificultan más presentarse en persona se benefician todos de lo fácil que es la telemedicina.
“Realmente observamos un cambio en algunos de nuestros clientes que pensábamos que no estaban cooperando; verdaderamente tenían problemas con el transporte que no habían compartido con nosotros o no habían mencionado”, dice Rob Archuleta, director ejecutivo de innovaciones con Crossroads’ Turning Points, Inc., un proveedor de tratamiento por el uso de sustancias con 15 oficinas en el sur de Colorado. “Hasta algunos de los clientes con ansiedad parecen sentirse mucho más cómodos con la telemedicina”.
La rehabilitación en línea puede sentirse más accesible para algunos pacientes. Quizás se sientan más tranquilos hablando con un terapeuta desde la comodidad de su hogar o empezando con una llamada antes de hacer la transición al video.
“Es más fácil ser vulnerable detrás de una pantalla. Si tuvieron un traspié y consumieron [una sustancia], pueden compartir eso, mientras que en persona la gente suele salir corriendo y no aparecerse”, dice Casey Lucarelli, una trabajadora social certificada actualmente a cargo de REACH, el programa virtual diurno intensivo de AspenRidge Recovery. “Es más fácil para ellos que ir a un centro de tratamiento y decir: ‘Soy un alcohólico’”.
AspenRidge Recovery tiene centros de tratamiento en Fort Collins, Lakewood y Lone Tree, pero el programa virtual de la organización es el que ha estado en mayor demanda desde que la pandemia empezó: la participación ha aumentado en un 20 por ciento en comparación con la participación típica en persona.
Donna Goldstrom, directora médica de Front Range Clinic, la cual cuenta con más de 50 centros en todo el estado, se refiere a la telemedicina como el “lado bueno” de la pandemia. “Casi no tiene ninguna desventaja”.
La relajación temporal de regulaciones a nivel estatal y federal que se implementó a principios de la pandemia ayudó a que estas iniciativas fueran viables. Fue más fácil que los proveedores cobraran a las aseguradoras por servicios de telemedicina y expandieran sus servicios para incluir sesiones de terapia por teléfono y por video para grupos. (El costo de establecer y lanzar estos programa, como comprar cámaras, no se ha traspasado a los pacientes, los proveedores señalan.)
Pero eso no significa que la telemedicina sea perfecta. A los profesionales médicos les preocupa no notar pistas cruciales sobre el estado mental de los pacientes cuando las interacciones se limitan a la telecomunicación porque no pueden leer tan bien el lenguaje corporal a través de la pantalla. En sesiones grupales que se organizan por internet, la energía y camaradería puede disminuir. Y también existe el hecho de que trabajar todo el día usando una pantalla es agotador (ahora existe un nombre para eso: la fatiga de Zoom).
“Nada es mejor que cara a cara”, dice Denise Kidd, gerenta de servicios de rehabilitación por adicción en el Centro de Salud Comunitaria en Pueblo.
Los clientes también tienen sus dudas. Quizás sea difícil para ellos encontrar lugares privados o seguros para hacer sus sesiones de terapia, lo cual les impide progresar. Algunos dicen que extrañan la oportunidad de escaparse de sus vidas diarias cuando visitan un consultorio.
“Esta es su oportunidad de salirse de su ambiente y venir [a recibir] tratamiento. Es un descanso del ambiente en su hogar, un proceso de desestresarse para cuidarse a sí mismos”, dice Jessica Russell, directora de Crestone Recovery Services at Health Solutions en Pueblo. Russell dice que ha escuchado a algunos pacientes describir la terapia virtual como “impersonal”.
El acceso a la tecnología necesaria también puede ser un obstáculo debido a factores financieros, mal servicio de internet o circunstancias de vida, como alguien que recientemente salió del sistema penal de justicia. (Diez condados en Colorado tiene cobertura de banda ancha por debajo del 50 por ciento; 37 tienen menos del 80 por ciento de cobertura.) Como respuesta a estas inquietudes, Crossroads’ Turning Points y San Luis Valley Behavioral Health Group distribuyeron teléfonos a algunos de sus clientes para que continuaran su tratamiento.
“Es como cuando las personas quieren tomar una clase en línea”, dice Randy Evetts, director de salud pública en el Departamento de Salud Pública y Medioambiente de Pueblo. “Para algunas personas, funciona muy bien; para algunas personas, simplemente no funciona”.
Rachel Marquez-Escarcega ha vivido directamente las dificultades de la rehabilitación virtual. La mujer de 23 años de edad vive justo al oeste de Steamboat Springs y ha estado sobria desde septiembre de 2019. Al principio de la pandemia, el video no funcionaba en su teléfono y tenía que llamar todos los jueves por la noche a su terapia grupal con Mountain Medical Injury and Pain Professionals.
“Cuando estás en el teléfono y todos los demás están [usando] Zoom, es más difícil ser parte del grupo porque la gente como que se olvida que estás ahí porque no pueden ver tu cara”, dice. “Los días en los que realmente sentía que tenía que compartir algo y mi teléfono no estaba funcionando con Zoom, sentía como que: ‘No, no, no, funciona. Necesito hablar de estas cosas’”. Aunque Marquez-Escarcega piensa que las visitas en persona son más beneficiosas, igual le parece que la terapia virtual es una “buena alternativa”.
Quienes trabajan en rehabilitación creen que una segunda oleada de demanda por sus servicios podría estar en camino debido a desafíos de salud mental relacionados con la pandemia. Anticipan que más personas buscarán ayuda con el consumo de sustancias y su salud mental como resultado directo del aislamiento social obligado, el estrés y la ansiedad de la crisis actual de salud. Todo esto hace que las personas sean más susceptibles a consumir más sustancias o recaer.
Al principio, “bastantes personas que habían estado en rehabilitación por años regresaron a los programas porque no lograban mantener la misma estructura que habían mantenido y que les estaba ayudando a mantenerse sobrias”, Archuleta dice. Mayo y junio fueron dos de los meses con el mayor número de personas que se inscribieron a los servicios de Crestone Recovery Services en su historia.
Los datos federales y estatales están atrasados, pero hay evidencia reciente de que el consumo de sustancias ha aumentado. La agencia de investigaciones de mercado Nielsen encontró que los gastos semanales en compras de alcohol en tiendas aumentaron entre el 16 y el 54 por ciento en marzo y abril, en comparación con los mismos meses en 2019. Por su parte, las ventas por internet aumentaron más de cuatro veces durante gran parte del mismo período. Un estudio de 3,000 personas realizado por Alcohol.org encontró que es probable que el 35 por ciento de los participantes “beban más alcohol durante el aislamiento”. The New York Times reportó que, a mediados de julio, “las muertes por drogas han aumentado un 13 por ciento en promedio hasta ahora este año en comparación con el año pasado”. Las investigaciones del diario encontraron que las muertes relacionados con drogas en Colorado habían aumentado un 30 por ciento hasta marzo, período que incluyó las primeras semanas del impacto de la pandemia en el estado.
En mayo, Well Being Trust, una fundación nacional enfocada en la salud mental, social y espiritual, publicó un informe titulado “Muertes anticipadas por la desesperanza de COVID-19” (en inglés: Projected Deaths of Despair from COVID-19). Calcula que entre 27,644 y 154,037 personas más podrían morir por drogas, alcohol o suicidio debido a la pandemia. Los cálculos en Colorado ubican al estado en el 14º lugar con el mayor número de muertes potenciales. (Hay evidencia de que el aumento de un porcentaje en la tasa de desempleo aumenta las tasas de suicidio en hasta el 1.3 por ciento) Estas muertes deben considerarse como “la epidemia dentro de la pandemia”, el informe dice.
En Colorado, habrá menos dinero para ayudar si estas trayectorias continúan. Aproximadamente $26 millones que se iban a invertir en programas para prevenir y tratar el abuso de drogas se eliminaron del presupuesto estatal del próximo año. Sin embargo, viene en camino ayuda inmediata: en junio, la legislatura de Colorado aprobó $15 millones de los $70 millones que el estado recibió en fondos por la Ley de emergencia CARES para que se inviertan en servicios para la salud del comportamiento; los fondos deben usarse antes del 30 de diciembre y, por lo tanto, no compensarán las reducciones planeadas en 2021.
El estado figura a nivel nacional en el 20 por ciento de los estados con mayor consumo de cocaína, marihuana, opioides y alcohol per cápita. Pero el estigma, el costo y los problemas con el seguro médico impidieron que más de 95,000 adultos en Colorado buscaran tratamiento por trastornos con el consumo de sustancias en 2019, según el Instituto de Salud de Colorado (un beneficiario de The Colorado Trust). Este número de personas podría aumentar: muchos proveedores dicen sentirse preocupados de que grandes cantidades de personas no estén conectadas con servicios porque no están interactuando con sus contactos usuales de recomendaciones, como médicos y gerentes de caso, y quizás no sepan que pueden obtener ayuda sin arriesgarse a contraer COVID por entrar a la oficina de un proveedor.
Mientras los proveedores dedicados a tratar el consumo de sustancias se preparan para el aumento y la crisis persistente, siguen dependiendo de los servicios por internet. Hasta con estos desafíos, dicen que la telemedicina en el campo de la salud del comportamiento está aquí para quedarse y es una opción valiosa que puede complementar las visitas en persona. “Nos está dando otra herramienta para alcanzar a los clientes”, dice Archuleta de Crossroads’ Turning Points.
“Estamos dándonos cuenta de que probablemente deberíamos haber ofrecido esto desde hace mucho tiempo” dice Scott Strode, sobre las clases por internet. Strode es el fundador y director ejecutivo de The Phoenix en Denver.
Como reconocimiento de la importancia y necesidad continua de los servicios de telemedicina, el 6 de julio, el gobernador de Colorado Jared Polis aprobó la propuesta de ley 20-212 del Senado. La ley establece como permanentes algunos cambios temporales al acceso y el reembolso de los servicios de telemedicina que se implementaron al principio de la pandemia. Por ejemplo, la telemedicina por teléfono anteriormente no reunía requisitos para reembolsarse, pero ahora sí; esto es una bendición para personas en áreas rurales o quienes no tienen acceso a un teléfono o una laptop con video.
Específicamente para clientes con Medicaid, el estado ahora está obligado a reembolsar a las clínicas rurales de salud, al Servicio federal de Salud Indio y a centros de salud calificados a nivel federal por servicios de telemedicina al mismo costo que los servicios en persona. La ley también expandió el tipo de servicios que pueden ofrecerse por telemedicina para incluir cosas como la terapia del lenguaje y la terapia física. (También se propuso a nivel federal una ley para continuar algunos cambios de telemedicina inspirados por el coronavirus.)
La propuesta de ley 20-212 del Senado también aumenta el acceso a la telemedicina para las personas con seguro privado al prohibir que las aseguradoras se rehúsen a reembolsar por los servicios de telemedicina con base en ciertos parámetros. Por ejemplo, ya no es necesario que los pacientes tengan una relación establecida con un proveedor para interactuar por telemedicina y que el servicio se cubra.
“Hay varios ámbitos diferentes en donde estas restricciones se relajaron o se ampliaron, lo cual es bueno para los proveedores que ahora pueden recibir reembolsos por esos tipos de servicios”, dice Julia Gilbert, una analista de estudios con el Instituto de Salud de Colorado”. En relación con los pacientes… eso [les] ofrece un acceso más significativo a la atención, tanto durante COVID como en circunstancias normales”.
Todavía quedan varias preguntas sin contestar. Entre ellas figuran: ¿Cómo serán exactamente los reembolsos para lugares no incluidos en las categorías nombradas en las leyes de Colorado de 2020? ¿Cómo obtendrán los pacientes servicios de telemedicina cuando se reduzcan sus inquietudes por COVID? ¿Como afectará la expansión de la telemedicina los costos ahora y en el futuro? Pero por el momento, la relajación normativa ha resultado en que la telemedicina sea una opción viable en ambos lados de la pantalla, y los proveedores y clientes consideran esto una buena noticia.
Bonham, la socorrista de Fort Collins, figura entre aquellas personas que se están beneficiando. Para mantenerse bajo control, toma una o más clases en línea al día con The Phoenix, usualmente una de meditación a las 5 a.m. y una clase de ejercicios por la tarde, y además asiste a las “horas sociales” entre semana. Debido a que las clases por internet continuarán, podrá asistir aunque esté viajando en su camioneta equipada que considera su hogar.
Aunque Bonham ha intentado mantener la sobriedad un par de veces durante los últimos cinco años, dice, “esta es la primera vez que siento que no estoy aterrada por mi sobriedad y únicamente tratando de sobrellevarla minuto a minuto”.
“Siento que mi vida es más gratificante”, agrega. “Siento más alegría de la que he sentido antes en cualquier otro intento de mantener la sobriedad y hasta solo en mi vida”.
Russell, de Crestone, piensa que esto quizás sea uno de los mayores beneficios de esta transición causada por la pandemia: “La gente puede balancear su vida diaria con su rehabilitación de una nueva manera”.